Mensaje del kuraka

Primero de noviembre del 2002
[Ciberayllu]
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Primero, el mundo. Vientos frescos soplan en el país más grande de América Latina, país tan distinto que en muchos casos lo bueno que produce no trasciende más allá de sus interminables fronteras. El reto que Luiz Inácio Lula da Silva y su equipo enfrentan es tan grande como los más de 50 millones (¡cincuenta millones!) de brasileños que votaron por él el domingo 27 de octubre del año 2002. Recuerdo a los amigos brasileños de hace 20 años, radicales honestos ellos, que colaboraban en las necesarias y casi clandestinas tareas del partido de Lula: «Partido de los Trabajadores», nombre de clara alcurnia obrera, de sabor casi anarquista. (¿Cuántos dirigentes obreros en el mundo habrán sido encarcelados o muertos por militar en partidos de nombres similares?)

Claro que Lula no es anarquista, y son éstos años aún ideológicamente inciertos, de reacomodo universal, pero será muy difícil que Lula renuncie completamente a su pasado sindical en aras de un supuestamente necesario concordato con las ideas neoliberales. La conducta de los países hegemónicos pasó hace dos décadas de la guerra fría a la piratería financiera sin rostro, y hace un año a la guerra abierta e imperial: la presencia de un líder histórico de izquierda encabezando un país tan importante como Brasil puede muy bien servir para frenar la ciega arrogancia de quienes ven al capital desbocado (que siempre se las ingenia para detenerse en Miami o en otros paraísos fiscales, donde guardan sus dineros muchos de quienes imponen infiernos en vida a los latinoamericanos pobres) como único posible salvador de nuestros países.

Líderes como Lula no abundan ni abundaron nunca: de familia campesina nordestina, migrante al estado de São Paulo, niño trabajador (aquí termina el parecido con otros presidentes de «cuna pobre», como Alejandro Toledo), dirigente sindical inicialmente antipartidista (novo sindicalismo) que a los 33 años lideraba la más grande huelga obrera brasileña en una década, encarcelado en 1980, funda al salir el Partido dos Trabalhadores (PT), iniciando así una carrera política en la que siempre defendió y promovió varias de las causas más caras de las izquierdas latinoamericanas: reforma agraria, industria nacional, nacionalización de las reservas mineras y la anatematizada estatización de los bancos. Si bien, para muchos analistas, Brasil eligió a Lula y no al PT (cuyo programa no ha variado mayormente), el presidente electo no podrá borrar de un plumazo su pasado militante e ideológico. (O al menos esperamos que así sea.)

No es difícil percibir, casi palpar, la contraposición entre, por un lado, la guardada esperanza que ha causado esta elección entre los muchos que están —estamos— buscando alternativas al cruel y, menos mal, claramente fracasado modelo neoliberal, y aquellos que, por otro lado, esperan que Lula no logre resolver nada, él tampoco, para así poder volver a desgobernar, des-acumular riqueza, des-nacionalizar todo y despacharse al país como si fuera hacienda propia. Hay muchos, muchísimos intereses que cargan los dados para apostar en contra de Lula, pues nunca podrán masticar, y menos digerir, planteamientos como los de la Resolución de San Bernardo (la base para la primera campaña presidencial del PT en 1988): «nem os limites institucionais (Constituição do País, minoria no Congresso, Poder Judiciário reacionário), nem os não institucionais (tutela militar, hegemonia política da burguesia, monopólio dos meios de comunicação e propriedade dos meios de produção) podem determinar nosso programa partidário e nossos objetivos históricos de construir uma sociedade socialista» («Ni los límites institucionales, ni los no institucionales pueden determinar nuestro programa partidario y nuestros objetivos históricos de construir una sociedad socialista») . Izquierdoso, el PT. Menos mal. Y a pesar de que el «Brasil socialista» no es ahora parte del programa inmediato del PT triunfador (pues es evidente que los votos han sido más por Lula que por el P.T., lo que se demuestra por las gobernaciones, senadores y diputados peteístas, que son notoria minoría), sí lo son combatir la miseria y mejorar la educación del pueblo, y abrir oportunidades para los más pobres. En el fondo, nada como restaurar un poco el equilibrio en la balanza del mundo.

Y ahora, el necesario culto a las efemérides. Señoras y señores: hoy Ciberayllu inicia su séptimo año de vida, y ojalá que sea «el comienzón del sétimo año». Para suerte, de una u otra forma seguimos creciendo, aún a sabiendas de nuestra irregularidad y de nuestros eclecticismos temático y estilístico. Es una forma de vivir y de compartir. Para recordar, invitamos a los lectores a visitar nuestra primera portada, de noviembre de 1996; y para evaluar, les mostramos nuestro crecimiento a lo largo de los años.

(Setentaidós meses, América Latina, donde te he conocido cada vez más visitándote, tocándote apenas una vez al año, pero conversando contigo diariamente, tratando de entender tus cuitas y de alimentar tus esperanzas, cerrando los ojos para sentir tus cabellos en mi rostro y tus mil olores reavivando mis recuerdos, sabiendo de tus amores y tus broncas, de tus padres y de tus hijos. Me haces sentir útil, América Latina, y cerca. Y eso vale.)


El último mes de nuestro año sexto, octubre del 2002, trajo un par de excelentes crónicas y mucha literatura llegada de autores nuevos y reincidentes, y desde el círculo polar hasta el trópico boliviano: muestra clara de que los caminos de la red mundial son latos y longos, y de que la única barrera que nos separa es... no sé, alguna barrera.

Mejor vayamos a las crónicas. Algo tarde, se abrió la puerta de octubre con una nota del escritor boliviano Víctor Montoya acerca de las redondas voluptuosidades de una Eva de pintura, del pincel colombiano de Fernando Botero, maestro mundial de las redondeces seductoras. Y casi al cierre, una extraordinaria nota de Víctor Hurtado Oviedo, fundador de este proyecto, que comparte con los lectores su deleitosa prosa (y un par de fotos) sobre un viaje reciente, casi una peregrinación, a dos santuarios en la ciudad de México: la tumba de Javier Solís y la biblioteca de Alfonso Reyes.

Del ancho mundo, Ciberayllu entrega a sus lectores del mundo ancho prosa y poesía muy variadas.

De Antonio Bou, quien hace tiempo nos nos enviaba poesía, publicamos once décimas en cuatro poemas bien medidos, con sabor de amor final boricua, jardines y lirios.

La narración, en partida cuádruple, apareció primero de la mano de dos debutantes en nuestras páginas: Mariano Gimeno Machetti, que desde las islas Canarias nos manda una historia de una amistad realmente imperecedera, con cierto sabor constumbrista; y luego el teclado de la peruana Claudia Ulloa Donoso que, desde una ciudad noruega más allá del círculo polar, ha producido una limeñísima historia de dos gallinazos que quieren volar a toda costa.

Regresa a nuestras páginas el estilo de Walter Lingán, pero esta vez en una historia ambientada en Alemania, donde él vive, donde de una pesadilla se pasa a otra. Y cierra el año seis una breve historia de la boliviana Giovanna Rivero, que desde su cálida tierra camba nos muestra lo que se puede sentir en una tarde de bodas realmente única.

¿Listos para el año siete, amigas y amigos? Este kuraka no está listo, pero ahí vamos...

Abrazos a todas y cada uno.

Domingo Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu
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