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24 marzo 2005

Incas: presencia de una divinidad incaica (janan) en Lima, conviviendo con la antigua divinidad del Pachakamaq (urin)

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Eusebio Manga Quispe1

Yngakunaq/ pachakamaqta ancha yupay chasqantaqa manan allichu yachanchis/ ychaqa wakinnillantan yachanchis/ janan [en Ms. janap] tiqsipi much'anantas intiqta titicacamanta/ much'arqan kaymi yngakta kamawarqan ñispa/ ura tiqsimantam kanan pachakamaq ñisqakta kaymi yngakta kamawarqan ñispataq much'arqanku. [...] kay iscayni Wakakunata ñiscallanchiktas astahuanca tucoy yma aycaktapas yallispa much'arcan [...].
Ms. T. de Huarochiri [1598] folio 51

En cuanto a la importancia de Pachakamaq no sabemos todo, sólo sabemos una parte. En Titicaca, adoratorio del Sol, de la zona de arriba y reciente, decían refiriéndose a Pachakamaq de la zona de abajo o antigua: “este es, quien a los Ingas creó” y de este modo la adoraban [...] sólo a estas dos Waka/s que hemos señalado adoraban por encima de todas las demás...
[traducción y cursivas nuestros].

Introducción

En el mundo andino, el papel que desempeñaron las divinidades fue trascendental, como ya constatamos en otros trabajos, donde los dioses entraban en constante lucha para crear humanidades cada vez mejores; esta consideración, no dudamos, se debería al hecho de que, en esta civilización, la economía no estaba considerada como base de la organización del tejido social andino y, como tal, no era generadora de cambios sociales; su lugar lo suplía la cultura manifiesta en la ideología (Filosofía, Dioses-doctrinas). Aparte de estas luchas de dioses, también se aprecia convivencias pacíficas entre ellos, en especial en el tiempo del gobierno de los Qhapaq Ingas2.

Estas confrontaciones y el reemplazo de divinidades y semidivinidades (que fueron tratados en artículos previos: Manga, 2001 y 2002), también se manifiestan en las serranías de la costa central3, por ejemplo en Yauyos (que es la serranía de la actual capital del Perú, Lima). Estos enfrentamientos están anotados en un documento4 recopilado por un nativo anónimo por encargo de Francisco de Ávila, entre los siglos XVI y principios del XVII. Llama la atención que en la parte baja de dicha serranía, que es la cuenca de Ichma, donde residía una importante y antigua divinidad llamada Pachakamaq, no se encuentre con nitidez la divinidad foránea que los Incas «impusieron» en dicha zona, ni en lucha ni en convivencia.

Las razones de esta omisión u ocultación podrían tener varias causas. Primero, que la cuenca de Ichma, al haber sido elegida tempranamente como capital (18 de enero de 1535) de la gobernación de Pizarro, tan sólo dos años después de la muerte de Atawallpa y estando las autoridades nativas, ante hechos ya consumados y sin líderes políticos, no tuvieron más remedio que ofrecerse como colaboradores de los invasores y puede que, en aquel momento, interesara olvidar a la divinidad «reciente» que los Ingas habían incorporado en la costa. Segundo, que los sacerdotes del adoratorio de Pachakamaq decían que tanto el dios Pachakamaq como el dios de los europeos eran la misma persona; por tanto, aquí se vislumbra un pacto, no sabemos si consciente o inconsciente, entre la divinidad Pachakamaq y el dios de los occidentales (Manga 2001). Tercero, el reconocimiento del área donde estaba ubicado el templo de la divinidad incaica fue confuso debido a que los invasores utilizaron su propia terminología, como fue natural, con discernimiento propio de su ethos ecológico, dejando escapar los conceptos andinos de organización política (administrativa), económica, social y cultural (religiosa) que, a modo de ejemplos, anotamos: ayllu, saya, suyu, urin, janan, kuraqka, jatun kuraqka, yanapaqkuna, waka y otros, lo que dificultó circunscribir con exactitud los límites de la territorialidad que las autoridades nativas controlaban; y, en su lugar, los invasores utilizaron arbitrariamente sus vocablos (algunos procedentes del Caribe) como: señorío, señor principal, parcialidad, caciques, yanas o yanacona, ídolos, dejando escapar importantes términos como urin y janan5, dualidad en la que estaban divididos todos los ayllus y las sayas. Una cuarta causa fue la rápida desmembración del tejido social andino, ya que los nativos fueron repartidos o encomendados6 y posteriormente reducidos7 para desaparecer como pueblo (etnocidio), en una nueva visión económica y política que, como el propio esclavismo, se afianzaba a fuego por la nueva ideología religiosa judeocristiana.

