Lucha de dioses y creaciones humanas en la costa andina*
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Eusebio Manga Quispe
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«De manera que estos indios tuvieron por mayores y preminentes en superlativo grado a estos dos dioses Cons y Pachacama, porque fueron más poderosos que el sol, ni la luna, ni la tierra; más que idos estos dioses quedaron estos tres por dioses, pues los ven cada día, porque acrecientan, multiplican y clarifican lo que los otros hicieron y formaron. Esto me paresce que basta decir en cuanto a lo que toca a las supersticiones tan pésimas y tan malas que usaban estos indios en aquel a tiempo tan feroz y de tanta ceguera en que el demonio los tenía engañados en muchas y diversas cosas de gran maldad y abominación de la soberbia. Mas, en fin, al fin todo hubo fin con la venida de los cristianos [...]».
Gutiérrez de Santa Clara: [1544-1548], libro III, Cap. LVI.
n los mitos antropogónicos de la costa del actual Perú llama la atención la presencia de dos divinidades en constante pugna, una creando y la otra destruyendo las humanidades del mundo andino1. Estas noticias míticas, a pesar del esfuerzo de los extirpadores de idolatrías por hacer desaparecer todo viso de religiosidad nativa para facilitar la imposición del nuevo dios, subsistieron gracias a su consideración de «cosas del diablo». Estas informaciones se hallan dispersas, en distintos documentos, unas recogidas en el siglo XVI y otras en el XVII.
En los primeros documentos del siglo XVI que tratan estos hechos míticos, están los anotados por personas ajenas al mundo religioso, pero muy creyentes; entre éstos hallamos al cronista Gutiérrez de Santa Clara (1544-48). Los apuntes de este cronista sobre la religión son muy poco conocidos debido a que se hallan en una obra que trata de guerras (Quinquenarios o Historia de las guerras civiles del Perú). Están también los recopilados por López de Gómara (1552) y Agustín de Zárate2 [1555]. Los dos últimos autores, al menos en parte, los copiaron de la versión original anotada por Rodrigo Lozano, uno de los primeros españoles afincados en Trujillo, Perú (Pierre Duviols 1983).
En las versiones tardías, correspondientes al siglo XVII, encontramos la carta Annua (Jesuítica) de la Provincia del Perú recopilada en 1617. Las aportaciones de esta explicación, en el fondo, coinciden con las recogidas en 1639 por Antonio de la Calancha3. Esta última transcripción es la que mejor completa las noticias del siglo XVI, pese a que hay una diferencia de casi ocho decenios.
Entre los documentos del siglo XVI y XVII se perciben destacables diferencias: así, en las primeras declaraciones los nativos de la costa4 dijeron que habían sido creados o criados (ver nota 9) por la divinidad Pachakamaq, en contraste con las declaraciones del siglo siguiente, en la que no aparece esta divinidad como creadora de los costeños.
Ateniéndonos a lo dicho, en este artículo vamos a interconectar los datos que se dejen tejer, para desentrañar estos confusos solapamientos. Y los datos que escapen a estas conexiones quedarán como flecos o partes de un rompecabezas en espera de posteriores estudios que consigan encajarlos en su totalidad, si realmente pertenecen al mismo tejido. Este ensayo lo plantearemos en tres partes: 1) discutiremos el significado de los nombres de las divinidades, y buscaremos las características y perfil de cada una de las divinidades; 2) Clarificaremos el número de intervenciones de cada una de las divinidades, en especial la que corresponde a Pachakamaq; 3) finalmente plantearemos la lucha de las divinidades «Con» y Pachakamaq en un marco global, definido en los conceptos andinos de urin y janan (ver nota 5).
El temprano cronista Gutiérrez de Santa Clara es quien mejor traza la relación de «Con» con el astro sol y de «Pachakamaq» con los astros luna y tierra. Este autor sitúa a las divinidades superiores en un campo cosmogónico superior, y especifica la función secundaria de los astros (sol, luna y tierra) que era la de actuar como intercesores que vinculaban a los hombres con las divinidades superiores (ver el texto que está al principio del artículo).
