Mensaje del kuraka

omo Lucho Gatica o Los Panchos, yo tampoco concibo la razón por la que se dice que la distancia es el olvido. Oh, para nada. Desde lejos, con el corazón encogido por la incertidumbre y no poco por el temor, los peruanos del mundo esperamos los resultados de la elección de este domingo. La realidad pareciera estarnos esperando, armada con una enorme porra, a la vuelta de la semana. Quisiera creer que este temor es fruto de la ausencia, pero quienes viven en el Perú manifiestan las mismas sensaciones.

¡Qué tiempos! Después de desalojar limpia y pacíficamente, y con no poco orgullo cívico, a un gobierno especialmente corrupto, abusivo y arrogante; después de que un ejemplar gobierno provisional logra meter en la cárcel a muchos poderosos políticos y militares corruptos y ladrones (faltaban los asesinos, pero ya les están echando mano); después de una primera votación, en la que se elige limpiamente al nuevo congreso y a los dos primeros contendientes por la presidencia; después de ascender por esa escalera de logros históricos —inconcebibles hace menos de un año—, hay ahora la sensación absurda de estar al borde de un abismo o, en el mejor de los casos, a la entrada de un enigmático laberinto. Una porra a la vuelta de la semana.

Pase lo que pase, salga quien salga escogido por el proceso electoral, queda claro que todos tendremos que estar sumamente alertas por los próximos años, para convertir a éstos en el trampolín que la patria necesita para salir del atolladero histórico en el que está entrampada. Hay esperanzas, siempre. Arguedas, creo, decía que los países no mueren, y los peruanos lo demostraron al echarse abajo, limpiamente, al gobierno más autoritario y atemorizador de las últimas décadas. De nuevo y acomodarse: si bien es imposible saber quienes tienen las manos limpias, ahora se conoce y se ha encarcelado a muchos de los que se las ensuciaron con dineros fiscales, dólares de las drogas y algunos de los que las tienen ensagrentadas.

(No hay mucho más que decir, América Latina, sino esperar y aguardar, y seguir esperando, y leer un fresco poema viejo al que tú y yo querramos mucho y atisbar la hora de vernos, tú y yo, los rostros una o dos veces cada tanto, pero tanto y tanto. Y ya me voy gastando, mientras otros, los más jóvenes, te buscan y te llevan y encuentran para ti caminos que yo ignoro, paisajes que he olvidado, futuros que no entiendo.)

Volviendo al ritmo que quisiéramos mantener siempre, Ciberayllu ha añadido el siguiente material a sus páginas:

En creación literaria, Antonio Bou, siempre prolífico escritor y pintor boricua, escribe un cuento sobre un par de amigos que, frente a unos tragos, ven pasar el tiempo disfrazado de una mujer llamada Casiopeya. Damos la bienvenida al poeta peruano Carlos L. Orihuela, que —dueño de una sólida nostalgia— nos habla de unas noticias del Perú. Y recordando a nuestro querido Alberto Escobar, que dejó de escribir para siempre hace un año, reproducimos dos hermosos poemas de amor, como casi todos los suyos.

Dos ensayos de nuevos colaboradores, cubriendo temas muy distintos, ponen la cuota de estudios. Por un lado, un interesante análisis etnohistórico de Eusebio Manga Quispe en el que analiza la dualidad creación-destrucción en los mitos de la costa andina —contraponiendo a los dioses Con y Pachakamaq—, así como la persistencia de estas creencias durante el período colonial. Y por otro un interesante trabajo de Ricardo Melgar Bao, un estudioso peruano que discute la relación entre esculturas, paisaje urbano y el Ariel, la obra más conocida del escritor uruguayo José Enrique Rodó.

Puesto que es imposible sustraerse del actual proceso electoral peruano, algunos autores de Ciberayllu opinan sobre las elecciones probablemente más limpias de la historia peruana, pero ¡ay de los resultados! Compartimos nuestra incertidumbre.

Por último, dos notas: una sobre la presentación de Los sueños de América, libro de cuentos de Eduardo González Viaña, y otra sobre el número 56 de la revista Allpanchis, edición cuyo tema central es la salud en el campo.

Y ahí nos quedamos, por ahora.

Saludos, siempre esperanzados.

Domingo Martínez Castilla
Kuraka editor de Ciberayllu
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