La poesía de Carlos Henderson (n. Lima 1940) es producto, escrupulosamente, de una vocación a prueba de desalientos. Al margen de un breve periodo en que fue corrector de pruebas de imprenta en Lima, Henderson ha realizado su labor poética como actividad exclusiva o, in extremis, compartiéndola con la cátedra, dictando cursos de literatura en universidades del Perú o Francia (donde reside ahora, en su segunda estancia en este país).
Atento observador de su época, la poesía de quien se considera «chalaco» orginario del puerto del Callao, contiguo a Lima, tiene un ahora pero no siempre un referente espacial, quizá porque ha vivido en diversos países, entre ellos México y Francia , y, como el poeta argentino Alberto Girri a quien ha leído detenidamente, es a la racionalidad antes que a los sentimientos de los lectores a lo que apela. La universalidad de su producción, por veces hermética, es su sello. Y en cada interrogante queda siempre un cierto escepticismo, cuando no aire pesimista.
Trabajador infatigable, lo que le ha permitido acumular un buen manojo de libros, sus poemas conocen muchas versiones antes de ser leídos por sus amigos y luego el público, no siendo extraño que dé a conocer nuevas versiones de poemas ya publicados. Su fiel dedicación poética y su vocación pedagógica muy querido por poetas de menor edad a quienes ha encarrilado en la practica poética le han ganado el respeto de sus pares y los círculos de lectores ávidos, pero de su generación no es un poeta conocido por el amplio público.
Ha realizado labor crítica, publicando un libro sobre la novela Rayuela, de Julio Cortázar, y traducción. Nacido en 1940, Henderson es identificado con la generación conocida como «Del sesenta», en la que destacan, aparte del mismo Henderson, Antonio Cisneros, Javier Heraud, Rodolfo Hinostroza y Marco Martos. Algo más que la cronología une a los mencionados, y esto es la influencia de los poetas «coloquiales», la apertura a temas cotidianos, y la solidez del empeño poético. Heraud, asesinado por la policía apenas pasada la barrera de los veinte años, dejó dos libros entre ellos El río de una madurez que campea por ausencia en las nuevas generaciones y solo se encuentra en poetas desgajados como Balo Sánchez León y José Watanabe. Antonio Cisneros como Heraud, precoz en su madurez poética es una de las voces más altas en toda antología latinoamericana, y rompió con las corrientes poéticas anteriores con su Comentarios Reales y Como higuera en campo de golf. Hinostroza sólo publicó dos libros Consejero del lobo y Contra Natura pero es, con ellos, una de las voces más altas de la poesía peruana. Marco Martos, provinciano, ha construido una sólida obra en que lo inmediato es el motivo de su reflexión y su puerta de ingreso a los temas universales. Se han desempeñado como catedráticos, a excepción de Hinostroza, y todos han pasado largos periodos en el extranjero.
Bibliografía de Carlos Henderson: Los días hostiles (1965), Palabras al hermano que me habita (1968), Canciones para mis vecinos (1970), Ahora mismo hablaba contigo Vallejo (1976), En el pasado venías numerosa como un río (1980), Identidad (1988), Del que dijo no en el inicio (1990), El ojo de la piedra Antología personal 1965-1990 (1991), Estudios sobre la poética de Rayuela (1995).
Hace dos años que tiene en preparación Y sigo por tu aire poesía, del cual entregamos los poemas que aquí se presentan.
Rafael Drinot Silva