Con lo dicho, en el presente trabajo rastrearemos la presencia de la divinidad del altiplano en la cuenca de los ríos Rímac y Lurín, llamada Ichma o Ichmas y conocida en tiempo de los Qhapaq Ingas simplemente como Pachakamaq. No obstante, antes de empezar con nuestro propósito, señalaremos que la investigadora María Rostworowski, siguiendo el cauce del río Rímac, en la margen izquierda, realizó la delimitación de los «señoríos» de Lima [Rímac], Sulco, Guatca y Malanca y, echando en falta más datos, como ella misma indica, sobre tres «señoríos», entre los que están Guala y dos de la margen derecha del río Rímac, que son Callao y Amancaes. Esta delimitación la realizó aprovechando los pleitos sobre las acequias de regadío, para las que utilizó documentos inéditos hallados en distintos archivos (algunos publicados como anexo en Rostworowski: 1978). En ese ensayo, la investigadora sostiene que, en el valle de Rímac, existían varios «señoríos»8, y Rímac o Lima era un pequeño «señorío» y, como un primer intento, conjetura que este «curacazgo» se hallaba en la margen izquierda y otra parte en la margen derecha del río Rímac (Pág. 68). Y que era de probable forma alargada, y afirma que bajo el concepto dual, la mitad de dicho «señorío» fue el cacicazgo de Amancaes en la margen derecha del río Rímac (Pág 79-98). Con respecto a la Waka (divinidad particular) de Lima sostiene, siguiendo a Cristóbal de Albornoz y a Vargas Ugarte, que el adoratorio se hallaba en una huerta de Jerónimo de Silva detrás del Hospital de Santa Ana y concluye que la waka de Lima es la huaca de Santa Ana (1978: Págs 70 - 72).

A diferencia, nosotros, en este ensayo, sostenemos la existencia de un templo particular de la divinidad de las alturas, ubicado en la parte alta de la cuenca de Ichma. Para plantear nuestra hipótesis consideraremos, como ya lo hicieron otros estudiosos, que el «Kuraqka» de Rímac (Lima) fue un «señor principal», o sea, en terminología andina, un Jatun Kuraqka de una Saya (que recoge varios ayllus con sus kuraqka-s); y que controlaba toda la ribera del río Rímac. Por tanto, este «señor principal» administraba a varios Kuraqka-s menores en el tiempo del gobierno de los Ingas). Con esta hipótesis abrimos otra vía de discusión con relación a la conjetura que fue sostenida por la citada autora.

Históricamente, el Chinchaysuyu fue incluido en el Tawantinsuyu ya en épocas tardías. La campaña fue iniciada por el Inga Qhapaq Yupanqui, el «Pachakuteq» (¿1438?-1471, noveno gobernante), empresa que fue continuada por Thupaq Yupanqui. Esta empresa de transculturación9 de los Ingas fue prolongada por Wayna Qhapaq (1493-1529) y finalmente continuada en el efímero gobierno de los medio hermanos Waskar y Atawallpa. La buena relación de los costeños (yungas) con los serranos (salqas) se aprecia en algunos documentos. Así, los informes de Chincha, un documento independiente, constata que los Qhapaq Ingas o monarcas de Tawantinsuyu jamás se apropiaron de ningún terreno costeño, como declararon los propios chinchanos ya que el propio Estado fue el que hizo preparar con sus especialistas nuevos espacios de cultivo para producir excedentes agrícolas y que estos mismos excedentes sirvieran para tributar al Estado (Cristóbal de Castro 1558: págs. 468- 485). Otra demostración de la buena relación entre el Inga y el señor de Chincha se aprecia a la entrada del marqués Pizarro a su gobernación10; el Inga Atawallpa, en su fatídico encuentro en Cajamarca, entró en unas andas adornadas de oro y piedras preciosas e, inmediatamente a su cortejo, le seguía el poderoso señor de Chincha11. «Traya asimismo al señor de Chincha consigo, en unas andas, que paresçia a los suyos cosa de admiración, porque ningún yndio, por señor prinçipal que fuese, auía de paresçer delante dél...». En la matanza de Cajamarca, el señor de Chincha perdió la vida (Pedro Pizarro: 1571 -1986 Cap. IX). Estos apuntes presentan la fusión de las civilizaciones andinas en la fase del Tawantinsuyu, donde la economía, como la conocemos hoy, había sido excluida, y en su lugar aparece una política de acción respetuosa y armoniosa, utilizándose la disuasión hasta el cansancio. Eran preferibles el emparejamiento de divinidades, el juego de los regalos, los proyectos matrimoniales, antes de llegar a un enfrentamiento directo, como indican los cronistas.

