El alma que se fue sin vengarse |
na noche,
a eso de las doce y media, el viejo Víctor Enero volvía de su chacra de Olluco-pasto, después de haber estado cuidando su sembrado de papas. Al acercarse a la capilla de Cashacucho, que, como saben todos, se hallaba frente a la casa del finado Saca Pablo, vio que dos bultos vestidos de blanco entraban a la capilla. Inmediatamente se dio cuenta que eran dos almas. Pero en lugar de sentir miedo, por el hecho de tener que pasar por delante de la capilla, el viejo siguió adelante. Con todo, en vía de precaución, se agachó y busco en el suelo una piedra. No encontró sino un "coto" de teja.
Armado de su coto, despacito, sin hacer ruido, pagado a las paredes de la casa de Saca Pablo, fue a pasar valientemente por enfrente de la capilla. Al pasar vio a las dos almas y escuchó que estaban rezando, diciendo "Gon, gon, gon...", bien arrodilladas, ante la puerta de la capilla. Después de haber pasado sin novedad y ya volteando hacia la derecha, por detrás de la capilla, para tomar una senda que conduce a su casa, dice que el opa viejo se animó a tirarles una pedrada a las almas, con el coto que llevaba. Efectivamente, escupió sobre el coto y apuntando bien a la cabeza de una de las almas, lo arrojó con todas sus fuerzas. El coto pasó silbando sobre la cabeza del alma y fue a dar en la puerta de Saca Pablo, dejando una profunda huella en la madera. En cuanto lanzó la pedrada, el viejo Enero escapó a todo correr, sin mirar atrás, Cuando ya estaba cerca de su casa, volvió y vio que el alma venía tras él, "como por sobre el aire". El viejo ganó su casa a todo escape, pero apenas estaba entrando, le acometieron unos vómitos terribles, y casi arrastrándose llegó a su corredor. Allí estaba durmiendo su mujer con su hijo pequeño, "iña" nomás. Al entrar asustado, sin juicio, atropelló la cama de mujer y la criatura empezó a llorar. Entonces el alma que ya estaba por alcanzarlo, al oír el llanto del chico, se quedó parada junto al "parador", y viendo que no podía hacer nada se limitaba a decir: ¡Agradess! ¡Agradess! (Quería decir: "Agradece, agradece", refiriéndose al oportuno llanto del niño, que salvaba al viejo del merecido castigo que le iba a caer). Hablando así dio la vuelta al patio y luego se retiró sin vengarse del viejo que le había ofendido. (Dicen, pues, que es malo ofender a las almas. Si esta vez no hubiera llorado el chico a tiempo, el alma habría pisado seguramente al viejo y le hubiera dado muerte).
Glosario: CASHACUCHO: Sitio poblado de espinas.
El relato que han leído fue contado por Encarnación Rojas, de 60 años, natural de Marco y le fue contado a Alejandro Rosales Rojas el 30 de Abril de 1956. Tomado de Cuentos Populares de Jauja de Pedro S. Monge, Municipalidad provincial de Jauja, 1993 Colaboración de José Antonio Block Castilla Regresar a la página principal de Jauja |
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