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Versos marcianos

Antonio Bou

Bou - Ares
 
 

Décimas a Marte

Vente acá ciegamente
Deja cerrar la puerta

Si me pierdo en fantásticas
Dilaciones, silencio.
Te duermes muy de sueño
Y calcinas tu pecho con mi pecho
Hasta nada, sin aire
Porque nos dibujemos
En coordenadas amplias
De impreciso universo.

No sé si bullo amante
O sólo que se escapan tus heridas
Como lises ansiosos entre albas.
En la dura memoria de las piedras
Y tan lejano el río de tu risa
Que tan dulce por lo más remoto
E imposible, refluye en su mecánica
Cicatriz perpetua, sí, mi reloj de sangre
Que acaba y que se invierte
Y sin interrupciones se infinito procesa.

Ven, que el humilde bardo
No sabe de encontrarte
Ni ha sabido perderte
A la luz de cien soles
Predispuesto a batallas
Y carnicerías. Ah, tan lejos
Tan distante de ti mi feliz hado
La sombra de mi ausencia que va tuya
Entra como una espada entre ambos pechos
Sin verte nunca, sin hablarte.

Perdida en esa doble ambigüedad
De tu única batalla inagotable
Marte líquido de la derrota.


Proserpina

Ven a beber la luna
A la luz de este vino, Proserpina

Que las noches convidan, de agasajo
Quiero lejos tenerte al otro extremo
De esta diametral barra como noche tras noche
Desde que me iluminas y desfloras

Bebe, perdida mía, la luna del espejo
Con el vino que envidian los luceros
Concédeme aprehenderte, deja mirar los guapos
De pueblo que circundan el copioso desnudo
Con abultados pantalones estrechos
Ese que cela con el rabo intrigado
De infame ojo por ver si lo consiento
Y el otro más allá que se violenta
Al verte tan de ellos cuanto fogosa mía

Me gusta así, me gusta que nos sorbamos solos
Las fases de la uva al rayo de la heces
De la luna, que ya exhaustos rendidos
Salgamos al camino cuando amanezca el sol
Ya de retornar ebrios de claridad a la nidada
Y me rompas los besos con la copa
De manchados mordiscantes incisivos

En palacio me desvisto
Me echo sobre el colchón no inmaculado
Aún resistes despierta y me despeinas
Las nalgas con las uñas, te me entrego
Me gozas al nacarado relámpago del sueño
Te entretienes en gris a íntimos finales flujos
Al borde de caer con aplomada borrachera
En la letal profundidad de la piscina.


Ares de tregua

Ya regreso y espero
De nenúfares tronchos blancos muslos

En la artesa bruñida por tormentas
De estrigido sol, por narcisos con capucha de heridas

Profundísimas en sombra, y casta enemiga y amiga
En el pelo enterrada, en hombros costras
De campo y lanza, arañazos, golpes macizos
Prusianos alaridos, sales endemoniadas en los sobacos

Olor a madre miedo no si no la guerra.
Vuelto sucio terror y desnudo sumergido
Mi esbozo olímpico de odio, llegan
Tus de azuladas venas a arrancar de la espalda

Cantos del enemigo que me atraje en viva carne
Tras la miserable derrota que persigue a los héroes
Mas dulce operas y comeré tus uñas
Me abriré a la vestal fogata por sanarme de muertos

Trago tu brazo, muerdo la delicada compostura del codo
Concentrado en el propio círculo de clausura
Vuelvo y disuelvo a pocos mi furioso continente
En la impávida poza ahora de hoguera y lirios

El pez maldito negro salta, rompe el cristal del agua
Que me destroza con despiadado filo la piel yerta
Se me enroscan las ondas y cantan tus uñas lago adentro
Me distiendo del todo no si no quieto hasta las lágrimas

Las bebes como bebes todo líquido
Te embriagas no si no párvula con mis llantos ocultos
Por los que decapité y desmembré cabalgando
Como hijo que honra la memoria del padre

De revolver aguardo, basilisca críptica
Hebe química, me desgarras con violencia
La entraña y mana pegajosa savia azul
Al óvulo torno peligroso y calato sumerjo

Por capilares de oro se opaca el pez de plata
Limpio e incandescente late y vomita golpes lácteos
A tanta linfa errada, me sacas y me buscas
Ya rendido, ya tuyo, Ares entregado, puro otra vez doncel

Ante la derrota ganada no si no septentrional
Puerta, de sementera y sangre, ángel ella mío de otro sueño
Ya regreso y disuelvo en ti a pocos, otra vez casto
En absorbentes paños vulcánicos límpidas contingencias.

© Antonio Bou, 1999, [email protected]
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