Como una de las vías de la transculturación andina aparece el emparejamiento de divinidades, que se vislumbra en la convivencia de Pachakamaq con una divinidad foránea que representaría el poder de los nuevos «aliados» venidos de las alturas. Para entender a la divinidad serrana, en primer lugar, analizaremos el significado del término «rímac», y de algunos vocablos como «señorío», «parcialidad» y otras expresiones que facilitarán la delimitación territorial, que a su vez, nos permitirá conocer el papel e influencia de los administradores incaicos en su área de su gobernación. En segundo lugar, discutiremos la existencia de dos poderes en la cuenca de Ichma. En tercer lugar apuntaremos el mito de Wakón y los Willka (adjuntamos como anexo al presente artículo) como un documento para hacer eclosionar a la divinidad del altiplano. Y finalmente, utilizaremos tres documentos más, que son: los apuntes de Cristóbal de Albornoz, los informes de Dávila Brizeño, corregidor de Huarochiri, y las tradiciones de Huarochiri, un documento escrito en quechua.

 

I. Ichma: dos poderes. Significado del término «Rímac»

a. Significado geográfico del término «rímac»

La delimitación del término «rímac», como área territorial, es básica para el desarrollo de nuestra discusión; por tanto, se utilizarán las anotaciones que hicieron varios cronistas al respecto.

Antonio de la Calancha (1639) recoge, aunque tardíamente, importantes noticias sobre el término rímac de boca del «gobernador» de Magdalena 12 y Surco. Calancha comenta:

«Demás del templo i Huaca del supremo Pachacamac, tenia cada valle su Dios particular, i todos tenian el nombre de su Dios. El deste valle, conciguo al de Pachacamac (aunque de una poblacion a otra avia mas de quatro leguas) era el Dios Rímac [...]

«Deseoso yo de saber lo cierto, i con curiosidad de averiguar lo verdadero, me fui al indio Gobernador de Madalena y Surco [...] y preguntandoles el porque se llamava esto Rímac, me respondieron: Eres tu acaso de los que creen que se llama Rímac por el río. Llamabase asi el Dios que adorava nuestros aguelos, porque les ablava i respondia; cosa que nunca se vido en la Huaca de Pachacamac, i por onra de su Dios llamaron Rímac a su valle» [...]. Entonces supe que era la Huaca deste idolo lo que oy está en las tierras que los españoles llamamos Lima tambo, i los indios Rímac Tanpu, que quiere decir casa vivienda o mesón del Dios que abla; [...].» (Calancha 1638: L.I. Cap. XXXVII).

La conjetura de Calancha sobre la ubicación del adoratorio en un lugar llamado Rímac Tambo, no ha sido posible ratificarla, como ya en su momento demostró la estudiosa María Rostworowski (1978). Aparte de las consideraciones que hace Antonio de la Calancha, tenemos otras observaciones realizadas por Bernabé Cobo (1653) y que van en la misma dirección que el anterior autor.

«Porque unos quieren decir que con él significaban los indios el río que corre por esta ciudad [...]; otros, que era nombre de este valle o de solo el pueblo de indios que había en este asiento, y no falta quien diga haber sido nombre de un famoso ídolo que tenían aquí los indios, que daba sus respuestas oráculos. [...]. Informándome yo acerca de este punto [...] de algunos indios viejos que yo alcancé, que se acordaban del tiempo en que los españoles vinieron a esta tierra, me respondieron por cosa cierta y asentada entre ellos: que a toda la población de indios que se extendía por las riveras de este río llamaban antiguamente Limac.» (Cobo 1964: L. I. Cap. IV).

Los dos autores coinciden en que el término «rímac» no era simplemente el nombre de un río, sino que se refería a todo el valle donde residía una población de nativos. Además, era el sobrenombre de una divinidad que tenía la peculiaridad de hablar, característica ésta definida por otros autores entre ellos Garcilaso de la Vega (L. 6, Cap. XXX y González Holguín).

