SEIS Veintidós flores han crecido en el jardín del horror con el miedo de Juan
Cuatro caballos han muerto sacrificados uno tras otro por el amor a los niños
/ pobres como Juan
Los ojos azules de Juan han desaparecido robados por un ladrón de Dvorak
/ para venderlos en un mercado de baratijas
Dos gatos se han servido de la cena de Juan y la noche ha crecido por dentro hasta hacerse un manojo de lumbre para iluminar el abismo por donde
/ caigo todos los días
Los vuelos de las aves son flechas que Juan va tirando con destreza hacia el
/ horizonte donde nace la vía láctea
Trescientos veinte cuerpos fueron apuñalados en un tranvía que va al sur en presencia de Juan y Juan ha llorado por todos y la luz se ha hecho monótona
/ desde entonces a los ojos de Juan
Un hombre pobre como Juan palidece en un rincón de la noche donde la
/ náusea exhuma memorias casi inaprensibles
Doce gotas de agua mojan el miedo de Juan
Un ladrillo edifica la historia de Juan
Juan hijo de Rená vive entre nosotros y está creciendo a nuestro lado.
(De Carne de mi carne)
VARIACIONES ASCENDENTES
Hay un sol colgado en el corredor de la casa y nos alumbra en la noche,
la lluvia que ha dejado de caer por años nos moja lentamente, atrás hay variaciones de color que van creciendo sobre la tierra, un pozo de cieno que genera espectrales figuras que luego andan por estas calles ennegrecidas y dan miedo.
Un yogui se ha petrificado en su habitación en práctica Hatha y ha ascendido al centro de sí, ha encontrado un vínculo entre su ser y la nada, entre la nada y una flor longeva tirada en el camino hacia donde hemos llegado el lunes
en abril después de andar días y días por todo el sur buscando un sol para anudártelo en el cuello y salir al mundo con toda la luz posible resplandeciente, la luz eterna como salida de tus ojos,
tus ojos que los soñé para ti
iluminando el día, el dolor del día, el árbol del día envejecido a cinco metros de nosotros.
KRISHNA LILA
Al principio su cabeza estaba ligeramente abultada a la derecha
con pequeños muñones de flores amarillas recién arrancadas del jardín.
Tenía en las manos el hueso astillado de aquellos martes de almizcle
impregnados en su piel,
los Mantras hecho de hierbas que se extendían a lo largo del camino para que anduviera en las tardes.
Nada hubo detrás más que aquella belleza lila de cinco minutos que se fueron con los años.
A veces su cabeza rapada presentaba una lobotomía sacra como símbolo de conversión, y aquella mancha lila en la frente se disimulaba cuando se dejaba caer en los rituales del Yoga Samadhi
y su desnudez era lila total,
y los pies del aprendizaje Krishna se le acercaban lentamente
y la poseía a horcajadas,
y el césped celestial se volvía lila interior,
y los espacios que los ojos distinguían llevaban en las manos
un corazón lila,
un latido lila latiendo en el aire para que todo el mundo lo viera.
Así lo vieron mis ojos desde siempre.
(De Libro hindú)
* * *
© 2004, Johnny Barbieri
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Para citar este documento:
Barbieri, Johnny: «Tres poemas. Poesía», en Ciberayllu [en línea]
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