Con respecto a la divinidad «Con» o «Cun», los estudiosos, sin excepción, están de acuerdo en aceptar que fue una deidad anterior a Pachakamaq; sin embargo, con relación al significado de su nombre hay algunas divergencias. La mayor parte de los autores la relaciona con el astro sol. No obstante, hay excepciones, como Alfredo Torero, quien, basándose en el significado de coñ o qon en la lengua quingnam (el idioma de «los llanos» de Trujillo), la identificó provisionalmente como el dios del Agua (1990). Por otra parte, Marco Ferrel considera que la partícula Cun de «Cuniraya» deriva del aymara K"unu (nieve: el de la abundancia de nieve) y pone en duda la relación de «Cuniraya Wiraqucha» que emerge en el altiplano, con la deidad «Con» o «Cun» de la costa (1990). No obstante, en un trabajo anterior (Manga, 1994 b), la divinidad «Cuniraya», en las tradiciones de Huarochiri5, fue identificada con el concepto janan (reciente), que simboliza a la luz, al sol, y al rayo. En esta obra, Cuniraya Wiraqucha (divinidad solar), se enfrenta a los seguidores de Pachakamaq (divinidad lunar). Por tanto, ya tratándose de «Con» o «Cuniraya Wiraqucha» del altiplano, ambas son deidades solares y poseen características parecidas.
Por tanto, seguimos indagando a través de los textos antiguos las características de las divinidades que tienen como nombre el calificativo de: «Cons», «Con», «Cun» ó «Cuniraya», o llevan añadidas estas partículas en su lexema como es el caso de «Cuniraya Wiraqucha» y «Con Tiqsi Wiraqucha».
Así, los apuntes de Francisco López de Gómara y Agustín de Zárate dicen que la divinidad «Con» vino del norte6, llenó la tierra de hombres, mujeres y animales. Enojada por lo que algunos hombres le hicieron, les quitó la lluvia y transformó la tierra fértil que les había dado en arenales secos y estériles (como ahora son), dejándoles sólo los ríos. Esta divinidad actuaba utilizando únicamente la palabra o la voluntad.
«Con [...] andaba mucho y ligero, y acortaba el camino bajando las sierras y alzando los valles solamente con la voluntad y su palabra [...]» (López de Gómara: mito 2).
«[Con] acortava o alargava el camino a su voluntad, y levantava y abaxava las sierras» (Zárate: mito 3).
Estas creaciones sobre la base de la palabra y la voluntad se ven confirmadas por las anotaciones de Gutiérrez de Santa Clara. Así, encontramos a «Con» utilizando sólo el pensamiento y el resuello en una creación muy relevante, porque constituye una auténtica cosmogonía.
«Cons» [...] formó el cielo, sol, la luna, estrellas y la tierra, con todos los animales y lo demás que hay en ella, que fue tan solamente con el pensamiento [...] y que formó con su resuello todos los indios y los animales terrestres [...]. Y que después se fue a la mar y que anduvo a pie enjuto sobre ella, y sobre los ríos y que crió todos los peces que hay con sola su palabra, y que hizo otras cosas maravillosas, y que después se fue desta tierra y se subió al cielo (sic)» (Gutiérrez Sta. Clara: mito 1).
Configurado el perfil de la divinidad «Con» como utilizador de la palabra, nos ocuparemos de la forma de actuar de la divinidad «Cuniraya», que también contiene en su nombre el lexema «Cun» y que se destaca también como administrador de la palabra con poder. En este texto, Cuniraya Viracocha actúa como creador y no solo como animador u organizador, como algunos autores sostienen. Este hecho se recoge en el siguiente texto:
«Este Cuniraya Viracocha convertido en un hombre «pobre» andaba con su capa y su cusma hechos harapos, este hombre kamarqan [crea] a todas las llacta [naciones] existentes con sola su palabra, preparaba el terreno y consolidaba los andenes, con nada más que arrojar una flor de cañaveral pupuna abría una acequia desde su fuente» (Cap. 2).
En el texto siguiente también se hacen evidentes las virtudes de «Cuniraya» como utilizador de la palabra con «poder».
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Aparte de esta característica, Cuniraya destaca también en otros sentidos muy importantes, como se aprecia en la oración que reproducimos.
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Continuando con nuestra localización, encontramos en el lago Titicaca el nombre «Cun» (costeño) añadido a Wiraqucha: «Wiraqucha Cun/niray/ya», como se aprecia en el siguiente texto recogido en las tradiciones de Huarochiri (capítulo 1, Ms. folio 64).
