Babilonia la grande

Fragmento: Olvídate

[Ciberayllu]

Óscar Ugarteche
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El silencio de la oscuridad. Susurros y agitación al lado. Fue en año nuevo de 1967 que Jerónimo y yo bailamos la última vez. No me acuerdo. Qué cansancio. La oscuridad me abruma. Veo sólo un poco de luz cuando abro los ojos. Debo estar muerta. No me salen las palabras. Cuánto tiempo ha pasado. Mi vida. ¡Qué hice con ella! Llegamos al hospital de Trujillo y mi papá estaba echado en un charco de sangre en las faldas de mi madre. Mi hermano José, el mayor de todos, manejó desesperado diciendo: «No se puede morir. No nos puede hacer esto». El Señor Castillo del Banco Alemán, parado afuera de la habitación con su sombrero en las manos y contrito. Pasaron más de treinta años cuando volví a sentir la desolación. Será que toda la vida se perdió en 1935. No recuerdo otra. Los caballos, Laureano con sus ojazos trayéndolos a las seis de la mañana para que saliéramos a montar. Los caballos. Laureano. No hubo más vida. Jerónimo. ¿Estará a mi lado? Debe haber sido mi imaginación. Después cosimos trajes para las señoras de Lima para poder pagar nuestras cuentas. A una señora se le cayó el rouletté mientras bailaba en el Club Nacional y mi tía casi nos mata. Nos morimos de la risa porque era una señora bajita y gordita y parece que tuvo que salir corriendo a su casa a la vuelta. Después de la hacienda ya no hubo vida. Sin papá, José enfermo del alma, nos volvimos costureras, mi madre y nosotras. Después internamos a José en Larco Herrera. ¿Qué le habrá pasado? Son sesenta años desde entonces. Cosí y cosí hasta que entré a trabajar de secretaria. Los cañaverales me encantaban. Siento que me voy. Que no puedo respirar. No tengo fuerzas. Estoy muy cansada. Quiero dormir para siempre y olvidarme.

¿Cuándo regresa Rosilú de Londres?, le preguntó Rosalba a su hermana Chichi en medio de la celebración de año nuevo en el Casino de Ancón. La inmensa terraza redonda con vista al mar era el escenario de gigantescas fiestas de verano donde iba todo el mundo. Al menos, todos los que eran alguien. Rosilú es la hija mayor de Lionel Zavala y Chichi Pardo de Balta y la hermana de Perico, de Pedro Martín como se le bautizó. Dicen que llamarle Perico a alguien como él, de noble cuna, es de callejón. Pero, ni modo. Así se llama. Y punto. Rosilú, antes de ser hija y hermana, es ella misma. Perico a los diecisiete era un muchacho delgado, de hombros cuadrados y cuerpo de nadador. Sus cabellos negros lacios contrastaban fuertemente con la cara cerúlea y unos labios carnosos de beso. Rosilú era muy dulce, trémulamente suave y rubia. Rosilú le decía a Perico que era el hijo del carbonero. Ella es fuerte, como veremos. Era el fiestón para abrigar a 1968 que recién comenzaba. Todos querían olvidar la devaluación de setiembre, primavera tímida y opaca, y un carrusel de Ministros de Economía. Nunca había habido tanta crisis, tanta corrupción, tanto desgobierno. Rosalba decía que debería haber un golpe de Estado para poner orden, que el comunista de Belaúnde iba a llevar al país a la ruina. Pelearse con Estados Unidos, a quién se le ocurre. Chichi le contestó a su hermana: Creo que Rosilú se queda en París. Le ha escrito a su hermano Perico que quiere estudiar arte y que le parece que debe quedarse unos años más para seguir una carrera. Como es mujer, el arte parece una buena idea. Le puede ayudar a decorar su casa, en fin, siempre es bueno hacerse de una cultura general que toda mujer debe tener. La idea ahora es irnos Lionel y yo a Londres para ayudarla a mudarse a París y después pasar el verano europeo con la familia. Perico debe darnos el alcance en sus vacaciones de julio. Nos vamos a mediados de Abril en el Reina del Mar. Qué rico, ¿no? Después arreglamos para que te quedes en la casa durante nuestro viaje. No nos parece bien dejarlo a Perico solo en la casa. Está con unas ideas raras desde que regresó de la sierra. Pensar que fue la propia secretaria del Presidente quien lo convenció a meterse a ese lugar lleno de indios malolientes. ¡Qué barbaridad!, dijo Chichi.

