[Ciberayllu]
30 octubre 2005

Cuatro de Ludy D*

Roxana Crisólogo

 

 

el aliño de cada noche sin estrellas

el metal que es el fondo de las cosas

cuando parece que todo ha vuelto

a la normalidad y el empleo

no se reducirá más

que a la forma de acogotarse

sin sentido en un rincón

 

quiero bailar hasta que no haya aire

verme en un cielo de pájaros

cada piedra se buscaba en el estertor de otra

más musical    menos sonora

 

sentí mis cicatrices como un lienzo de colores

extraños

                expandiéndose

la unción de brazos y piernas que la música

embadurna de incandescente saliva

 

Mohamed se ha cansado de explicarme

cómo los desiertos se sobreponen

al espejismo del agua

yo te hablaría si supiera qué decir

Mohamed

 

tocaría esa línea imaginaria que se interna

en una roja e impenetrable

carretera

sólo que esa lengua se me hace ininteligible

las luces atormentadas por la ansiedad del polvo

no me dejan ver

 

la aureola aceitosa del pueblo

con el que empiezo a fantasear

y cubrir de verde una colina de autos

 

o era un cementerio de autos

o era un cementerio de cosas

 

no existe más que la verdad y eso duele

 


 

me separo de mi hija sin mala conciencia

la oscuridad no se detiene

hace lo que una bola de grasa

en un paisaje empantanado de ojos

 

yo terminaría esta novela

con una frase de Bolaño

 

pero no es Chile    se trata del Perú

y eso puede tomar tiempo

y el desierto no termina

y mi hija sabe que su madre anda

extraviada

en alguna carretera

de innavegados cactus

y lo perdona

 

y levanta sus alas

las palomas arañan los edificios más altos

una antena con dedos de mujer

sostiene un monumento arcano a la sed

 

todos van colgados a una sed que no termina

como a un prójimo

 

el anuncio comercial

que me acuesta desnuda sobre un botellar de cervezas

y me expulsa del paraíso

 

nadie sabe que desde ahí domino el mundo

del agua

desde mi triste traje de baño cantonés

siento frío y hambre

las jarcias son fronteras que difícilmente

me separarán del muelle

un lenguaje    una obsesión que no termina

 


 

sobre las piedras zigzaguea

una tierna y malviviente mohosidad

sé que alimentaré su apetito

sin proponérmelo

sé que su aliento puro y radical

devorará mis plantas

excretando el carbono

de sus axilas

afeitando el poco pelo

del animal perezoso

que viaja montado en mi piel

 

mientras la arena ficticia

de una alfombra

extenderá sus tenazas de cangrejo

hasta asfixiarse

 

yo seguiré tosiendo

bajo el solaz de unos pulmones

felizmente sanos

 

enarbolando un sprite

para disciplinar mi respiración

ensayando golpes acrobáticos de aire

orgullosa de exhalar una baba ardiente

de tóxicos y limpieza

 

a veces un metal precioso

colgando de mi nariz como un arete

de mi nariz un hilo adiamantado

de conjeturas y esporas

objetos de una realidad irrespirable

y amado moco

robándome la respiración

 


 


 

de pronto caer

un paisaje acolchonado de flores-colores   verde-lila-amarillo-ámbar  

un par de paisanos sentados en una banquita arrinconada en la puerta

ocre de quizás una fonda o un bebedero de animales pestilentes  

los dos tenían rasgos duros y no conversaban    pero para todos

quedaba claro    —no hacían más que sonreírle—    rendían el tradicional

tributo a la madre naturaleza    ¿existirá algo parecido a los personajes

de los cuadros que se venden en las plazas cusqueñas? 

¿el sol rutilante y delgado que me sobrevive en la piel?

 

 

El aire morado de las madrugadas occidentales brilla

en una laguna de aire desafinado y distante  

flota como una bandera pirata en las pizzerías   

en las bocas desmedidamente pintadas de las picanterías   

embaldosando las sombras de discretos

funcionarios que es imposible reconocer bajo el fragor

de tantas cocinas ardiendo    Es el Huerto de los Olivos   

la Torre Eiffel  que alguno lleva colgada al pecho como una

virgen que sangra y descuidadamente besa y ahora reclama

la misma distancia y el temblor con que yo beso al israelí

tras un vidrio embaldosado de un trance de repeticiones y rejas

Un campo pedregoso de tulipanes y diablos azules que el Cusco

arroja al cuello apertrechado del  israelí que orgulloso me muestra

un zoológico de tatuajes que una linterna ilumina en suaves

codazos y arañazos  

                                   bailamos o así creí    gozamos o así sentí

brotaban las peñas de un algodonoso olvido   de un precipicio genital

a un cielo ilimitado de formas    ¿Llanto?    jamás se llora  

me golpeaba el cuerpo en la caída    sentí el dolor en la esponja

de los pies    el llamado arrítmico de aquellas flores que desaparecerán

como los golondrinos en el pecho rojo de unos hermosos telares   

mi hermana me dio la mano en un acto instintivo   

yo no quería desvanecer  

                                 me tendió su mano de hermana

Una calle sin pasamanos ni franela roja donde limpiarse los pies

abandonar los recuerdos    tomar un minuto en blanco  

olvidarse de nada    quedar en nada  

mar que se bebe su botella sin el buque hundido dentro

* Del poemario inédito Ludy D.

* * *


© 2005, Roxana Crisólogo
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Para citar este documento:
Crisólogo, Roxana: «Cuatro de Ludy D», en Ciberayllu [en línea]

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