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Nuestra traducción al castellano
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Interpretación: Sin embargo, a Kuniraya ya lo han conectado (vinculado) a la existencia de Wiraqucha.
Este último párrafo, que vincula a «Cun/niray/ya» con Wiraqucha en todas las interpretaciones, incluidas las de lengua inglesa, escapó a una buena interpretación. El texto es inequívoco, «Cun/niray/ya» y Wiraqucha se presentan como dos nombres distintos, o dicho de otra manera, como dos divinidades; el párrafo dice que «Cuniraya» o «Qun/niray/ya» ya estaba vinculado o relacionado a «Wiraqucha», lo que demuestra que esta conexión fue realizada con posteridad (requiere un trabajo aparte).
Siguiendo con la divinidad «Con», las relaciones entre estos dioses solares nos permiten proponer la hipótesis de que el nombre de «Cuniraya» bien puede ser la simplificación de la palabra compuesta quechua Qon/niray/ya o Qun/niray/ya. Qun es la tercera persona del verbo quy, que significa dar; niray, decir y la partícula «ya» tiene el significado de un enfatizador de la palabra decir. La «n» de «qun» es una partícula que representa un signo de respeto y también actúa como definidor de una 3ra. persona. La traducción, por lo tanto, del nombre compuesto Qun/niray/ya se acercaría a la siguiente definición: «La esencia del dar y del decir». Esta proposición también sería aplicable al nombre «Cun» (Qun) de los mitos que estamos tratando y que se traduciría como «el dador-creador». En el nombre Qun/niray/ya hallamos dos de los cuatro verbos monosilábicos que todavía mantiene el idioma quechua de hoy; faltan sólo los verbos: kay que significa ser y el riy que es ir.
Sin embargo, la divinidad solar, pese a los poderes que posee, tiene como contraposición a otra llamada Pachakamaq, que aparte de sus poderes en las profundidades de la tierra terremotos, tiene también el poder de crear alimentos cultivables y, por último, la autoridad simétrica de concebir seres humanos como la propia deidad solar. El concepto pacha que forma parte de su nombre [Pachakamaq] la define como creadora de espacios y tiempos nuevos.
Con respecto al nombre de Pachakamaq, Gerald Taylor, entre otros, sobre la base del campo semántico de la raíz camac, camaquen, camasca, ha deducido el significado de Pachakamaq como «animador» (transmisor de fuente vital) (Taylor 1987: 24-25). Alfredo Torero considera que el nombre de esta deidad panandina recoge el significado de «animador» y «regulador» del mundo y no la de un «creador» o «hacedor» (Torero 1990: 250-251). Rafael Karsten considera Wiraqucha y Pachakamaq como dos nombres diferentes pertenecientes a la misma divinidad, el primero para las zonas montañosas y el segundo para la región llana de la costa del Pacífico (citado por Franklin Pease). Franklin Pease dice que, además de lo propuesto por Karsten, indican estos nombres la oposición entre los mundos de la costa y la sierra. El primero sería un dios celeste (uránico) y andrógino (se refiere al dios del altiplano) y Pachakamaq (ctónico) sería el «señor de la tierra», autor de los terremotos (Págs 34 y 60).
En este trabajo, sostenemos que tanto Con como Pachakamaq se presentan como dos divinidades independientes y, a la vez, con características de ser creadoras y destructoras de humanidades. Y por extrapolación, tampoco Pachakamaq tiene nada que ver con la divinidad Wiraqucha del altiplano.
Vista la diferencia entre Con y Pachakamaq nos centraremos en la segunda intervención de Pachakamaq como creadora de una generación humana, que se contabilizaría como la cuarta (en el número total de creaciones) y, a la vez, seguiremos apuntando otras peculiaridades que irán emergiendo.
