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a migración ocupa mucho del tiempo de este editor, mas no la propia (una vida ya madura en sólo tres ciudades muy distintas, un tercio de la vida en cada una, más o menos: primer tercio de crecer en el corazón de los andes; segundo tercio de aprender en la gran ciudad limeña; tercer tercio de tranquilidad alternada con impotencia, frustración y nostalgia: ya vendrá el cuarto tercio). Mirando cómo cambia esta ciudad estadounidense y el campo aledaño en las últimas dos décadas, uno tiende a pensar que está frente a un fenómeno especial: llegan llegamos miles de latinoamericanos, lo mismo que grupos muy visibles de croatas, laosianos, hindúes, somalíes. Pero luego uno piensa en su ciudad de origen esa Jauja de chaguales, carnavales, abogados y escritores y para en mientes que también ha cambiado mucho, que hay gente nueva que, si no de otros continentes, viene de lugares igualmente exóticos, pero físicamente más cercanos. Distancias culturales, distancias geográficas: mutāre humanum est. Nos mudamos fácilmente, con rapidez; y mutamos nuestras costumbres con más lentitud, pero lo hacemos. Siempre lo hemos hecho, desde que hace unas decenas de miles de años, nuestros ancestros salieron del África primordial, y lo seguiremos haciendo mientras haya desequilibrios entre población y recursos. Y quizá, si algún día imposible ese equilibrio se resuelve, seguiremos mudándonos, mutando sólo por el placer de ser capaces de cambiar. Claro: nada mejor que el cambio cuando lo podemos controlar; nada peor que el cambio cuando se nos impone. Y está la barrera del tiempo, que suele erigirse entre generaciones cuando los jóvenes viajan a lo nuevo y los mayores se quedan en lo suyo sin más ánimo de aprender cosas nuevas, y aprenden a decir ese aforismo falaz y feliz de «todo tiempo pasado fue mejor». Y uno no sabe qué escoger: si la juventud adolescente donde todo es nuevo y bienvenido; la primera madurez dondo uno se siente en control de esa parte del mundo que le tocó; o la segunda madurez donde uno sigue trabajando recalando con frecuencia en la nostalgia, en lo que pudo ser, en lo que ya no se puede hacer. Y está la guerra. (Has viajado mucho, América Latina, y has pasado por tiempos buenos y peores; has tenido amantes y enemigos a veces los mismos individuos, que mutan de héroes a villanos, rara vez lo contrario, has bailado gigas y takis, y has hecho mutar esas danzas para ajustarlas a tus estados de ánimo, a tu furia y a tu coquetería, a tus veinte y a tus cuarenta años, a tu elegancia y a tu energía. Baila conmigo.) Del buen análisis literario a la poesía intimista, lo que sigue es una lista de los escritos añadidos en abril. Sangama es un libro importante en en el Perú, pues en 1942 trajo a la imaginación nacional a la Amazonía que cubre dos terceras partes del Perú. Juan Zevallos Aguilar vuelve a Ciberayllu con un interesante y moderno análisis de la novela de Arturo Hernández. Una de las actividades de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú ha sido montar una exposición fotográfica de las décadas de violencia; Lydia Fossa habla del Perú en un comentario sobre «Yuyanapaq: Para recordar». La creación viene cortesía de tres escritores nuevos en estas páginas. Robert Jara, peruano que vive ahora en Puerto Rico, envía una selección de poemas afincados en lo que se dejó atrás. Chiara Merino, nativa borinqueña, prepara un libro de poesía intimista y casi epistolar, del que publicamos una selección. En narración, desde París de Francia nos ha escrito Pablo Krantz, argentino que escribe y hace música, adjuntando un cuento donde la Babel moderna se junta en un micro que cruza una de las inexistentes fronteras de la unión europea. También desde Francia, Miguel Rodríguez Liñán nos pasa una crónica respecto al proyecto del artista peruano Franklin Guillén, que quiere sembrar 30,000 palomas para recordar a la hermosa ciudad de Yungay, a la que un trozo de la montaña más alta del Perú arrasó en 1970 Y al cierre, desde Lima, Enrique Cortez (igualmente bienvenido) nos envía el texto completo de una entrevista con Rolena Adorno, peruanista estadounidense, con quien conversó de memoria, historia, identidad, y el viejo Guaman Poma. Ya viene mayo, ya vino mayo. Domingo
Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu © 2004, Ciberayllu, Domingo Martínez Castilla. Todos los derechos reservados. Para citar este documento: |
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