[Ciberayllu]
30 enero 2003

naufragios

(selección)

frido martín

 

seasick (of you)

Ya cuelgan en cables, lisas, las carnes,
y con los guisantes plañen las frondas;
mas hiédenme los aires
sin niñas ni frescas contemplaciones,
pues por algo hinca el vientre y vibra el árbol;
y heme aquí bajo el eclipse de luna,
atrapado entre arrecifes,
resignado respirando
a brisa lenta
que sóplame el estambre de la vida
por entre la afanada ruta menor,
y por más que grito,
clamo y vocifero
sin pena ni gloria
entre estas paredes
de tu ventosa,
a mengua de dorso, de panza y de piel
o de carne.

 

poema del naufragio

Urgiendo las ubres harto finibles,
andando el mundo voy
en busca del rango y del dominio
entre estas mis hermanas las vacunas
y los pingües militantes de mi grey,
aunque ignaro sin par
pues sabe Dios qué récipe secreto
ejerce su dominio cual esfera
grave sobre hombros
del único Atlas perdido sin más
entre estos otros cubiertos de polvo
libros de mi estante,
pesados por tragar tanto dilema
destos que incansables me atribulan
(ubres igual que hombres)
tanto cada día,
que no será el rigor de los guarismos
quien dé con la exacta trompa en la ubre
o con la precisa ubre en la trompa,
sino desta vieja mole el reventón,
llevándome a los fondos de los mares.

Así sopesaré yo mientras tanto,
que si es que acaso
pocas reses nos atan por las ubres,
humano el señorío permanece,
según el lapso destas mis hermanas;
mas si es que pocas testas de mi grey
no muestran desapego por las ubres,
bovino es el imperio sobre el orbe,
según el lapso de los humanales.

Y, aún así, la arcana formulilla
ni el hórrido naufragio desta mole
podrá ni desvelar
una pizca siquiera,
ni por tantos hambrientos de mi grey
ni por los vegetarianos.

 

sextina de la cosita

Dad vuestra cosita;
dadla, mamacita,
bajo este cielo,
ciego, gris y brutal,
desta loca villa
de Juana la reina.

Sois vos la resera,
en esta comarca
o en cualquier otra,
la única dueña,
de la cosa vuestra
y destos mis restos.

Picadme el resorte,
el resorte final,
del cuerpo que guardo
bajo esta alma,
que así quizá nazca
la gloriosa causa.

 

entre los fueros de la botella

Bajo el sol criminal de febrero,
tras largas travesías y naufragios
desta nave sedienta y sin ojos,
apareces sin la menor sospecha
entre los fueros de una botella
al garete en los mares de Lima.

Es así que tú eres la enviada,
hija, como yo, de Juana de Aragón,
como todos los limenses de acá,
vástagos por igual de Taulichusco
y Felipe el hermoso putrefacto,
que pasea nuestras penas por doquier.

Mas no somos ni Carlos el Habsburgo
ni su hembra mitad ni su mitad macho
ni esta luna orfana de noche
do yacen los cuerpos en ánima vil
que somos tú y yo, sin par hambrientos,
desolados puertos sin sol ni olas.

Y así, tras los fueros de la ampolla
que levanta tu sed innominable
cual estos granitos míos en mi piel,
y entre tanta agua entre agua,
llegas tú, amiga mía, mi amor,
magma de Vulcano, el solitario.

Y hete, pues, aquí me despertando,
luego de tu mágica epístola,
tanto el volcano de la péndola
como el volcano del loco amor
que por igual dan alas al rastrero,
transubstanciando el cuerpo y la sangre.

Y, aún así, Gabriela, amiga,
ni tú ni yo sabemos un poquito
si tú y yo al fin reventaremos
el uno en el otro y en sollozos
o quizá nos resignemos tan sólo
entre los fueros de una botella.

* * *


© 2002, Frido Martín
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