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Hace unos días, una amable periodista me envió desde Lima una serie de preguntas respecto a Ciberayllu, para una entrevista que no salió pues mis respuestas le llegaron después del cierre de edición, que yo no sabía cuándo era. Responder a sus preguntas resultó en un interesante ejercicio de evaluación acerca de Ciberayllu. Como este editorial coincide con el noveno aniversario (108 meses, 468 semanas, 3286 días, bisiesto incluido), creo que vale la pena recuperar esas respuestas para compartirlas con colaboradores y lectores de estas páginas.
- ¿Cómo se hace Ciberayllu?
Ciberayllu es algo que hago en las noches y en los fines de semana.
No es un trabajo, sino una forma de mantenerme en contacto con la literatura, las ciencias sociales y, sobre todo, el Perú y América Latina. En otras palabras, es una tarea estrictamente voluntaria. Mi trabajo diario en la universidad no tiene que ver con la literatura.
- ¿Cómo y cuándo apareció Ciberayllu?
La idea original circuló a mediados de 1996, entre un grupo de amigos —científicos sociales, escritores y periodistas— que teníamos contacto regular por correo electrónico. Con nueve artículos, se lanzó la edición inicial el primero de noviembre de 1996, sin tener la menor idea, por supuesto, de cómo iba a evolucionar este proyecto. Para los lectores curiosos, dos páginas muy antiguas:
- ¿Cuándo y cómo se renueva la publicación?
Lo primero, obviamente, es que llegue material: y éste llega y sigue llegando, a veces más, a veces menos, pero siempre más allá de lo que se puede leer y editar. Ciberayllu se renueva cada vez que tengo tiempo para leer, escoger y luego editar el material seleccionado, generalmente inédito: normalmente entre 5 y 10 trabajos cada mes. Pero este mes de octubre hay más: una docena de escritos, equivalente a unas 130 páginas impresas. La portada de Ciberayllu puede interpretarse como el índice de una revista bimensual, pues ahí aparecen las novedades de los últimos dos meses.
- ¿Quiénes hacen la revista?
Los gestores de la revista son las narradoras, los poetas, las escritoras, los profesores universitarios, las investigadoras, los historiadores que me envían sus trabajos porque quieren —juro que no obligo a nadie— y porque, supongo, después de tantos años, Ciberayllu se lee bien. La mayor parte de los colaboradores de Ciberayllu son autores de libros que van desde la filosofía hasta el humorismo. Pero debo anotar que en Ciberayllu se pone énfasis en los escritos, no en los escritores. En otras palabras, interesan más los milagros que los santos que los hagan. Subrayo, una vez más, que a muchos de estos autores los conozco solamente por los medios de la Internet, y muchas derivan en amistades epistolares valiosas que atesoro.
- ¿Cómo se selecciona el material que sale en Ciberayllu?
A estas alturas, esto es casi totalmente autocrático. El kuraka —como me llamo y me llaman en broma, pues no tengo ningún poder de obligar a nadie a nada: lo vuelvo a jurar— recibe, lee, escoge, decide y edita, basándose en su subjetivo criterio respecto a la importancia o la belleza de lo que se recibe. Pero cuando la duda acosa, pido ayuda de algunos otros autores. Otro criterio importante es que no se publica material que ya esté disponible en otros sitios de la red global, pues la red es una sola.
- ¿Por qué no sale Ciberayllu en papel?
El grupo original de gente que hizo posible la creación de Ciberayllu estaba compuesto de peruanos residentes en varios países, entre América y Europa. La idea era explotar lo que, en ese tiempo, 1996, era un medio aún novedoso pero de claro y asombroso alcance mundial. Las revistas de papel, si bien mucho más cómodas de leer y más bonitas, están por lo general circunscritas a una ciudad o región. Si uno quiere hacer una revista impresa de literatura, de alcance mundial, costaría una fortuna. Ciberayllu es comparativamente barato. Sólo cuesta trabajo, y ganas de hacerlo. Claro que hace un par de años ando pensando, sin mucha convicción, en publicar una antología en libro, con disco compacto de yapa, pero de pensar no ha pasado.
- ¿Por qué ese diseño?
