28 febrero 2005 |
ArielCuento |
Antonio Bou |
Estoy en Mendoza... y hoy estoy especialmente melancólico... ¿que querés que haga?... Hay quien me comprende... a veces... pero no es capaz de dar la vida por mí... aunque nunca se me ocurrió esperar algo así… Ni tan joven ni tan viejo... es verdad... pero las horas pasan y nos van haciendo daño hasta que sólo quedan uñas, dientes, vellos, pelo... La criada me tiró o escondió o robó el cepillo... y se comió el desodorante... le hizo más daño a Ariel que a mí... Ariel es más triste que lo que yo hubiera podido imaginar... está aquí conmigo... como por deber... sin darse cuenta de lo que tiene... pero para qué contarte si no sabés quién es. De hecho, me peiné con un cepillito de cejas, de esos que se usan para peinar el bigote... y no me puse desodorante... y no huelo mal. Nos tomamos un helado Ariel y yo... luego se fue después de una hora de charla... serían las diez... a las dos de la madrugada lo llamé y me dijo que venía a buscarme a la barra donde estaba tomándome un ruso blanco... dijo que venía en cinco minutos, tardó media hora... yo estaba a punto de montarme en un remís... Vino conmigo a casa... se llevó las llaves de la puerta y de la entrada y de la cochera... se llevó el auto... Se cambió antes de salir, le planché una camisa... no había desodorante ni con qué peinarse... le di el Yves Saint Laurent... le dije que no quería ir con él, no se lo dije, se lo hice creer... y no quería ir, ¿para qué?... Aquí no ha pasado nada... Ariel vive aquí por tiempos... me parece que fue taxiboy... tiene un niño precioso de 4 años... lo pinté, a Ariel... deja ver si te enseño la pintura... una pintura hermosa que me aflige... Mendocino maniatado, es el nombre. Y qué sé yo... ahora mientras escribo me llama al fijo... para decirme que se llevó los dos celulares... el de él y el mío... ¿por equivocación?... bueno... pues no puedo ir a Lima... porque estoy muy apesadumbrado y allí me moriría de tristeza, de otra tristeza quizás. A vos te quiero, pero de otra manera... vos a mí no me querés... de ninguna manera... Ariel me quiere, es lo terrible... por eso estoy melancólico... y no hay retórica prefijada para ordenar nuestra relación... ¿maricones?... no, che, no es eso... Aparta de mí este cáliz, decía Cristo en el huerto de los olivos... yo lo digo a cada instante… a ver si ocurre el milagro.
© 2006, Antonio Bou
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Bou, Antonio: «Ariel. Cuento», en Ciberayllu
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