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scucho las noticias. Están pasando entrevistas callejeras a ciudadanos estadounidenses de una localidad más bien conservadora (Nashville, la capital de la música country), acerca de sus opiniones respecto a la posibilidad de que los Estados Unidos vayan a la guerra en Irak. Algunos de acuerdo, los otros poniendo sus objeciones: «que no es asunto nuestro», «que el gobierno no ha dado suficiente evidencia», «que hay que eliminar a Saddam», «que hay que esperar al apoyo de las Naciones Unidas»... Y así continúan los puntos de vista. Todos asumen posiciones principistas o imperiales. Nadie menciona la palabra viscosa: petróleo, que sí aparece claramente en los análisis de los propios editorialistas y comentaristas norteamericanos críticos del espíritu guerrerista del gobierno. ¿Cómo se puede ser tan ciego? Por donde se mire, cualquiera de los argumentos esgrimidos para justificar la invasión se aplica mucho más a muchos otros países... que no tienen tanto petróleo o ya se lo están dando o cuidando a las grandes empresas. ¿Cómo se les explica a los hijos tal mezquindad? ¿Es posible el patriotismo sin ceguera? ¿Por qué la decencia fundamental que aparentemente caracteriza a mucha gente a mis vecinos en este país desaparece cuando se habla de guerra externa? Estas preguntas retumban en la cabeza de quienes vivimos en el norte y tenemos nuestro corazón en el sur. De una u otra forma, nuestro trabajo y nuestros impuestos alimentan esta economía y sostienen sus veleidades imperiales; nos queda sólo hablar y escribir, y decir que como muchos estadounidenses: menos mal que abundan no queremos ser parte de ninguna guerra cuyos propósitos son eminentemente económicos (por lo tanto probablemente mezquinos) o políticos (por lo tanto de dudosa catadura moral). «Y el sur también existe», dice la canción. ¡Pero qué lejos se siente cuando uno se deja absorber por la conciencia! (¿Cuántas veces te empujaron, América Latina, al borde de la ignominia? ¿Cuántas te dejaste empujar? ¿Y cuántas fuiste sola, voluntaria? Ya venciste el temor; vence ahora el innecesario respeto a íconos vacíos, como una planta que crece en los resquicios del cemento, como un fuego nuevo que brota en los resquicios de la vida... Oh, ¡basta ya de metáforas vencidas...! Pero hay más que cálculo y retórica en el mundo: es bueno un ataque de amor por cuatro frentes, a menudo un cariño inalcanzable y otras veces entrega sin ambages, palabras que renacen, victoriosas, y se imponen y causan la sonrisa, el placer, el deseo de hacer algo mejor, más duradero. Por ti, tierra nuestra.) Y ahora el breve resumen del material de lectura añadidos a nuestra revista-archivo en el mes de setiembre. A mediados de agosto, once de los más de cien autores de Ciberayllu coincidieron en Lima, y se juntaron en una reunión que tuvo como principal atractivo que varios de ellos jamás se habían visto en persona. María Isabel Guerra preparó una crónica de la reunión, que incluye una histórica foto. Miguel Rodríguez Liñán nos envió una interesante entrevista con el galardonado escritor peruano Alfredo Pita, en la que éste reflexiona sobre la historia de la patria, y también cuenta su experiencia europea a lo largo de las últimas décadas. En Chimbote, populoso puerto del norte chico del Perú, entre el polvo y las bulliciosas calles, hay una persistente actividad literaria liderada por el grupo Isla Blanca. Ricardo Ayllón resume los primeros 25 años del grupo en una comentario. Siempre se discute en el Perú acerca de la literatura relacionada a la región andina. Mark R. Cox escribe sobre estos asuntos en un comentario que se concentra en la caracterización de la narrativa contemporánea de la región. La creación se hace presente primero en la narrativa del español Óscar Sipán, que nos cuenta una historia de las cosas que encuentra un médito forense al examinar un cadáver. Y dos trabajos de poesía de dos nuevas plumas que vienen de dos rincones alejados en geografía y en estilo. Por un lado, la peninsular Eva Cabo nos ofrece un poema, casi todo en prosa, con la voz de alguien que hubiera querido nacer más tarde. Y el uruguayo Wilson González Alonzo, cultor del buen ritmo de las palabras, ha enviado dos poemas con fuertes resabios vallejianos. Disfruten, amables lectores, y sigan manteniendo la sintonía en octubre, cerrando nuestro sexto año en la Internet. Domingo
Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu © 2002, Ciberayllu, Domingo Martínez Castilla. Todos los derechos reservados. |
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