No hay mayor diseño. Y se nota. Se pone énfasis en el contenido, y no en la forma. Sería lindo poder tener un diseño como el de otras excelentes revistas que están muy bien diagramadas, pero lo mío es la edición de los textos y la difusión de los mismos. (¿Alguien quiere diseñar Ciberayllu, por ahí? Acepto voluntarios que entiendan el aspecto gráfico, el valor de la consistencia y la interacción con el lector de este medio.)
- ¿Cómo se efectúa la difusión de su revista?
De dos formas. Por un lado, anuncio cada mes las novedades a listas de correo que tengan que ver con la literatura y las ciencias sociales, dependiendo del contenido, incluyendo nuestra propia lista. Y la segunda forma tiene que ver con el funcionamiento de la Internet y, en particular, de la Web. Es muy importante el uso de palabras clave, la consistencia en los títulos, los enlaces recíprocos en sitios duraderos. Quizá por ser publicación relativamente antigua, Ciberayllu parece tener mucha «credibilidad» entre los robots informáticos que alimentan a los servicios de búsqueda, que son la principal forma de acceso, así que aparece consistentemente en los primeros lugares de las búsquedas.
- ¿Hay estadísticas de a cuánta gente llega Ciberayllu?
Sí, claro, en la medida en que lo permite la red. Es muy importante saber que uno no se esté esforzando por nada, y que la audiencia siga creciendo. Cuando empezamos, en el mes de noviembre de 1996, las diversas páginas de Ciberayllu recibieron unas 400 «visitas» —término que en la jerga de la red tiene que ver más con «sesiones» que con individuos—, y en octubre del 2005 hemos sobrepasado por primera vez las 100,000 visitas, de las cuales sólo unas 4,000 se han iniciado por la portada, pues la gran mayoría llega usando los servicios de búsqueda o los índices temáticos. Cada visita, por su lado, representa unas cuatro o cinco páginas, en promedio. Si tiene curiosidad, pueden ver las estadísticas mensuales al 31 de octubre del 2005. La interpretación de estas cifras es muy difícil y es en realidad parte de una ciencia aún en desarrollo, pues hay muchas distorsiones que no viene al caso explicar: lo importante es que los números aumenten. Cuando dejen de crecer, será el momento de dejar Ciberayllu congelado para dedicarse a otras cosas.
- ¿Qué hacer para que el público lector se entere de la oferta de literatura en la Internet?
Creo que quienes están interesados en literatura y tienen acceso a la red saben bastante bien dónde está el material. Sin embargo, me apena a veces ver excelentes revistas que no tienen mayor lectoría simplemente porque los editores no parecen entender el medio. Algo parecido pasa con algunas revistas en papel que están muy bien hechas y diseñadas, pero que no se difunden porque sus promotores ignoran cómo funciona el asunto del mercado de libros y revistas. Es necesario anotar también que hay muchos literatos que no conocen ni entienden al medio —ni tienen por qué saberlo, en realidad: zapatero a tus zapatos—, y por lo tanto lo ignoran, pero no hay mucho que se pueda hacer al respecto, aparte de educar y persuadir. En esta época, es importante anotar que la red es un medio muy poderoso para la difusión de literatura, si bien esta difusión funciona con sus propios cánones. Por ejemplo, me atrevo a creer que la difusión de poesía contemporánea se ha incrementado enormemente gracias a la red: ¿qué poeta hace diez años, hubiera soñado con que en un solo mes, un poema fresquito aparezca más de quinientas veces en las pantallas de lectores?
- ¿Es Ciberayllu un indicador de la obsolescencia de los libros impresos en papel?
No tengo idea, pero lo dudo mucho. La Internet tiene cosas que los libros en papel no pueden dar, como la posibilidad de buscar en un repositorio de textos que se está haciendo prácticamente infinito. Si bien me agrada y emociona mucho cuando un amigo escritor me manda un libro completo inédito por correo electrónico, prefiero imprimirlo para leerlo, y espero con mucha anticipación que el manuscrito se haga libro. Soy definitivamente bibliófilo, pero no sé si por costumbre o por necesidad. Creo que la Internet permite la difusión de los libros, poemas, cuentos, de una forma hasta hace poco inimaginable. Son amores distintos.
