[Ciberayllu]

Leyenda1: Selección de poemas

Cecilia Bustamante

 
 

Historia Sagrada

Madre
estás tan pálida
en campos envanecidos
por brillo de argento.

Se aviva la muselina en tu vientre
y sonríes lejana
frente al horno en que dorabas el pan.
Me pregunto
cómo Daniel quedó impoluto y gentil
y por qué para él los ángeles
sí batieron sus alas.

¡Qué pálida estás
mirando la grisura del día!
Debiste salvarte
cuando calcinaba la masa
tu mirada sin sombra.

Al verte
quisiera remover las polvorosas brasas
buscar el remanente corazón del fuego —
Obligar a Daniel y sus ángeles
a que alumbren tu pálido rostro.

Madre estás tan callada
en campos de argento.


Marina, Terrestre

«...el mundo era mío
en él yo reinaba,
por mí las abejas
alegres zumbaban
y las golondrinas
batían sus alas...»

Longfellow

Terrestre y feliz —
regresar por el camino
otra vez
por la superficie frágil,
superficie muerta.
Soterrada
la ignorancia perpetua
desea otra vez
discurrir las llanuras —
pero animales, víboras,
camaleón, lagartija, alacrán.

Voz 2:
Si nunca te agotaras juventud,
si el primer momento como el fin...
Lo mismo diese no entender
la razón primordial.

Voz 3: A la orilla del mar en la existencia nativa un hombre flota entre algas.

Nadie:
Luces, substancias acumuladas
en su superficie de sal,
las mareas avanzan, descienden,
siempre
el estallido del viento,
cuando las olas resuenan
y se van....


Retorno

A Javier Heraud

Patria mía —
en tus muros
vive la sombra
de aluviones antiguos.
Morada
bajo el golpe discreto
de la brisa.

A orillas del Pacífico
las neblinas debilitan.
Mohos grises, el salitre
socavando tus ciudades
en la corriente
leve de la sangre.

Después —
sólo miedo y descontento
incurables.
Y en la piel del aire
viaja un frío
como los recuerdos.

II

Mi infancia se pierde
por las calles de Lima,
palabra
sobre paisajes virreinales
rematados por el hambre.
Idioma
rebotando, desangrándose
en el fértil dominio
del pasado.

III

Dura España
Madre
España.
En mis viejos cuadernos
reverbera
el veneno mayor.
Y en las montañas
los animales ciegos,
los metales
que te colmaron de esplendor.

Mi país
el de pulcros erales,
el de parcelas limpísimas
en sus flancos
sólo sangre
y en al aire
sólo una espada
una espada en el aire.

IV

Metal contra metal
vibran el poder y la muerte
y mi país
desenvaina
una espada en el aire.

En el aire
una espada.


Dos poemas más de esta selección...

  1. Del libro en prensa Leyenda, Extramares Editions, Lima/Austin.
©Cecilia Bustamante, 1998, [email protected]
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