Claro, mi amor, yo me quedo feliz en la casa para cuidarlo a Perico. Sabes que lo quiero tanto. Es mi único sobrino, además. Te prometo que lo embarco en su avión apenas salga de vacaciones en Julio, le juró Rosalba. Pedro Martín Zavala Pardo de Balta, conocido desde su más tierna infancia como Perico, era el heredero virtual del Banco Nacional. El Banco de la gente como usted. Donde los ahorros son tan mimados como el cliente. Banco Nacional vela por usted. Radio Libertad da la hora: tres y quince. Radio Libertad. El Pajaroloco. Radio Libertad. El Banco Nacional. El más antiguo y más grande. Visite sus oficinas principales en Melchormalo o cualquiera de sus cientotreinta agencias alrededor del país. Radio Libertad da la hora: tres y dieciséis. El Banco Nacional establecido en 1882. Los Zavala llegaron de Tarapacá apenas iniciada la Guerra con Chile. Tras la invasión ellos y los Bolognesi se mudaron a Arica. Luego siguieron rumbo a Lima. A falta de La Banque National du Sud au Tarapacá, fondeé a 1827, Banco Nacional. Todas las generaciones de Zavalas produjeron un único heredero banquero. Nacían con cuello de chaqué y tongo. Contaban billetes en lugar de agitar la sonaja. Mamaban tasas de interés en lugar de leche. Eran banqueros natos, de familia de banqueros, así como los Glyn, o los Morgan, o los Rothschild. Y cada generación produjo un heredero varón. Todos eran idénticos. No muy altos, de hombros anchos, delgados de jóvenes y rechonchos de mayores, usaban el pelo peinado para atrás, salvo el mas viejo de los Zavala pintado con unos crespos napoleónicos mariconcísimos. En realidad era un general español que peleó en el ejercito napoleónico a favor de Pepe Botella y tuvo que salir a las volandas con la derrota de éste. Fue a parar a un lugar insólito, desolado, donde pudo establecer un banco porque con la Independencia hacía falta bancos y los ingleses no tenían ningún interés en esa región. Tarapacá, es decir. Todos tenían la barba partida, el pelo castaño claro, y la frente amplia. Las mujeres nunca tuvieron ninguna importancia, fueron invariablemente feas y bigotonas hasta que nació Rosilú, y siempre estuvieron representadas en el Directorio por el varón de su generación. Desde 1882. Tradición es clase. Banco Nacional, con oficinas en Trujillo, Piura, Arequipa, Tacna, Cusco y Huancayo. Uno y solo uno. Nunca se presentó el problema de que varios primos o tíos se pelearan por la injerencia en la administración del Banco. Recibían con felicidad sus dividendos y hasta allí era su presencia en este Banco, donde tradición es solidez. Por eso Radio Libertad da la hora: tres y diecisiete. El Banco Nacional. El prestigio y la solidez de la tradición. Su Presidente, Don Lionel Zavala y Goitia, dice: Ahorre en el Banco Nacional y yo les garantizo su futuro. Esas fueron las palabras de Don Lionel Zavala y Goitia. Radio Libertad da la hora: tres y dieciocho. Radio Libertad, la primera emisora musical del Peruuuuuuuu. Banco Nacional, su banco amigo.