El hecho de que el nombre «rímac» se refiera a todas las poblaciones nativas que se extendían por la ribera del río Rímac es corroborado por otros apuntes tomados por María Rostworowski en el Archivo General de Indias (AGI - 1978). El primer texto corresponde a la declaración hecha por el Kuraqka de Surco, don Juan (1555), en calidad de testigo, en una probanza (pleito) presentada por don Gonzalo Tantachusco, que toma el poder en 1546 (tercer «descendiente»del anciano Taulichusco quien fue el «señor principal» que gobernaba la ribera del río Rímac, a la llegada de los europeos). Este Kuraqka don Juan afirma del antiguo Taulichusco que:

«Taulichusco ser cacique e señor principal de este dicho valle de Lima [...] e otro primo hermano que tenía el dicho Taulichusco que dezia Caxapaxa que era principal tanbien en este valle [...]». (AGI. 1555: Lima 204, fol 6 r. en Rostworowski 1978:78).

En este caso, rímac resulta también como el nombre de un valle donde gobernaban dos señores «principales».

Otra declaración (1559), esta vez realizada por don Hernando Llaxaguaylla, jatun Kuraqka o «señor principal» de Pachakamaq, de la orilla del río Lurín, de 80 años de edad, gira alrededor de don Gonzalo (tercer sucesor de Taulichusco). El Kuraqka de Pachakamaq da testimonio de que el «Cacique» de Lima tenía a su cargo otros indios «principales» que dependían de él.

«dixo que conosze al dicho don Gonçalo cacique de Lima // e a sus prencepales e yndios e tiene noticia de sus pueblos e tierras [...]». (AGI. 1559: Lima 205, fol 50 v. en Rostworowski 1978: Pág. 51).

Este texto, una vez más, nos corrobora que el término «rímac» se refiere a un espacio geográfico que enmarca un lugar más amplio y que estaría gobernado por un «señor principal» (gobernante de una «saya») que tenía a su cargo a otros señores menores o «kuraqkas» (dos por cada «ayllu»), todos ellos entrelazados por el concepto andino del ayni (reciprocidad). Estos datos, a su vez, nos presentan la coexistencia en la cuenca de Ichma de dos poderes, uno correspondiente al antiguo señor de Pachakamaq y otro que correspondía al señor, de reciente incorporación, que correspondía al tiempo- espacio de los Incas.

b. Dos poderes políticos en la cuenca de Ichma

En consecuencia, en Ichma tenemos dos «autoridades principales»: por una parte, la jurisdicción del valle de Lurín (Pachakamaq) y luego la circunscripción del otro valle. Con este fin apuntamos algunos textos, que nos ayudarán a entender la relación entre estas dos parcialidades o sayas.

Francisco Pizarro González, en su viaje de Cajamarca al Cusco, halla el wamani (provincia, departamento) de Jauja (octubre, 1533) que le parece un lugar apropiado para la capital de su gobernación, cuya fundación la realizó seis meses más tarde (25 de abril, 1534). Pero hubo causas que le impulsaron, por cuestión de estrategia (comunicación por mar, evitar la llegada de competidores invasores a su gobernación) cambiar la ubicación de la capital; en consecuencia, después de una discusión en Cabildo, convinieron en hallar otro lugar. Desde Pachakamaq, comisionó a tres encargados a ubicar un terreno apropiado y de cuyas gestiones resultó escogida la «parcialidad» de la ribera del río Rímac, que era la mejor regada con relación a la otra zona. Esta «parcialidad», como ya hemos visto, estaba gobernada por un «señor principal» que se llamaba Taulichusco. Y este señor era «yanacona» y «criado»13 [yanapaqkuna - funcionario] de Mama Vilo, esposa de Wayna Qhapaq. Y compartía el poder con otro «señor principal», llamado Xasapaxa, que también era «yanacona» y «criado» de Wayna Qhapaq, según declaración del Kuraqka de Surco. ( En AGI-Lima 204, fol. 6 r. En Rostworowski 1978, Pág 78).

Estos «señores principales» de reciente incorporación en la cuenca de Ichma estaban, a su vez, bajo el poder del Kuraqka de Pachakamaq llamado Llaxaguayla, quien, ya a los ochenta años de edad, declara en una probanza como testigo, y dice del descendiente de Taulichusco (don Gonzalo) que le conoce a él y a sus descendientes; pero que en tiempos antiguos todos ellos fueron sujetos en autoridad a este testigo.

«dixo que conosze al dicho don Gonçalo cacique de Lima//e a sus prencepales e yndios e tiene noticia de sus pueblos e tierras por que los a visto tratado con ellos desde el tiempo de los yngas por que todos ellos en aquel tiempo fueron sujetos a este testigo e a sus pasados...». (AGI-1559: Lima 205, fol 50 v. en Rostworowski 1978, Pág. 51).

Este testimonio determina que las autoridades de la ribera del río Rímac (al norte) dependían del antiguo «señor» de Pachakamaq (al sur); en otros términos, tenían prioridad los de Pachakamaq.