En las primeras versiones del siglo XVI, Con y Pachakamaq aparecen realizando dos creaciones y una destrucción (tres secuencias): la primera creación corresponde a Con o Cun (deidad solar) y la siguiente a Pachakamaq (lunar). Los yungas (costeños) decían haber sido creados por Pachakamaq y estaban ufanos de tal hecho y, además, explicaron los arreglos que su divinidad había hecho con la divinidad de los occidentales. Entre los cronistas que recogen estos pactos están: Pedro Cieza de León (1553), a quien dijeron que tanto Pachakamaq como el dios que los cristianos predicaban eran la misma cosa (1984: Crónica Cap.LXXIII), y una historia similar contaron a Fray Bartolomé de la Casas (1566), en la que Pachakamaq estuvo enojado en principio con los nativos, pero luego les dijo: «pero he perdido el enojo, porque ya estamos concertados y confederados el dios de los cristianos y yo que nos adoréis y sirváis a ambos (1958: Cap. CXXXI). Tenemos otro apunte del Tercer concilio Limense (1583), donde los «hechiceros» engañaban a los nativos diciéndoles: «Que bien se puede adorar a Jesucristo nuestro Señor y al demonio [Pachakamaq] juntamente; porque se han concertado ya entrambos y están hermanados» (Pág. 262). También hay cronistas del siglo siguiente que recogen estas noticias sobre la identificación de Pachakamaq con el dios de los occidentales7.
Así, 80 años después, en los apuntes de la carta Annua y Antonio de la Calancha (siglo XVII), el dios Pachakamaq ya no aparece con claridad como en el siglo XVI, creando a los costeños. Esta versión tardía termina con una creación humana realizada por una deidad solar que, en este caso, está representada por el padre (solar) de Vichama (hijo solar).
Esta diferencia entre las versiones del siglo XVI y XVII nos plantea algunas interrogantes ¿Por qué los yungas ochenta años después ya no estaban ufanos de haber sido creados por Pachakamaq? ¿qué ocurrió con el supuesto pacto alcanzado entre la divinidad de los invasores y Pachakamaq? ¿era necesaria que la deidad de los costeños se «sumergiera» para dejarle libre el camino al dios de los extranjeros?.
Sea como fuere, el hecho diáfano es que los costeños, ochenta años después, ya no nombran a Pachakamaq como su creadora. Esta situación deja de manifiesto que ocultaron la segunda presencia de Pachakamaq, tanto a los recopiladores de la carta Annua como a Antonio de la Calancha.
En consecuencia, en el mito recogido por Calancha sobre las actuaciones de un Pachakamaq, a pesar de hacer referencia a una sola presencia, deja traslucir los rasgos de otra existencia. Estos solapamientos pueden dilucidarse indirectamente por las siguientes concatenaciones.
Los textos anteriores dejan traslucir dos presencias de Pachakamaq: en una primera ocasión haciendo una creación de alimentos comestibles y una generación de hombres y, en una segunda, aparece interviniendo como un «renovador» un «mundificador» y creador de una nueva generación de hombres y mujeres. Esta última creación fue la que coincidió con la llegada de los cristianos al mundo andino.
La aparente desaparición de Pachakamaq en la reelaboración mítica del siglo XVII se vislumbra, de modo accidental y solapado, en los propios apuntes de Antonio de la Calancha. Una atenta lectura del mito recogido por Calancha hace emerger esta última intervención de Pachakamaq. Apuntamos a continuación el texto, los subrayados son nuestros:
«Viendo el Vichama el mundo sin hombres y las guacas (Waka) y Sol sin quien los adorase, rogó a su padre el sol criase nuevos hombres, y él le envió tres huevos, uno de oro, otro de plata y otro de cobre. Del guevo de oro salieron los curacas, los caciques y los nobles que llaman segundas personas y principales; del de la plata se engendraron las mugeres de estos, y del guevo de cobre la gente plebeya, que hoy llaman Mitayos, y sus mugeres y familias. «Este principio creian como si fuera artículo de Fé todos los indios de guaura, de Cupi, de la Barranca, de Aucayama, de Guacho, de Vegueta, i los que abitan la costa,(.....) i los pueblos que corren la costa al mediodía hasta arica que venera sus peñoles, rocas, o escollos, solo diferencian este origen, diciendo, que los ombres que se criaron despues para poblar este mundo, i adorar con sacrificios a los Dioses y guacas, los crió del Dios Pachacamac, enbiando a la tierra quatro estrellas, dos varones y dos enbras, de quien se procrearon los Reyes nobles y generosos, i los plebeyos, pobres i serviciales. Mandando el supremo Dios Pachacamac que a las tales estrellas que él avia enviado, y las bolvia al cielo, i a los Caziques i Curacas convertidos en piedras los adorasen por guacas, ofreciédoles su bebida, i plata en oja». (Calancha: 1639, L. II, Cap. XIX). (Las cursivas son nuestras.