Perico es el hijo varón único de su generación, sobrino único de sus tías abuelas Zavala, sobrino único de todas sus tías Pardo de Balta. Perico creció entre millones de tías viejas que lo querían a mares. A rorró mi niño/ a rorró mi amor/ Qué rico el chico, se parece tanto a su padre. Qué Zavala el chico. Banco Nacional le da la hora: Once de la mañana. El Banco Nacional le asegura sus ahorros. Es el Banco ahora asociado a la Compañía de Seguros La Providencia. Sólo el cielo puede ser mejor. Radio Libertad. Pajaroloco. Entró a la universidad rumbo a ser un Zavala Pardo de Balta de bien. Fue a un colegio de cinco estrellas, con ómnibus grandes, como los interprovinciales, donde sólo se hablaba inglés en los recreos y francés en el baño. Donde todos tenían departamento en Ancón y autos a los quince años. Donde correr autos en la Herradura era la regla y tomar cerveza, de mal gusto. Whisky, mierda, no seas cojudo. Radio Libertad le recuerda: El Banco Nacional de Don Lionel Zavala y Goitia da la hora: Una y quince. Era un muchacho sensible, muy católico, un poco frivolón, que hablaba mucho con Laureano y Flora, el mayordomo y la cocinera de la casa. Laureano era un cholo costeño, de eterno bronce, alto y delgado, de cabellos negros azulados, y un lunar pequeño en la oreja derecha. Se notaba la mezcla con blanco no muy atrás en su genealogía. A la distancia se le veía un caballero a las derechas. Flora era una historia aparte. Bajita y gorda, vino también de la ex-hacienda en los años cincuenta a visitar a Chichi, su madrina. Era una muchacha de veinte años cuando llegó y ya era gordita. Alegre y vital, de cuerpo campesino, largos cabellos negros, tez cobriza de costa, dibujaba una sonrisa que se desparramaba en carcajadas. Salvo, que no sabía hacer nada. Chichi entonces optó por mandarla a clases de cocina con Teresa Ocampo y de pata en el suelo y sólo aguadito pasó a ser la jefa de la cocina limeña, dueña y señora del filet mignon, y además, princesa de la marinera norteña. Cuidadito: La reina fue siempre Rosalba. Flora preparaba hasta los banquetes. Es más, Perico la amaba apasionadamente por el roast beef colorado que preparaba. En los días de salida de Laureano y Flora, Perico se iba con ellos.

Rosilú, su hermana mayor, fue la sobrina preferida única de todas sus tías que son las mismas, claro, que las de Perico. Rosilú es, además, ahijada de Rosalba y así será la depositaria de sus intimidades. De un día para el otro, fue enviada a un colegio de Inglaterra para hacer la secundaria. Estaba por terminar sus estudios en mayo de 1968. Primavera boreal florida, caliente, colorida, reluciente. Primavera del siglo. Banco Nacional da la hora: Once y cincuenta. Radio Libertad. Radio Nacional da la hora: Banco Libertad. Y la Primavera. Y París. Y 1968. Y los estudiantes. Y Cohn Bandit. Y toda esa huevada que carajo nos jodió la vida. Radio Libertad le recuerda: el Banco Nacional es tradición y solidez. Y París. Y 1968. Y los estudiantes. Y Rosilú era estudiante. Y qué culpa tiene el tomate. Y canta el gallo del nuevo El Glorioso Amanecer. Canta el Gallo de Esculapio. El Gallo. Maldito Gallo. 1968. Radio Nacional le recuerda el Banco Libertad lo librará de problemas y angustias. Usted perderá sus recuerdos y sus ilusiones. Se quedará con lo puesto. (Voz suave de mujer, casi susurrando: Banco Libertad: el banco libre.)

Ahora, hijo, es momento de estudiar, le dijo su padre, el día que el Rector lo llamó para decirle que Perico fue suspendido, porque había puesto en ridículo al Decano de Letras. Qué pasó, le preguntó Lionel a Perico. Nada, en clases de Lingüística el profesor había dicho que no es lo mismo decir conejo, que decir Co-ne-joó, con sabor a. Perico se rió con el ejemplo y el profesor lo mandó al patio. El Decano se lo encontró y le preguntó qué hacía fuera del aula. Le contestó: qué conejo le importaba. El Decano, ante esta falta de respeto, lo suspendió. No muchacho, le dijo Lionel a su hijo, debes respetar a tus profesores y a la autoridad. Tu misión en la vida ahora es estudiar. Luego, te puedes dedicar a las mujeres, a la política y a la buena vida, continuó. Eres un Zavala, no te olvides. Quiero que seas un hombre respetuoso de nuestro nombre y te dediques al Banco cuando te gradúes. Ya está arreglado para que practiques en el estudio de Paco Irrarázabal el próximo año. Ahora medita un poco sobre lo que has hecho y más tarde explícame a qué se debe esta falta de respeto. No eres un niño. Tienes casi dieciocho años y has visto un poco cómo es el Perú. Más sensatez y seriedad, le demandó Lionel, con firmeza. En ese momento, se abrió una compuerta inesperada de comunicación. Perico se comía las uñas.