No cabe duda de que el valle de Rímac era el lugar apropiado para que Pizarro fundara la capital de su gobernación, era el espacio geográfico controlado por «señores principales» que dependían directamente del propio estado Inca. Esta dependencia se clarifica mejor en la probanza que presenta Don Gonzalo (descendiente de Taulichusco) y, donde el Kuraqka de Guala, don Pedro Chalanan ratifica que el «señor de Rímac» dependía del poder directo del Inga.

«y el dicho Taulichusco thenía cargo de los yndios e probeía de los tributos e de lo que mandaua el Ynga que se hisiese e le enbiaba en el dicho valle...» (AGI. Lima 205, fol. 56 v.). (En Rostworowski 1978, Pág 79).

Esta dependencia directa de las autoridades del valle del Rímac del propio Estado está también corroborada por el Kuraqka de Maranga, que se hallaba ubicada en la margen izquierda del río Rímac. El texto se refiere a una probanza (pleito reclamación) sobre una encomienda recibida por Nicolás de Rivera de parte de Fco. Pizarro en 1534 (en la época en que Jauja era capital de la gobernación de Pizarro).

«por entonces era uno de los buenos repartimientos deste reyno e que se tenía en mas de lo descubierto por ser caciques de privados del Inga y andar en su acompañamiento, y venido el dicho marques al valle de lima pareciéndole mas acomodado sitio para poblar esta ciudad la despobló de Xauxa y la puso en este valle y entendiendo el dicho repartimiento de Maranga no bastaua para me sustentar y que con el no estaua gratificados los dichos mis servicios me encomendo yndios yana yungas y otros caciques e yndios serranos...» (AGI. Patronato 95 - B. Ramo 3 - 2º. Cuaderno. En Rostworowski 1978, Pág. 89) [El remarcado es nuestro].

Este último apunte aporta el importante dato de que una de las causas por las que se fundó la nueva capital de la gobernación de Pizarro en el valle de Lima fue que estos terrenos dependían directamente del poder del Inga (o sea, el poder que los occidentales reemplazaban). Ahora bien, estos Kurakazgos ¿de qué forma estaban cohesionados para depender de un «señor principal»? Para entender, delimitaremos algunos conceptos, que en este caso aparecen en un juicio por tierras de un «cacique» de la parcialidad de Pacan, en el valle de Amancaes (margen derecha del río Rímac):

 «Don Sebastián Ychima Pocon casique de la parcialidad de Pacan en el valle de los Amancayes desta ciudad y reducidos en el valle de la Magdalena fue hijo de don Diego Pocon Calsapaxsi Cazique del dicho valle de los Amancayes [...]». BN. C - 2258, fol. 37 v. Año 1769. En Rostworowski 1978, Pág 97.

Don Sebastián aparece como hijo de un «cacique» del valle de Amancaes y él mismo se define como un «cacique» de la «parcialidad» de Pacan en el valle de los Amancaes. Por tanto, el término «parcialidad» en este caso se muestra como una parte de un todo, que sería lo mismo decir que la parcialidad estaba formada por varios Kuraqka «menores» y, por tanto, el Kuraqka de toda una parcialidad estaría a cargo de un «señor principal».

En esta línea, Pedro Pizarro, en su relación del descubrimiento y conquista, clarifica la diferencia entre «señor» de un territorio y «cacique» de un ayllu.

« [...] no auían de tener oro ni plata ni vestir rropa delgada si el señor no se la daua alguna pieça a algún caçique (que son señores de pueblos o de prouinçias estos que se llaman caçiques), que le ubiese hecho algún seruiçio notable al señor». Y éste mismo señor podía dar licencia al «cacique» para poseer hasta 100 cabezas de llamas (Pedro Pizarro [1571], 1978: Cap. XV)

Polo de Ondegardo, en sus informaciones sobre los notables daños de no guardar a los indios sus fueros, apunta importantes datos sobre el término «parcialidad». Polo descubre que cuando los nativos se organizaban por sus propios fueros para pagar los tributos, lo hacían más justamente.