Sin ninguna duda aquí reaparece el Pachakamaq de las primeras versiones del siglo XVI, en la costa sur, donde los nativos aún seguían manteniendo la cuarta creación de Pachakamaq y explicando que habían sido creados por esta divinidad.
Esta nueva creación de Pachakamaq sería la cuarta, en la secuencia de creaciones del hombre andino, y octava pugna de dioses. Del siguiente modo se define en los textos del siglo XVI esta intervención:
«Vino a la tierra un dios más poderoso que Cons, llamado Pachacama, que quiere decir. Hacedor del mundo, o reformador y destruyó con agua y fuego todo lo hecho por el anterior dios, y a los indios que había, los convirtió en simios y monas y los envió a vivir a los Andes (Selva). [...] Pachacama, como poderoso en todas las cosas, [...]las tornó a reformar y a mundificar, y que crió de nuevo otros indios y muchas indias bien hermosas, A los unos hizo poblar la serranía y a los otros los llanos de la marina (Costa)» (Gutierrez de Santa Clara). (Los remarcados son nuestros).
«Sobrevino Pachacama, hijo también del Sol y la Luna, que significa criador, y desterró a Con, y convirtió sus hombres en gatos [...]; tras lo cual crió él de nuevo a hombres y mujeres como son ahora, y los proveyó de cuantas cosas tienen. Por agradecimiento a tales Mercedes le tomaron por dios, y por tal lo tuvieron y honraron en Pachacama, hasta que los cristianos lo arrojaron de allí, de lo que mucho se sorprendían[...]» (López de Gómara). (Los remarcados son nuestros).
«de la parte del Mediodía vino otro hombre más poderoso que se llamava Pachacama, que quiere dezir criador, [...], y que con su venida desapareció Con. Y quedando aquellas gentes sin capitán, Pachacama les convertió en aves, y en monos, y gatos, y ossos, y leones (sic) y papagayos, y otras aves que andan por aquella tierra y que éste crió los Indios que agora son, [...]» (Agustín de Zárate).
Esta nueva generación de humanos tiene la singularidad de haber sido creada para poblar tanto la costa como la sierra8. Este Pachakamaq dice haber creado a los hombres y mujeres «como son ahora» refiriéndose al tiempo de la presencia de los cristianos en los Andes.
Agustín de Zárate, aparte de decirnos que Pachakamaq «Creó los indios como ahora son», refiere en sus comentarios una sucesión de tiempos en que las divinidades reaparecen una y otra vez. Sus palabras dicen: los «indios» sólo saben su origen «añadiendo y componiendo en cada siglo lo que a cada uno le parecía» y de Pachakamaq «que duró Pachamaca [Pachakamaq] muchas edades, hasta que los Christianos llegaron al Perú, que entonces nunca más pareció». Estos apuntes presentan distintos tiempos y distintas recomposiciones mitológicas, con distintos protagonistas que otorgan dinamismo a los surgimientos y resurgimientos de las deidades costeñas.
Con respecto a la forma como realizaban sus creaciones estas divinidades costeñas: La carta Annua, Calancha y Arriaga aluden que se producía mediante el envío de huevos de oro, plata y cobre (mito 4, 5 y Arriaga 1968: Cap. VII) y en cuanto a la divinidad Pachakamaq mediante el envío de estrellas como manifestaron los nativos de la costa sur andina.
En resumen, esta parte del artículo ha definido que Pachakamaq estaba vigente y realizando sus funciones en el tiempo en que los españoles desembarcaron en la costa andina.
Dicho esto, ahora plantearemos el enfrentamiento de divinidades costeñas. Sin embargo, antes de empezar este último punto, apuntaremos las circunstancias etnohistóricas en las que fueron recogidas las mitologías que hablan sobre las creaciones y destrucciones de humanidades.
«marítimos que son los Iûgas [yungas] abitadores de los llanos y arenales de Piura hasta Arica, [...]. Dice una fábula que ellos creían por infalible [...] y llegó asta Guarmey por la parte de los llanos, i en todos los pueblos y comarcas lo creían, i aún oy lo creen mucho más que los artículos de la Fé, i no admiten aver sido el principio de los onbres Adan y Eva. Sino los que en sus informaciones, donde declararon más de mil testigos [...]» (Calancha 1638, L.II Cap. XIX).
