[Ciberayllu]
29 setiembre 2004

Tres poemas

Johnny Barbieri

 

 

SEIS

Veintidós  flores  han  crecido  en  el  jardín  del  horror  con  el  miedo  de Juan
Cuatro caballos han muerto sacrificados uno tras otro por el amor a los niños
                                                                                      / pobres como Juan
Los ojos azules  de  Juan han  desaparecido  robados  por un ladrón de Dvorak
                                                        / para venderlos en un mercado de baratijas
Dos gatos  se  han  servido de  la cena  de  Juan  y  la  noche  ha crecido por dentro  hasta hacerse un  manojo de lumbre  para iluminar el abismo por donde 
                                                                                      / caigo todos los días
Los vuelos de las aves son  flechas  que Juan  va  tirando con destreza hacia el
                                                                      / horizonte donde nace la vía láctea
Trescientos veinte cuerpos  fueron apuñalados en un tranvía que va al sur en presencia  de Juan  y  Juan ha llorado por todos y la luz se ha hecho monótona
                                                                     / desde entonces a los ojos de Juan
Un  hombre  pobre  como  Juan  palidece  en  un  rincón de  la  noche  donde la
                                                        / náusea exhuma memorias casi inaprensibles
Doce gotas de agua mojan el miedo de Juan
Un ladrillo edifica la historia de Juan
Juan hijo de Rená vive entre nosotros y está creciendo a nuestro lado.

(De Carne de mi carne)


VARIACIONES ASCENDENTES

Hay un sol colgado en el corredor de la casa y nos alumbra en la noche,
la lluvia que ha dejado de caer por años nos moja lentamente, atrás hay variaciones de color que van creciendo sobre la tierra, un pozo de cieno que genera espectrales figuras que luego andan por estas calles ennegrecidas y dan miedo.
Un yogui se ha petrificado en su habitación en práctica Hatha y ha ascendido al centro de sí, ha encontrado un vínculo entre su ser y la nada, entre la nada y una flor longeva tirada en el camino hacia donde hemos llegado el lunes
en abril después de andar días y días por todo el sur buscando un sol para anudártelo en el cuello y salir al mundo con toda la luz posible resplandeciente, la luz eterna como salida de tus ojos,
tus ojos que los soñé para ti
iluminando el día, el dolor del día, el árbol del día envejecido a cinco metros de nosotros.


KRISHNA LILA

Al principio su cabeza estaba ligeramente abultada a la derecha
con pequeños muñones de flores amarillas recién arrancadas del jardín.
Tenía en las manos el hueso astillado de aquellos martes de almizcle
impregnados en su piel,
los Mantras hecho de hierbas que se extendían a lo largo del camino para que anduviera en las tardes.
Nada hubo detrás más que aquella belleza lila de cinco minutos que se fueron con los años.
A veces su cabeza rapada presentaba una lobotomía sacra como símbolo de conversión, y aquella mancha lila en la frente se disimulaba cuando se dejaba caer en los rituales del Yoga Samadhi
y su desnudez era lila total,
y los pies del aprendizaje Krishna se le acercaban lentamente
y la poseía a horcajadas,
y el césped celestial se volvía lila interior,
y los espacios que los ojos distinguían llevaban en las manos
un corazón lila,
un latido lila latiendo en el aire para que todo el mundo lo viera.

Así lo vieron mis ojos desde siempre.

(De Libro hindú)

* * *


© 2004, Johnny Barbieri
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Para citar este documento:
Barbieri, Johnny: «Tres poemas. Poesía», en Ciberayllu [en línea]

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