Jirón San Martín |
Camino hacia el jirón Grau: por las mañanas, entra por él, de abajo hacia arriba, el vital sol andino; por la tarde, soplará en sentido contrario el viento frío que viene del tutelar cerro Huancas, cuya sombra se acrecentará anunciando que es hora de abrigarse. Y estos cambios se sienten mucho más en esta época, cuando no llueve y cuando los días tibios se alternan con noches más que heladas, cuando contar estrellas es un ejercicio inútil, por lo interminable.
Tienda de abarrotes |
Lo primero que veo en Grau es una típica tienda de abarrotes, que no ha cambiado en los últimos años: aguardiante de Monobamba, en la ceja de selva jaujina; coca, vinos, velas, licores, cigarrillos «Nacional» e «Inca». Una mezcla de recuerdos antiguos y reservas nuevas compiten en el cerebro. Tienda de abarrotes: coca, caña y cigarros para los campesinos aparceros, partidarios o simplemente peones, eran y quizá siguen siendo parte del pago por el trabajo ajeno.
Pero ahora tengo un interés muy específico: pan, pan de a huevo, bollos, molletes, roscas, aldabitas, alfajorcitos, que sé que los venden en la esquina del jirón Grau con la plaza de La Libertad, a sólo dos cuadras más abajo. (En Jauja, como en toda la sierra del Perú y como en muchas otras regiones montañosas del mundo, los puntos cardinales son Arriba y Abajo. Norte, Oeste... esas cosas no se usan.)
Allá voy, pan nuestro de cada día.
© Domingo Martínez Castilla, 1998
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