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uando lanzamos este proyecto a la red, hace cinco años, un día de los muertos como hoy, nadie sospechaba los caminos que Ciberayllu pudiera tomar. Y con razón, pues hoy seguimos sin saber a dónde nos llevan estas rutas tan enredadas antes como ahora, pero parece que vamos, pues a veces ladran. La compañía ha cambiado, ampliándose muchísimo el pequeño grupo de peruanos que contribuyeron los nueve artículos iniciales: hoy casi noventa autores de más de quince países, han hecho crecer nuestros archivos a casi trescientos trabajos, muchos de ellos consultados una y otra vez a pesar de estar disponibles hace un buen tiempo. Sin muchas ambiciones, persistimos. Permítaseme la primera persona. (Pero me advierto: nada puedo escribir hoy sin riesgo de sonar pomposo y vacuo.) Debo agradecer a quienes escriben y a quienes leen, que ambos han llegado a números poco creíbles. Los intercambios con lectores y escritores han hecho de esta tarea un gozo constante, particularmente por la distancia que me separa de todo tipo de realidad. Y al mismo tiempo está la culpa de correspondencias no contestadas, de contribuciones no comentadas, de amistades interrumpidas... y quizá incompletas, por esto de la distancia. Y como ya me estoy poniendo circular (me refiero al texto), mejor me detengo, hasta que tenga algo que decir, supongo, si se da. (No, no me he olvidado de que en estos cinco años he perdido a gente muy querida, pero también te he conocido más, América Latina —acá lejos y allá cerca—; y que cada día encontraré formas de hablar contigo y de hacerte sonreír, porque nada hay como tu sonrisa; o de hacerte pensar, que nada hay como tu mirada; o de hacerte bailar, que nada hay como tu alegría; o de hacerte sentir que todos somos tú. Yo sigo acá, en este sótano de libros y memorias, para lo que gustes...) Y una breve presentación de los escritos añadidos cerrando este lustro. Empezamos el mes con una interesante propuesta de Alfredo Quintanilla, que discute un tema siempre presente en octubre —el mestizaje— y lanza una propuesta juerguista y carnavalera para enfrentar el problema de la identidad cultural. Alberto Mosquera Moquillaza nos envió una detallada, casi enamorada, disquisición sobre el bolero, canto latinoamericano de amor y exageración, de bien perdido y exaltación al que en Ciberayllu se vuelve una y otra vez. Bolivia se hace presente por partida doble. Primero, un cuento costumbrista andino enviado desde el frío nórdico de Estocolmo por Víctor Montoya; y luego, una entrevista a la escritora boliviana Giancarla Quiroga, realizada por Kathy Leonard. Desde el corazón de la tragedia, José Luis Rénique —que escribe en Ciberayllu desde ese primero de noviembre hace cinco años— nos envía su recuento de los primeros treinta días desde este once de setiembre, intercalando percepciones muy personales con evaluaciones globales. Ricardo Vírhuez Villafane reabre nuestra páginas de poesía con un conjunto de ocho breves poemas de amor que, en su tranquilidad, son perfectos para estos días. Y por último, cerrando los primeros cinco años de Ciberayllu, un cuento de Antonio Bou —prolífico y fiel colaborador de nuestra publicación— que esta vez relata lo que parece un encuentro de dos amigos de juventud después de muchos años. Y ahora a empezar nuestro sexto año. Muchos saludos. Domingo Martínez Castilla © 2001, Ciberayllu, Domingo Martínez. Todos los derechos reservados. |
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