[Ciberayllu]

Palimpsesto

Carlos Henderson

 
 

in memoriam de Martín Adán

pero dime, poeta de ángel y cielo y arroyo
¿quiénes somos? ¿cuándo somos?

la piedra alta, lianas de la nieve
máscaras de la nube, viento
lapislázuli de las dunas
la extensión, la expansión, la duración
que pinta el dragón, que plasma la luz
para interrogar las sombras
no somos demiurgos digo, pero con error
tú lo fuiste, aquel muchacho
que endureció cada día todos de su vida
incluso aquel que
aceptó interrogar
las piedras de Machu Picchu
pero cuéntame, hijo de hombre
¿tú saliste de vientre
de la ola? hijo-padre
del mar proceloso, ahora hablo
de las ofrendas, de la dépense allá en París
del gran Bataille, del buen Elqui
tironeados estábamos
entre inquirir si
artificio versus verdad
o artificio y verdad
era del llano la fuerza
y si al nivel del mar caminar
como tú, un primer adán
del cual todos venimos
tú de ángel, lo proclamo
de ángel, de luz y ermitas
con aserrín en el suelo
¿y del cholo Vallejo qué me dices?
cierto ¿no te topaste con su piedra
negra sobre su piedra blanca?
pero dime, hijo de hombre
¿qué restituye, si restituye, la poesía?
¿qué representa?
¿lo de dentro?
¿es la trasparencia transida y ardiente?
¿es su victoria construcción de la infinita frase
o sus límites? hablo de la palabra
que se hace haciéndose
eros: el cuerpo
pero aún dime, en el corazón
de la ciudad de Lima
¿en el Pavillón, el Diana o el Maxim's
—pero también pudo ser en el Palais Concert
del jirón de la Unión— te encontraste con mi padre?
¿se encontraron en una misma mesa, compartieron el mismo silencio
o el vaso de humorada?
te hablo como cuando comencé, es decir, como me vienen
                                                                las palabras
quizá te encontraste con él, dime que sí
no, no nacieron en la misma calle
que baja al mar, pero
caminaron juntos, seguros
como los despreocupados
del qué dirán tan propio del gran villorrio
que entonces era la tres veces coronada
ciudad que no imaginaba
que un día sería la gran hija
de las iras abisales
¿sabías que cambia, que cada instante
es la misma y es otra?
toda fragmentación en ella es savia
de prisas y escollos de tan ágil
ella, Lima, la bella
la de mi padre, que no vi los ojos
cerrar a mi lado, pero ese es otro árbol
que he de cantar
con la mi danza.

Lima, noviembre 1990. París, abril 2000.

Comentario privado al autor: © Carlos Henderson, 2000, [email protected]
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