César Vallejo y el humor |
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César Ángeles L. |
1892: Nace César Abraham
Vallejo Mendoza el 16 de marzo, en Santiago de Chuco: gran aldea, a 3115 metros
de altitud, del departamento de La Libertad, en la sierra norte del Perú.
Fueron doce hermanos.
1905-1908: Cursa estudios secundarios en Huamachuco.
1910-1912: Ocupa varios empleos administrativos: en un centro minero, en una hacienda azucarera... Piensa estudiar medicina.
1913-1915: Estudia Letras en la Universidad de Trujillo, graduándose de bachiller con su tesis El Romanticismo en la Poesía Castellana, publicada en 1915. Colabora en Cultura Infantil, revista editada por un centro escolar donde trabajó, antes de ingresar al Colegio Nacional de San Juan.
1915-1917: Se une al grupo literario y artístico «Norte», que encabezan Antenor Orrego y Eulogio Garrido. Escribe muchos de los poemas que integraránLos Heraldos Negros, publicando algunos en los periódicos La Industria y La Reforma, de Trujillo.
1918: No bien llega a Lima, entabla amistad con el célebre narrador y periodista Abraham Valdelomar. Completa Los Heraldos Negros. En agosto muere su madre. Honda crisis anímica y económica.
1919: Trabaja en el Colegio Nacional Guadalupe. A mitad de año lanza Los Heraldos Negros. Escribe las primeras versiones de muchos poemas de Trilce.
1920: En julio está en Santiago de Chuco, donde resulta envuelto en violentos incidentes que oponen a los dos bandos que dominan la ciudad. Se oculta un tiempo, pero en noviembre cae preso y queda detenido en la cárcel de Trujillo.
1921: Sale libre en febrero. Vuelve a Lima. Su cuento «Más allá de la vida y de la muerte» le vale un premio literario.
1922: En octubre publica Trilce, con un visionario y memorable prólogo de Antenor Orrego.
1923: En marzo publica Escalas Melografiadas; en mayo, Fabla Salvaje. En junio se embarca para Francia; llega a París el 13 de julio.
1924: Pasa meses muy difíciles. Su padre muere en Santiago. El sufre una dolorosa operación. Escribe varios de los poemas en prosa que figuran al final de Poemas Humanos y escribe la novela Hacia el reino de los Sciris(1924-1928).. Conoce a Vicente Huidobro.
1925: Trabaja para los Grandes Periódicos Iberoamericanos. Inicia su colaboración en Mundial, de Lima.Viaja por primera vez a España, a cobrar el monto de una beca. En realidad, Vallejo no frecuenta la universidad para estudiar Derecho como suponía la beca, y dos años después renuncia a ella por antagonizar con la política de la dictadura del general Primo de Rivera.
1926: Con Juan Larrea edita dos números de Favorables París Poemas. Vive con Henriette Maisse. Manda sus primeras crónicas a Variedades, de Lima. Borges, Huidobro e Hidalgo lo incluyen en su Índice de la Nueva Poesía Americana.
1927: Publica en la revista peruana Amauta, «Sabiduría», capítulo de una novela que nunca continuará. Renuncia a su puesto en los Grandes Periódicos Iberoamericanos. Conoce a Georgette Philippart.
1928: Cae enfermo, y va a pasar el verano al campo en compañía de Henriette. Se ha puesto a estudiar a la luz del marxismo los fenómenos sociales y políticos de la época. En octubre, con el monto de uno de los pasajes que solicitó de su embajada para regresar al Perú, realiza su primer viaje a la Unión Soviética. Vuelve en noviembre a París.
1929: Empieza a convivir con Georgette. Viajan a Bretagne y, en setiembre, nuevamente a la Unión Soviética. Colabora en El Comercio, de Lima.
1930: Publica «Un Reportaje en Rusia», en la revista madrileña Bolívar. En julio sus amigos concretan, también en Madrid, una reedición de Trilce, con prólogo de José Bergamín y poema liminar de Gerardo Diego. Vallejo se pone a escribir para el teatro: destruirá su primera obra Mampar; en cambio, trabajará con ahínco en su segunda, llamada primero Moscú contra Moscú, y luego Entre las dos orillas corre el río. A fines de diciembre, sindicado como comunista, recibe orden de abandonar el territorio francés; pasa a España con Georgette. Cesa toda colaboración en los periódicos limeños.
1931: En Madrid, Vallejo presencia el nacimiento de la República abril. Ingresa en el Partido Comunista de España. Escribe para la editorial Cenit una novela proletaria El Tungsteno, en la cual incluye, con ligeras modificaciones, el texto «Sabiduría». No logra publicar su cuento para niños «Paco Yunque»; pero su reportaje Rusia en 1931 / Reflexiones al pie del Kremlin publicado por la editorial Ulises conoce un éxito rotundo. En octubre viaja, por tercera y última vez, a la Unión Soviética. De nuevo en Madrid, empieza otra obra teatral:Lock Out.
