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ientras el más triste de los sainetes o la más feliz de las tragedias continúa desarrollándose en el Perú, acaparando la atención de un público siempre hambriento por chisme y escándalo televisivo, incluyendo mea culpa, mea kurakíssima culpa a este editor (quien diariamente lee las increíbles transcripciones de las filmaciones y los vanos intentos ponciopilatescos de los otrora oficialistas); mientras se da este lamentable y al mismo tiempo purificador espectáculo, el resto del mundo sigue dando vueltas. (Para quienes no somos precisamente fanáticos del capitalismo, neoliberal o no, ha sido tontamente gratificante ver con qué facilidad los más reconocidos capitalistas peruanos acudían a hacer arreglos y buscar favores con un espía mediocre e ignorante... que se aprovechaba de ellos. ¡Ah, qué deliciosa sensación de estar en el lado correcto! Omnia vanitas.) ¿El mundo? Bueno, veamos: en los Estados Unidos hay nuevo presidente, los zapatistas marchan en olor de multitud, los salvadoreños levantan la cabeza ante varios terremotos, Pinochet ya no tiene donde esconderse de la historia, la violencia continúa en Colombia; es decir nuestra América sigue siendo nuestra América (y hoy mismo está de carnaval, llena de primeros amores ¡qué nostalgia!, música en las calles de Bahía y en los senderos andinos, coquetería y atrevimiento por todo lado, fiesta de la carne, de la generosidad, de la igualdad). No se ven por lado alguno signos de que la panacea neoliberal sea algo más que un placebo para los países del sur. Sí se ven, en cambio, evidencias de que mucha gente ya se está dando cuenta de que la prédica neoliberal se ha dado simultáneamente con el mayor crecimiento de postguerra en los países del norte y un estancamiento considerable en los países del sur, y que tal constraste no puede ser pura coincidencia, sino una consecuencia de un modelo que perpetúa muy bien la desigualdad de los términos de intercambio (concepto algo olvidado: yo te doy tanto, tú me das tanto, y al final sólo uno sale ganando). En el pequeño febrero, ha habido mucha actividad en Ciberayllu. Saludamos la aparición de la versión en inglés de El falso dilema, el importante libro de nuestro querido Óscar Ugarteche, muy oportuno para contrastar puntos de vista con El misterio del capital de Hernando de Soto, acerca del cual ofrecemos una crítica del antropólogo español Jorge Gascón. Después de algunos meses de ausencia, María Isabel Guerra regresa a nuestras páginas con una entrevista a Celso Garrido Lecca, destacado compositor peruano. En poesía, damos la bienvenida a Leo Zelada, de las hornadas más recientes de la poesía peruana, que comparte con nosotros tres poemas de su libro Delirium Tremens. Y Jorge Frisancho, cuasi poeta en residencia de esta casa virtual, nos envía unos muy recientes versos escritos desde su oficina. En cuanto a narración, hay un pequeño y fresco meta-cuento de Margarita Saona, que tiene su hinchada en estos pagos electrónicos. Y cerramos el mes nada menos que con un cuento ganador del premio Juan Rulfo; damos la bienvenida a su autor, el escritor peruano Eduardo González Viaña, que tuvo a bien enviarnos esta historia de inmigrantes, sueños y rencores. Hasta el mes que viene, queridos lectores. Domingo Martínez Castilla © 2001, Ciberayllu, Domingo Martínez. Todos los derechos reservados. |
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