 «Sólo hay, que la parcialidad de Anansaya, de ordinario se reconoce un poco de preeminencia para hacer las cuentas en su casa y juntarse cuando él lo manda, [...]»  [1571 ] Polo: 1990: Pág 153

«Sólo ellos lo podían hacer por sus distribuciones, y así los caciques y principales no los roban a los indios y averiguación quedará buena y fácil de remediar donde pareciere lo contrario, porque si en la primera división de Anansaya y Urinsaya que se hace en los pueblos para dividir la plata no puede haber fraude, como está dicho, ni menos en la que hace cada una de la parcialidades con sus principalejos, cada uno según su posibilidad y división antigua, [...]».  Polo: 1990: Pág. 155

Polo dice que con sus fueros tienen menos pesadumbre y es cosa maravillosa:

«se puede tener cuenta con estar ellos divididos por ayllus y parcialidades como lo están, porque los principales la tienen que acudir con lo que a cada uno le cabe [...]» 1990: Pág. 164

Los textos anotados dan clara idea de la diferencia entre ayllu y saya (parcialidad, bando, facción o partido). González Holguín utiliza indistintamente parcialidad como la palabra bando. En el diccionario etimológico de Joan Corominas, el término «bando» está definido como «facción, partido». En los estudios en temas andinos, la mala utilización de la terminología suele llevar a muchos investigadores a un atolladero del que es difícil salir y aun a los lectores de los artículos continuar con cierto entendimiento la lectura. Los invasores desde el principio interpretaron, incluso sin entender, instituciones nativas con su propio ethos ecológico (parcialidad, bando, señorío, señor principal, cacique, yanacona, etc.), lo que genera una grave dificultad en la aclaración de los temas andinos. Sólo a modo de curiosidad anotamos algunas aplicaciones del término «ayllu», «saya» y «suyu». El primer vocablo significa: un artefacto para trabar los pies a las llamas o pájaros en vuelo, compuesto por tres o más ramales (cuerdas con un peso al final) y todos ellos unidos a una cuerda única; y finalmente, el «ayllu» sería una agrupación de personas que aprovechan un espacio cultivable, todos ellos, en ocasiones, unidos por lazos de parentesco y que forman parte de una unidad mayor que es la «saya» o bando. El segundo vocablo («saya») se define como estar de pie, alinearse con una facción, con otros «ayllus». Y «suyu» significa un camellón (para cultivo), partes de un todo, también significa nación, territorio, dicho de otro modo sirve para denotar espacios territoriales más extensos.

Con respecto a «ayllu», «saya» y «suyu», hallamos algunas aclaraciones en González Holguín

Definidos los significados de «ayllu», «saya», «suyu», queda la pregunta: ¿cómo estaban recogidos estos conceptos en la organización decimal política que impusieron los Ingas en la fase del estadopolítico del Tawantinsuyu? Nos referimos al poder de los Kamayoq (funcionarios con poder), «pachaq kamayoq» (jefe de 100), «waranqa kamayoq» (jefatura de 1000), «pisqa waranqa» kamayoq (jefatura de 5000), «chunka waranqa» kamayoq (jefatura de 10.000). Sabemos que los «ayllus» podían variar de tamaño de acuerdo al espacio geográfico donde residían, los habría de unas decenas como de cientos de personas (dirigidos por un Kuraqka de 10 a 1000 miembros). Una «saya» ya reuniría varios «ayllus» que sumando sus miembros pasarían de mil hasta diez mil personas. El gobernador de un «wamani» (provincia), el «Toqrikuq» era autoridad de 40.000 tributarios. Un «Suyu» [región con varios wamanis] estaba bajo el mando de un «Apu Inga» y todos ellos bajo el único mando de un «Sapan Inga» (único señor). Con lo expuesto, en la cuenca del Ichma surgen dos «parcialidades» o «sayas», urin saya y janan saya,  cada «saya» compuesta por varios «kurakazgos». En definitiva, esta primera parte del artículo nos ha clarificado la circunscripción territorial del río Rimac, los significados de términos relacionados a la administración territorial. Ahora quedaría ubicar el adoratorio de la divinidad de la «saya» janan.

Continúa ...

 


Notas

1.Mi agradecimiento al Profesor Lorenzo Martínez Manzanos, quien tuvo la amabilidad de sumergirse en la primera lectura de este trabajo, y a Domingo Martínez por sus sugerencias al borrador final.

2.Qhapaq Inga: Título del aunador del mundo andino. Justifiqué la utilización de este término en mi trabajo «Pacha: un concepto andino de espacio y tiempo» (1994a). Todos los cronistas sin excepción, tanto nativos como no nativos, cuando se refieren al «Monarca» andino o hijo del Sol, utilizan el término Inga. El único que rompe esta armonía, pese haberlo utilizado en la «Florida del Inga», con el prurito de que había mamado sangre india, es Garcilaso de la vega (1963: VII Libro. Cap. IV). Bien es verdad que en el Quechua, aparte de la palabra Inga, no existen otros vocablos donde esté recogida la letra «G». Esta excepción autorizaría al hijo del Sol, como hijo providencial, a incluir esta letra en el nombre del título que detentaba (como símbolo de una sociedad mutiétnica).Cabe advertir que el quechua de Ecuador y costa pacífica lleva este fonema «G». Por este motivo, en todos mis trabajos utilizo Inga para referirme a los gobernantes del Tawantinsuyu. Sin embargo, cuando me refiero a la civilización del Tawantinsuyu utilizo, si el hecho lo requiere, el término Inca o Incas.