1932: En enero escribe a Larrea: «Comparto mi vida entre mi inquietud política y social y mi inquietud introspectiva y personal y mía, para adentro». En febrero, vuelve clandestinamente a Francia, donde no tarda en conseguir permiso para quedarse. Revisa Rusia ante el segundo Plan Quinquenal, que ninguna editorial acepta.
1933: Colabora en Germinal, de París, con una serie de artículos sobre el tema «¿Qué pasa en el Perú?».
1934: Federico de Onís incluye al autor de Trilce en su Antología de la Poesía Española e Hispanoamericana. En octubre, Vallejo se casa con Georgette. Escribe el drama Colacho Hermanos. Prepara dos volúmenes críticos: El Arte y la Revolución y Contra el Secreto Profesional.
1935: Año negro, en que se cierran todas las puertas. Vanos intentos para publicar un volumen que reuniera las prosas poéticas y los poemas, escritos desde 1923.
1936: Estremecido por la tragedia que estalla en España, Vallejo colabora denodadamente en la ayuda al pueblo y a la causa republicana. En diciembre viaja a Barcelona y a Madrid. Redacta artículos en los que subraya «el desorden genial de gesta antigua» de los primeros meses de la guerra civil española; un hecho que constituye «una epopeya única en la historia».
1937: En julio, asiste en Valencia al Congreso de Escritores Antifascistas. Comprueba la vanidad y cobardía de muchos delegados. Visita el frente Madrid. De regreso en París, colabora en la fundación del Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española; pero se retira cuando el boletín Nuestra España pasa a ser controlado por Neruda, cuyas actividades siempre le parecieron interesadas y demagógicas. Entre setiembre y diciembre, revisa algunos versos de los últimos quince años, y.completa lo que luego será Poemas Humanos; e igualmente escribe España, aparta de mí este cáliz.
1938: En marzo, Vallejo cae en cama. Lo transportan a la Clínica Arago, de París, donde nadie llega a determinar cuál es el mal físico que lo consume. El 29 de marzo le dicta a Georgette: «Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios». Muere en la mañana del 15 de abril, Viernes Santo, pocas horas después de que las tropas franquistas han alcanzado el Mediterráneo al norte de Valencia, cortando en dos lo que quedaba del territorio republicano. Sus restos se hallan en el Cementerio de Montparnasse de París (12ª división 4ª ligne du Nord Nº 7).
1939: En enero, los soldados republicanos del ejército del Este publican en España la edición príncipe deEspaña, aparta de mí este cáliz (varios ejemplares de la misma fueron hallados en la biblioteca del monasterio de Montserrat Catalunya, en 1983, luego de un largo período en que se la consideró perdida o destruida por los franquistas). En julio, aparece en París, como homenaje póstumo, la edición de Poemas Humanos hecha por Raúl Porras Barrenechea y Georgette de Vallejo.
LOS DESGRACIADOS
Ya va a venir el
día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.
Ya va a venir el
día; ten
fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona
antes de meditar, pues es horrible
cuando le cae a uno la desgracia
y se le cae a uno a fondo el diente.
Necesitas comer,
pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndate, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma.
Ya va a venir el
día; pasan,
han abierto en el hotel un ojo,
azotándolo, dándole con un espejo tuyo...
¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente
y la nación reciente del estómago.
Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido!
¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!
¡Con cuántos doses ¡ay! estás tan solo!
Ya va a venir el día, ponte el sueño.
Ya va a venir el día, repito
por el órgano oral de tu silencio
y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos,
abstente de ser pobre con los ricos,
atiza
tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.
Ya va a venir el
día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas,
y, por tu orgullo clásico, las hienas
cuentan sus pasos al compás del asno,
la panadera piensa en ti,
el carnicero piensa en ti, palpando
el hacha en que están presos
el acero y el hierro y el metal; jamás olvides
que durante la misa no hay amigos.
Ya va a venir el día, ponte el sol.
Ya viene el día;
dobla
el aliento, triplica
tu bondad rencorosa
y da codos al miedo, nexo y énfasis,
pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo
el malo ¡ay! inmortal,
has soñado esta noche que vivías
de nada y morías de todo...
(de Poemas Humanos)
POEMA «III»
Solía escribir con
su dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes.
Papel de viento, lo
han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!
Palo en el que han
colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!
¡Viban los
compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registráronle,
muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo
y en la chaqueta una cuchara muerta.
Pedro también solía
comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!
Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquél
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con todas sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.
Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.
Pedro Rojas, así, después de
muerto,
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».
Su cadáver estaba lleno de mundo.
(de España, aparta de mí este cáliz)
Escriba al autor: © 2001, César Ángeles L., [email protected]
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