Lacerado entre la fidelidad a su padre y sus sentimientos más profundos; entre el respeto al patriarca y sus afectos primarios; entre su deber ser y su querer ser; contestó, casi incontenible y subiendo el tono de voz adolescente: Es que la injusticia me subleva, papá. Todo este racismo que nadie quiere reconocer, me revuelve, papá. No todo el mundo vive en Javier Prado ni tiene un Laureano que le resuelve la vida, papá. Este es un mundo de mierda. Me irrita el trato de mi madre a la servidumbre. Es una cojudez que las mujeres vayan en falda a la universidad y que tengamos que ponernos corbata para impresionar a quién. Me friega que me den preferencia por ser blanco y me digan «señor» cuando a otros mayores que yo les dicen «chico». Odio el modo cómo las personas se vuelven cosas inanimadas si no es gente «decente», papá. No puede ser. En qué país de mierda estamos que nadie piensa que el prójimo es un igual. La Biblia no dice «¿ama a tu prójimo como a ti mismo?» Y lo aman yendo los mismos a la Cena del Cardenal para lucirse y que se note que todos ponen diez mil soles por comer pavo trufado para darle de comer al hambriento. Eso es una hipocresía y una estupidez. Yo voy a jalar el mantel de esa mesa alguna vez y no me va a dar vergüenza que tus amigos me vean hacerlo. Me indigna. Con una gran angustia en el estomago, tomó aire para seguir: Es más, no voy a volver a ningún club ni tampoco voy a estudiar Derecho. Quiero estudiar sociología. No voy a trabajar en tu Banco de mierda. Qué dice Brecht. ¿Quién es más ladrón? ¿El que funda un banco o el que lo roba? ¿ No comprendes, papá?

Basta. Basta y cállate, muchacho de porquería, replicó su padre. Basta ya. Silencio, le ordenó Lionel con la mano en posición de bofetada contenida. No sigas y no uses ese lenguaje. No te lo permito. Si sigues así, te vas de la casa.

No importa, le contestó Perico desquiciado de la ira y se secó el sudor que perleaba por su frente. Tú vas a estudiar Derecho, vas a trabajar en el estudio Irrarázabal para aprender el teje y maneje de las leyes y después vas a entrar de portapliegos al banco para que lo conozcas desde abajo. Esa es una orden.

No voy a estudiar Derecho sino Sociología. Quiero entender en qué país vivo, papá, le dijo casi suplicante. No entiendo nada. No me gusta lo que veo. Estoy volviéndome loco.

Una carrera de comunistas. Quieres estudiar una carrera de comunistas en la Universidad. Ya me habían dicho. Esa Universidad está hecha una porquería. Esos curas son una basura. Ateos es lo que son, le rebatió su padre. Por esto los deportó Carlos III. Qué desastre. Te vas a ir a estudiar a Inglaterra en setiembre. Te vas a ir a Trinity para que te formen como me formaron a mí. Fue una estupidez no mandarte el año pasado. Tu mamá y sus ideas que los jóvenes deben estar en contacto con el Perú. Y su amiga esa, la de Palacio, la cripto-comunista. Voy a arreglar eso ahora mismo. No puede ser. Para eso no te mando a la Universidad. Sorbió un poco de whisky de un vaso de cristal cortado, tomando aire. Lionel sentía que el corazón le iba estallar. Se acercó a la ventana y miró el jardín. Aspiró el aroma de jazmines de la enredadera de la casa. Vio los alelíes al fondo. Era un jardín muy cuidado. Las madreselvas cubrían los pensamientos bajo la sombra de los arboles y las palmeras. Se acordó de cuando habían plantado las palmeras y Perico había aprendido a pararse colgándose de las ramas pequeñitas, como un monito. Perico era bien lindo con sus ojazos negros y su pelo negro chivillo, pálido y de labios rojos carnosos. Era un bebe lindo y cariñoso. Upa, papá. Sus primeras palabras y lo abrazaba y se le dormía en el hombro cada vez. El bebe se acurrucaba en el hombro de su papá y se quedaba dormido siempre. /Frere jacques/ frere Jacques/ dormez vous/ dormez vous/ sonnez les mattines/ sonnez les mattines/ ding dong dang/ ding dong dang/ Se acordó cuándo llegó el primer jardinero de la hacienda del Norte y del arribo del otro que decían que era hijo de Laureano. Un muchacho de veinte años. Lionel fue un padre devoto. No se perdió una función de teatro donde su hijo actuara a los cuatro años, ni una del coro a los ocho años, ni un recital de poesía a los catorce años. Lorsque j’avais six ans j’ai vu, une fois, une magnifique image, dans un livre sur la Foret Vierge quis’appelait «Histoires Vécues». Le cantó canciones de cuna y le leyó en francés a su hijo como su abuela se los había leído a él. En su recuerdo, el francés era un idioma infantil, suave y dormilón, como Periquito. No se perdió una ceremonia de clausura de año aunque siempre eran a la diez de la mañana y hay que ir a la oficina, pero igual. En todas las ceremonias se le veía. Y en misa, siempre tres días antes del Día de la Madre. Era un colegio laico, extraño. Hacía misas, pero en otro lado. Lionel fue bastante más papá que Chichi mamá. Such is life in the tropics, chiquito. Aunque no te guste. Jódete.