3.Costa central: sin entrar en la polémica de su delimitación, es el área geográfica donde se encuentra la actual capital del Perú (Lima), territorio donde se hallan aglutinados mayor número de ríos con respecto a su límite norte y sur.

4.Este documento está escrito enteramente en lengua Quechua y lleva por título «Runa ynº ñiskaq machunkuna...» «lo que los indios dicen de sus antepasados...»; ha sido traducido al castellano por varios autores, entre ellos por José María Arguedas con el nombre de «Dioses y hombres de Huarochiri» (1966), y por Gerald Taylor, una obra monumental, con el título de «Ritos y Tradiciones de Huarochiri» (1989).

5.Urin y Janan,  dos conceptos polisémicos y contrapuestos, que entre algunos de sus variados significados están: luna-sol, mujer-varón, antiguo-reciente, abajo-arriba, izquierda-derecha, sur-norte, retaguardia-vanguardia, hermano mayor-hermano menor. (Garcilaso 1963: L. I. Cap. XVI. Matienzo 1967: L.I. Cap. 6. Capoche 1959: Pág. 140. Sarmiento de Gamboa 1965: Cap. 7. C. de Molina 1989: Pág. 100).

6.Implantación encomiendas: Ante el descubrimiento de nuevos territorios, pese a haberse abolido la esclavitud, teóricamente, en 1530, se ratificaron las instrucciones reales sobre las encomiendas dictadas en 1533 por Carlos V, las mismas que se habían aplicado en Mejico. Francisco Pizarro González empezó a repartir encomiendas a la soldadesca medieval en Piura, Jauja, Cusco (1534), Lima y, posteriormente, en todo el Tawantinsuyu (con derecho a fijar tributos), asignándoles valles enteros y provincias que estaban pobladas de 1.000 a 40.000 habitantes, reparto que se hizo con el argumento de preparar a los nativos en la nueva religión occidental.

7.Reducciones: Virrey Toledo (1569-1581), quinto virrey, ya superadas las guerras civiles entre los invasores y luego contra la propia corona; reestructura la organización colonial. Los nativos fueron obligados, después de quitarles sus territorios, a abandonar sus «paqarinas» (lugares de emergencia de sus antepasados según mitología andina) y obligados a vivir en lugares concretos, que funcionaron, a modo de «reserva de indios», a los que llamaron «reducciones», con el objeto de facilitar el cobro de tributos y su catequización, y allí languidecieron hasta desaparecer como pueblos nativos. Esta política tiene un parecido a la actuación del imperio romano esclavista al tomar la Iberia prerromana (1000-218 a.c), que, para desestructurar las relaciones de producción comunales, fundaron ciudades desde donde sus tierras serían trabajadas por los esclavos. En el caso andino, la «reducciones» hicieron el papel de «ciudades», desde donde dirigieron sus negocios los encomenderos a los «encomendados», en una situación que superó a la propia esclavitud .

8.Existencia de varios «señoríos»: la citada investigadora sostiene esta hipótesis con el argumento de «la existencia de terrenos de otros «caciques» en la zona de Rímac (Lima) basándose en la declaración de Francisco Ampuero (AGI. Lima 205, FOL. 27 V. Y 54 R. (En Rostorowski Pág. 76). A nuestro modo de entender, la existencia de terrenos de otros «caciques» en Rímac no tiene mayor importancia en comunidades o ayllus que mantienen lazos de unión, ya que, en el mundo andino, el intercambio de pedazos de terreno está basado en la idea de la reciprocidad (a nuestra comunidad o «ayllu» dejas ese pedazo de terreno y nosotros, a cambio, te dejamos otro terreno que da un específico producto que tú no tienes). Esta concepción daba lugar a la existencia de espacios cultivables, a modo de «islas salpicadas», de una comunidad en los terrenos de otra comunidad y viceversa. Aun por los años de 1950 - 1960, vi como mis parientes de Huayllabamba tenían algunos cultivos de coca en la ceja de selva (zona quillabamba) cedidos por mi madre, y a cambio, ella tenía ganado vacuno en las punas de Urquillos (Cusco) bajo, el cuidado de la parentela.

