La declinación de la economía global
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[Ciberayllu]

Jorge Beinstein
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Dinámica de la crisis

Sobre la base de un contexto global signado por la concentración económica, la exclusión creciente y el ascenso del parasitismo, se produjo la ruptura de 1997, consecuencia lógica de graves deterioros impulsados por un mecanismo que condujo a la economía mundial hacia un callejón sin salida. La descripción de los seis procesos siguientes podría ayudarnos a esbozar una dinámica general de la crisis.

1. La desaceleración del crecimiento global a lo largo del último cuarto de siglo con eje en la pérdida de dinamismo de las economías centrales. La tasa de variación anual del Producto Bruto Mundial promedió el 4,5% en 1970-79, descendió al 3,4% en 1980-89 y al 2,9% en 1990-99 (FMI,1997; The World Bank,1998); ello se debió a la desaceleración de las economías del G7 (dos tercios de la producción mundial), especialmente la de sus tres países principales, Estados Unidos, Alemania y Japón.

Tasas de crecimiento del PBI real del «G7», 1961-99 (%)
Crecimiento PBI en países G7
Fuentes: OECD, 1998; IFRI-Ramses 98; The World Bank, 1998.
Tasas de crecimiento del PBI real de EE.UU., 1961-99 (%)
Crecimiento PBI en EE-UU
Fuentes: Ibíd.
Tasas de crecimiento del PBI real de Japón, 1961-99 (%)
Crecimiento PBI en Japón
Fuentes: Ibíd.
Tasas de crecimiento del PBI real de Alemania, 1961-99 (%)
Crecimiento PBI en Japón
Fuentes: Ibíd.
La prosperidad de postguerra comenzó a degradarse hacia fines de los 60; la crisis petrolera de 1973-74 dio el golpe decisivo a una economía mundial ya deteriorada por los desajustes monetarios, el descenso de los beneficios empresarios, la creciente capacidad productiva ociosa y la desaceleración del endeudamiento privado en los países centrales que, a partir de ese momento, ingresaron a un tobogán donde la reducción del crecimiento productivo corría paralela a la pérdida de dinamismo de la demanda15.

Durante los 70 el fenómeno combinó estancamiento e inflación. El alza de los precios de las materias primas provocó aumentos de costos, empresas y estados frenaron las subas salariales, comprimiendo los consumos internos en los países ricos y causando pérdidas de empleos, lo que bloqueó aun más la demanda, a ello se sumó la expansión de la especulación financiera («petrodólares»).

El estancamiento de la demanda de la OCDE se contrapuso al incremento de las importaciones de los países petroleros, incentivando las exportaciones de las economías centrales, orientación «hacia afuera» que se acentuó en los 80 y 9016, agudizándose la guerra comercial, uno de cuyos instrumentos privilegiados fue el arma tecnológica que redujo costos de materias primas, desaceleró salarios, aumentó la desocupación, redujo a largo plazo el poder de compra de los países periféricos y barrió del mercado a empresas «no competitivas» tanto en el centro como en la periferia, causando concentración empresarial y deterioro de economías regionales y nacionales. Gracias a la tecnología y a la reducción del proteccionismo, las grandes empresas de los países centrales pudieron incrementar su autonomía, lo que incentivó su presión contra los salarios, el gasto social y otros «costos». A ello se sumaron las deslocalizaciones de empresas (en busca de salarios e impuestos más bajos) lo que exacerbó aún más el desempleo17.

Visto desde el ángulo histórico, de largo plazo, resulta sorprendente como la expansión desmesurada del comercio internacional, las deslocalizaciones y la aceleración de la revolución tecnológica —hechos que han sido en realidad efecto y causa de la crisis— constituyeron durante varias décadas pilares esenciales del discurso acerca de la victoria de la economía global de mercado.

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NOTAS
  1. La tasa de crecimiento real del consumo privado de los países de la OCDE promedió el 5,1 % en 1961-73, bajó al 3,1 % en 1974-79, al 2,7 % en 1980-89 y al 2 % en 1990-96 (OECD, 1998).
  2. En 1970 las exportaciones de la OCDE representaban el 11,8 % de su PBI, en 1980 subió al 15,4 %, en 1990 al 18,4 % y en 1996 al 22,7 % (OECD, 1998).
  3. Las economías periféricas aparentemente «beneficiadas» por estas deslocalizaciones no mejoraban a largo plazo su situación sino que por lo general la empeoraban, en numerosos casos dichas inversiones solían desplazar industrias locales con menor densidad tecnológica o bien se apoderaban de empresas nacionales públicas o privadas «modernizándolas» (una de cuyas consecuencias era la reducción de personal).

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© Jorge Beinstein, 1999, [email protected]
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