Quizás mi ausencia te haga bien para que reflexiones, le dijo más sosegado. Yo te ofrezco unas vacaciones en Europa en julio, a pesar de todo. Si quieres ser un renegado de clase, puedes irte de la casa y ver cómo vives. Entretanto nosotros nos vamos y ojalá recapacites. Perico se quedó parado sudando, resoplando todavía. Mirándolo a los ojos, en un murmullo, dijo: Me has echado de la casa. Me has echado de la casa. Está bien. Está bien, papá. Está bien. No importa, papá. Está bien. No te preocupes de nada. Soy grande, papá. No te preocupes, papá. Te voy a demostrar de lo que soy capaz.

Dos semanas después de este incidente, los Zavala en efecto zarparon a Europa. El Reina del Mar se encontraba engalanado, había comida y champagne, una orquesta, piscina y un viaje de un mes por delante. Perico se quedó bajo el cuidado de su tía Rosalba diciendo adiós desde el muelle mientras la inmensa nave se alejaba y viraba rumbo al Norte. A la semana siguiente volvió a clases y continuó con sus estudios de humanidades y entró en los círculos del Frente Revolucionario Universitario Nacional (FRUN). En tanto el Reina del Mar cruzó las esclusas de Panamá, subió al Caribe, surcó el mar azulino y transparente, se detuvo junto a las piraguas en Cartagena y los pasajeros vieron a los niños negros desnudos buceando las manzanas rojas que brillan rojas en el fondo del mar transparente, rojas. Radio Libertad da la hora: tres y treinta. El Banco Nacional. Su Banco amigo le recuerda, tradición es solidez. Y la revolución caliente, como le gusta a la gente, azúcar, clavo y canela. Y Radio Nacional. Banco Libertad. Libertad. 1968. Praga, México y los Beatles y que culpa tiene el tomate y el barco surcaba hacia Francia y no se vayan. Espérenme. No me dejen. Quiero libertad.

Libertad de qué, ¿ah?

¡No sé!

Después de esto vi cómo bajaba del cielo otro ángel que tenía gran poder, y con su gloria se iluminó la tierra. Y clamó con gran voz diciendo: «Ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser el albergue de demonios y refugio de todo espíritu inmundo y refugio de toda ave impura aborrecible. Porque del vino de su furiosa fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el poder de su lujo se enriquecieron los mercaderes de la tierra.» ...Y vi un ángel que descendía del cielo y tenía en su mano la llave del abismo y una gran cadena. Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años y lo arrojó al abismo... después de lo cual ha de ser soltado por un poco de tiempo. Alabado sea el señor, Dios del Universo. Apiádate de nosotros. Dios nuestro señor nos proteja y nos ampare en su infinita misericordia. Diez padres nuestros y diez aves marías. En silencio. Me arrepiento señor de todos mis pecados. Estás perdonado, hijo. Soy culpable, señor. Usted es el culpable de todas mis angustias y de todos mis desvelos. Te lo pedimos señor. Perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y una flor en el pantano siempre es una flor.

Amén.

A otro fragmento...

© Óscar Ugarteche, 1999, [email protected]
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