9.Transculturación: término que sustituye al decimonónico «aculturación». Transculturación fue propuesto por el antropólogo cubano Fernando Ortiz en 1940. En el caso andino, hubo una mutua interconexión y trasvase de costumbres, ideas, rasgos, etc., entre antiguas civilizaciones andinas y la fase del Tawantinsuyu. Esta fase no fue un invento foráneo, sino que es la consecución de la madurez del propio mundo andino.

10.Pizarro, gobernador de la nuevas tierras. Francisco Pizarro, después de haber llegado con sus trece compañeros a Tumbes en 1528, vuelve a España. Pizarro fue recibido en Toledo por el rey Carlos V (coincidiendo con Cortés el «conquistador» de Méjico). El 26 de julio de 1529, la reina firmó una capitulación en que autorizaba a Pizarro a continuar el descubrimiento de la «provincia del Perú» llamada también la Nueva Castilla, con la promesa de cargo de gobernador (a la llegada a Cajamarca, ya era gobernador del Tawantinsuyu). A Almagro, se le concedió el mando de la fortaleza «que hay o hubiere en Túmbez», aparte de declararle hidalgo. A Hernando de Luque, el título de protector de los indios y la promesa del obispado de Túmbez (a la llegada de los invasores, tanto la fortaleza cooomo Tumbez eran ruinas).

11. Dualidad en los cargos: cabe aclarar que, pese a la muerte del otro señor de Chincha en Cajamarca, a la llegada de Hernando Pizarro al templo de Pachakamaq para exigir oro para el rescate de Atawallpa, se presentaron varios señores entre los que estaba el señor de Chincha con ocho subordinados para darle las muestras de recibimiento. En el mundo andino, en los cargos superiores y en los simples «Kurakas» de comunidad siempre había dos señores de igual categoría (uno de «urin» y otro del sector «janan» ), por tanto, no es de extrañar haber hallado al otro señor de Chincha acompañando en su fatídico encuentro a Atawallpa con los cristianos.

12. María de la Magdalena: Es la segunda «reducción» que se creó en tiempo del Virrey Hurtado de Mendoza (primer Márquez de Cañete -1556 - 1561). Antes de ocupar este lugar, estuvieron reducidos en Chuntay en el valle de Lurín, pero, al crecer la ciudad tuvieron que ser trasladados a Magdalena.

13.Yanacona: es una corrupción del quechua que viene del término «yanapaqkuna», que se refiere a los que ayudan («yanapaq») en las comunidades como especialistas o en otros cargos de Estado como funcionarios (Manga: 2003); es un término que también está relacionado con la palabra «mitimaes». En boca y razonamiento de los cristianos, «yana», que aisladamente significa color negro y «kuna» es sufijo que pluraliza a «yana»; lo que convirtió a «yanapaqkuna» en los «negros» (criados), ya que ellos muy bien conocían en su civilización el esclavismo de raza, y que les vino como anillo al dedo para conseguir sus intereses, como era el volverse ricos en el menor tiempo posible.

14.Cristóbal de Albornoz parece que fue natural de Castilla, nacido en 1530. Fue párroco a los 30 años del arzobispado del Cusco (tuvo la esperanza de recibir la mitra de obispo) y hablante del quechua. Escribió un manual entre los años 1581 y 1585, posiblemente para el tercer concilio provincial de Lima (1582), al que titula «Instrucción para descubrir todas las guacas [dioses] del piru y sus camayos [sacerdotes] y haziendas» [bienes de la Iglesia nativa]». El Virrey Toledo le nombró Visitador en 1570. En sus andanzas, tuvo la colaboración de Waman Poma de Ayala (1569 - 1571). Fue uno de los primeros que se enteró del resurgir de la religión nativa «taqui onqoy», convirtiéndose, a partir de este momento, en un eficaz aplicador de las leyes represivas de los concilios del Perú. No dudó en hacer azotar, trasquilar y encerrar perpetuamente a los sacerdotes nativos. No desaprovechó su función de etnocida para, rastrear minas y aparece como dueño de una mina en Vilcabamba. Pierre Duviols: 1989: 137-155 (en «Cristóbal de Albornoz»).

Continúa a la segunda parte...


© 2005, Eusebio Manga Quispe
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Para citar este documento:
Manga Quispe, Eusebio: «Incas: presencia de una divinidad incaica (janan) en Lima, conviviendo con la antigua divinidad del Pachakamaq (urin)», en Ciberayllu [en línea]


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