Cuando venga abril,
subirán por mi barba los duendes de la lluvia
y se dormirá el trigo en las alas de los pájaros.
Cuando llegue abril,
las viudas secarán sus lágrimas mirando al sol
y después sus corazones se llenarán de paz.
Si abril viene,
yo estaré aguardando
con la cabeza en alto y la mirada fija,
desnudo y temblando como vine al mundo.
Escucharé sus pasos al perfumar las flores,
y lloraré de dicha
cuando lo vea bailar borracho.
Abril llegará cantando
como llega el buen amor,
y me dará lo dulce y se llevará lo amargo.
Abril vendrá y se trepará a los techos
con la precisión de un gato,
para llamar con fuerza
a los colores del arco iris y a la música del agua.
Abril traerá la miel,
las uvas de la felicidad, el aliento tibio del sol
y el tañido de las campanas de alguna iglesia lejana.
Regresará abril
otra vez
a derramarse sobre los valles, las casas, y la gente.
En Cajamarca, mi tierra,
abril salpicará su amor sobre los patios,
los portones coloniales,
los caminos empedrados y las estatuas de los parques.
Abril abrazará con ganas a los niños
y a sus madres,
a los viejos que ya no sueñan, a los sabios y a los necios,
y a todos les besará en la frente.
A las muchachas que suspiran por el novio ausente,
abril les morderá los senos,
les moldeará el vientre y las tumbará ebrias de placer sobre
la hierba
hasta que se abran como una flor.
Abril llegará en abril
cuando todos miremos hacia el sur.
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