(No me preguntes más, América Latina plena de futuro, pues no sabré qué responder, y se me arrugará el alma de sólo imaginar tu rostro ladeado, tu media sonrisa y tus ojos brillantes esperando una respuesta que sólo sé dar en forma de palabras y de abrazos, o quizá de una canción que ya no canto o un baile que aún me atrevo a ensayar de vez en cuando, tomando la cintura perfecta de tu sombra presente, evasiva, rítmica, garbosa, decidida al juego seductor que viene de tu historia. O pregúntame otras cosas: sobre las horas, las estrellas y el rumor de una quebrada que oculte y alimente el murmullo de nuestras voces, cuando podemos decirnos cosas.)
Este octubre ofreció una muestra bastante equilibrada de lo que es y ha sido Ciberayllu en estos nueve años, con cinco autores reincidentes y seis nuevos, a quienes damos la bienvenida.
En poesía, se abrió el mes con un poema de Carlos Meneses —escritor peruano que vive en el Mediterráneo hace muchos años— en el que el poeta se emplaza a sí mismo poniendo de testigos a otros grandes poetas. Luego, José Antonio Galloso, desde California, escribe dos poemas alrededor de la idea del tiempo. Y cerrando el mes y el noveno año, Roxana Crisólogo vuelve a estas páginas con cuatro poemas de un inminente libro.
De los campos de la meta-poesía viene un extenso, erudito y emotivo homenaje de Carlos Meneses —debutante y reincidente en el el mismo mes—, en la forma de un retrato del poeta puneño, modernista y mariateguista Carlos Oquendo de Amat, a los cien años de su nacimiento y treinta menos de su muerte en España.
En narración, reaparece el boricua Antonio Bou, quien esta vez escribe desde y acerca de los Andes argentinos. Y debuta el escritor puneño Gonzalo Málaga, que en dos relatos dibuja imágenes, situaciones y angustias pintadas de misterio.
Y acerca de narradores escriben tres autores que se hacen presentes por primera vez en Ciberayllu.
De un conversatorio sobre la obra de Edgardo Rivera Martínez —también colaborador de esta publicación— escriben dos estudiosos de su obra: César Ferreira presenta una semblanza del escritor jaujino y de su abundante obra, y, por su lado, Ismael Márquez resalta en un ensayo la armonía pluricultural, andina y ecuménico, que es una de las características mayores de la obra novelística de Rivera.
Del americanista francés Roland Forgues llega un tercer trabajo sobre los dos libros más recientes, entretenidos y peculiares del narrador Gregorio Martínez, en los que el maestro de Coyungo diserta con soltura, erudición y desparpajo, ora sobre el desierto costeño, ora sobre la filosofía posmodernista.
Sobre literatura escribe igualmente Mario Wong, esta vez elevando un poco la discusión de la polémica sobre narrativa peruana, a un análisis crítico y una propuesta del carácter universal de la obra de José María Arguedas.
Y Eduardo Corrales entrevista esta vez al poeta —y colaborador de Ciberayllu— Róger Santiváñez, quien habla literatura y de literatos, a propósito de la publicación de una muestra de escritores peruanos en Estados Unidos.
He dejado para el final un trabajo de José Luis Rénique, historiador, amigo y colaborador desde el primero de noviembre de 1996, cuando aparecieron dos trabajos suyos como parte de los nueve originales, mostrando en ambos una de las características que hasta hoy mantiene Ciberayllu como un medio de expresión de los intelectuales peruanos que no están en el Perú. Esta vez, José Luis, siempre entrando a temas nuevos, ofrece a los lectores un extenso ensayo histórico sobre Benjamín Vicuña Mackenna, una de las figuras señeras en la construcción de Chile como nación.
Que la abundantísima lectura, impresa o en pantalla, le sea provechosa, querida lectora, querido lector.
Domingo
Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu
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© 2005, Ciberayllu, Domingo Martínez
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Para citar este documento:
Martínez Castilla, Domingo: «Mensaje del kuraka, noviembre
2005»,
en Ciberayllu [en línea]
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