[Ciberayllu]

Tres poemas*

Leo Zelada

 
 

Templo de las manos cruzadas

 

I

frío, glacial, exacto
se comprimen en aros de papel mis nervios
cantata de oboes
apuntando al nefasto
orden del estío
sinfonía de fuego
anulando la esencia sacra de las cosas
 

II

y
deliro
y violentos dragones
serpientes-cactus
me lanzan sus llamas
por el sendero del halcón
que posa su rapiña incólume en mis ojos
góticas columnas
punzan la fobia intratable del suicidio
e ingreso al templo
me dirijo al retrato oscuro del niño
ya estoy harto
mi nombre es Belcebú —¡oh Jesús!
y derramo mi semen
sobre su hermosura
 

III

el temor ha cesado
la luna conduce ahora mi mente
y me he tornado en la iguana
que cava su tumba en el delirio

 


Macchu Picchu

 

"somos hijos del mar
del sol, de la tierra, de la luna"
Himno al sol             


I

«amanecer
sin el aroma azul de tu aliento
es ahondar
la soledad marina del deseo
en suaves delirantes extravíos
como olas de vergel
negadas por el viento
toscos galeones
desvían inciertos
el timonel emblema de los entes
y yo me pregunto
—tallador de jaguar en mis labios—
hasta cuándo
he de verme reflejado en los
espejos
¡babilonia de cemento aluminio
y de neón!»

II

de lejanos y agrestes
parajes vengo
a ofrendar
en culto
mi callada y lenta agonía
tan latente como el silencio
asolador ritual de los
tiempos
en el reino del bronce y del no-ser
soy la sonrisa letal de marfil
ante el cual
la lógica formal del mundo
se destruye estrepitosa en pedazos
 

III

CAPRICORNIO
EN
CONJUNCIÓN
CON
SATURNO

el ritual se ha iniciado
y sobrias prostitutas
se erectan ahora en mi mente
y no sé ahora en realidad
quién soy
si tal vez un incógnito
amauta
pronunciando alguna oración
oculta hacia el sol
o un oscuro corsario
asolando algún puerto
desconocido del sur
 

IV

espíritu de la noche
espíritu de la noche
guíame sin temor por estas
tierras abruptas
espíritu de la noche
espíritu de la noche
condúceme por el sendero del fuego
que todo lo devora y purifica
arrojado estoy al abismo
insondable de la nada
y nada ahora me pertenece
 

V

el viento se estrella
violento en mi rostro
cuarto creciente
la luna marca exacta de mis pasos
los perros han huido
hacia el norte
el trineo ha quedado
hacia el sur
y yo cara a cara
al crepúsculo
voy camino
a la abolición total de mi cuerpo
al fin de mis muertes
o
mi definitiva liberación

 


Delirium tremens

Rito Satánico

(Mantra Negro)
 

sombras de luz
asaltan la noche
en la sobria embriaguez
que expande
en el cuarto
en la mesa
arcaica un incienso encendido
y tambores
bongos
anunciando el rito
de abolir el silencio y acallar a dios
 

I

anochece
de azul púrpura el cielo
y una vez más
he llegado ebrio
a la tenue tranquilidad de este cuarto
y a este absurdo transcurrir
de mis pasos
como un verso desesperado de
Rimbaud
666 la bestia ha triunfado
¿habré perdido una milenaria
batalla
que de antemano la tenía perdida
marcado por un desconocido
signo a ser infeliz?

II

sales
el estrés no es sino un estúpido
roedor
dirigiéndose presuroso
a un insólito baño
avanzas caminas
dando tumbos en el aire
la desesperación
tratando de hallar en el vacío
la nada
demás intangible
alguna explicación a tan
descarnado
y turbulento descarrío
su existencia
una suma de fracasos

III

y
en el acto más surrealista
de tu atormentada existencia
disparas huyes
—Bretón es el culpable—
y ante tus apocalípticos ojos
ves aparecer de pronto
calles, plazas, avenidas,
pálidas imágenes
simples utopías
de aluminio y de neón

IV

y en una esquina cualquiera
la angustia
gritas
aullido de bestia
lanzado agónico al vacío
pero por más esfuerzo
que haces
nadie te logra escuchar
Babel será ahora tu lamento
arrojado a esta urbana
e irrefrenable urbe
inmerso en el mas descarnado
de los nihilismos
condenado a sufrir
la más absoluta de las
soledades

 

(*) Selección del poemario Delirium tremens.

 

Comentario privado al autor: ©Leo Zelada, 2001, [email protected]
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