Según el texto, estas proezas estaban vigentes en todos los pueblos de la zona costera, desde Piura hasta Arica y estas «fábulas» eran admitidas por los nativos como un hecho incuestionable y un dogma de fe. En el contexto geográfico andino del antiguo Tawantinsuyu, se circunscribiría a las regiones del Chinchaysuyu y Cuntisuyu.
* Agradezco a quienes hicieron posible la elaboración
de este artículo: José Giménez Cortés, quien supo darle sentido y coherencia;
Juana Puga Larrain por su entusiasta lectura y sus acertados comentarios; a
Alfredo Torero por sus apreciadas observaciones.
Los mitos que me auxiliarán en este trabajo los reproduzco a modo de apéndice, con títulos cambiados para ayudar a los lectores. El mito 3 corresponde a la a la versión de Agustín de Zárate publicada en Amberes y se halla como un apéndice en el artículo de Marcel Bataillón «Zarate ou Lozano» (Págs. 22-23), publicado en la revista Caravelle, Cahiers du monde hispanique et luso-brésillen 1. 1963, Toulouse (Francia). El mito 4 corresponde a La carta Annua Jesuítica que fue publicada por Pierre Duviols en la Revista Andina, diciembre, 1983.
1 Mundo andino: concepto global que utilizo para referirme a las culturas y civilizaciones pre-incas y a la propia civilización del Tawantinsuyu. Esta última fase que arranca con los Qhapaq Ingas del Cusco (¿1438?).
2 A la historia...de Agustín de Zárate publicada en B.A.E. tomo 26, Madrid 1947 le faltan tres capítulos. Así, el libro primero de esta versión sólo consta de XII capítulos. Sin embargo, la edición de Amberes tiene tres capítulos más, o sea XV Caps. Hallándose los capítulos que faltan entre los apartados IX... X de la versión madrileña.
3 Calancha aparte de sus propias averiguaciones utilizó para la elaboración de su crónica un manuscrito redactado en latín por el jesuita Luis de Teruel 1620 (Pierre Duviols 1983). Esta obra trataba sobre la religión de los indígenas. En la actualidad, aún sigue perdida.
4 Costa andina, lugar donde estuvieron ubicadas buena parte de las culturas locales pre-incas, con dataciones que superan los 5000 años antes de nuestra era y los «reinos» costeños desde 500 años antes de nuestra era. Los mitos aquí discutidos precisamente corresponden a esta área geográfica. Que en terminología andina correspondería a las zonas conocidas como el Chinchaysuyu y el Cuntisuyu (como parte de los cuatro suyus).
5 Deidades solares: Janan. El hecho de que la deidad solar fuera identificada con el concepto janan o «reciente» en las tradiciones de Huarochiri y en el mito de Wakun y los Willka, no excluye que las deidades solares en otros mitos, se presenten como los antiguos o primigenios, o sea, como urin. Hemos aclarado que los conceptos urin (antiguo) y janan (reciente) son conceptos relativos que se comportan intercambiándose y generando una concepción dinámica de tiempos/espacios andinos. Así, se ha definido en otros artículos que elaboré en : 1994a, 1994b.
6 La divinidad Pachakamaq, a diferencia de la divinidad Con, procedía del sur.
7 Antonio de la Calancha [1638] recoge este pacto entre la divinidad andina y la cristiana citando a fray Gerónimo Roman en la república de las Indias Occidentales (Calancha en el L. II, Cap. XIX). Y otro cronista que apunta este hecho es Ramos Gavilan fray Alonso [1621] que lo hace en el Cap. XXVII.
8 Poblar la sierra. Cronología de la cuarta creación humana de Pachakamaq con humanos «para poblar tanto la costa como la sierra», según nuestra apreciación, coincidiría, con la tercera reexpansión del Quechua de la costa a la sierra. El QII B-C o Chinchay, se divide, a su vez, en dos vertientes, una de las cuales (el QIIC) llega a Ayacucho, Cusco y Altiplano entre los años 1000 y 1500 después de nuestra era, según datación glotocronológica y léxicoestadística (Torero 1974). Esta datación, a su vez, coincide arqueológicamente con la época V (decadencia) y estilos locales del Tiawanaku del cuadro cronológico de Karen L. Mohr Chávez (1989).
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