Aproximación a la poesía peruana de los 80.
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César Ángeles L. |
De Reyes en el caos
Morada del río, morada de
las piedras relucientes y las luces
de la caseta de la hidroeléctrica
Urb. Niágara Chaclacayo-
Siempre encuentro silencio entre estos
muebles,
no brillantes pero dueños del frescor
con que ahora siento que puedo escribir,
aunque sea unas líneas iniciales
el primer canto del poema, aunque
luego tenga que salir, abandonar
este trozo de tiempo detenido y
en un micro Lima-Ricardo Palma
ser testigo de una declaración de amor:
El, delgado, pelo corto, voz quebrada
por la circunstancia. Ella, azul,
segura, voz natural con una
tímida ternura, musical, urbana
El: ¿Por qué estabas tan sola? ¿Por qué?
Ella: Me molesta, me aburre. No sé.
El: ¿No te gustaría? Salir, conversar
Ella: Desde Ventanilla se ven esas luces
El: Sí, es como si estuvieran en el aire
Un rato después, ella ha puesto
su mano sobre la de él, encima
del respaldar del asiento. La
de ella sólo se distingue de la de él
por el cuidado que presentan las uñas.
De Huampaní a Lima, un
viernes al anochecer, en el
pasadizo de un microbús
renació el amor en dos jóvenes
de mi país ¿Y Edith Lagos?
¿Quién es Edith Lagos? ¿Sarita Colonia? El
rostro
de ella me hace recordar al de ella,
el mismo trazo oval, el mismo pelo lacio
en los costados de la frente
Ella dice: ¿Vamos a una discoteca? ¿En Lima
o Miraflores?
El: Las de Lima son monse
Ella: Pon el cassette de Amanda Miguel
OBREROS GUERRILLA ES TU CAMINO
Así reza una inscripción en la pared
de una fábrica. De pronto, tomo
conciencia de que estoy en la Carretera
Central.
Una tras otra, las fábricas se suceden
(Ya no soporto el penetrante olor
del polvo acumulado entre los libros
dispersos en mi mesa)
Cerros de libros / cerros habitados,
en El Agustino veo
el cambiante resplandor de un TV
iluminando en lo alto una ventana
El micro
da la vuelta en el paradero final.
Se acerca el cobrador y detiene a
una muchacha antes de bajar y
dice: Espérese, no baje.
Yo: ¿Qué pasa?
El cobrador: Allí está el policía
Yo: ¿Cuál policía?
El: Cómo que cuál policía
(en La Última Cena, 1987)
La guerra con Chile
A Miguel Grau
Y nos
quedaremos encerrados
viendo fluir mansamente las aguas de
la piscina
tu rostro
de alabastro adornaré
con oro
rubíes una diadema de semen
en la
pureza de tu frente
un símbolo de libertad
aunque nada
se escuche de tus aes de amor
y soledad
placer y destrucción
entre las
cortinas y las alfombras persas
la guerra
es un ruido demasiado lejano
demasiado imbécil
y nadie
habrá que merezca mi canción
todas las
familias han emigrado
o entregado su culo al enemigo
La Virgen
del Carmen protegió
a mi amada de una violación
en los alrededores del olivar
Ahora se
santiguan las viejas
al ulular de las sirenas
¿Quién
vive? se escucha entre la noche
y una bala perdida va a caer
junto a la orquídea apuramos el
jarro de limonada y beso tus pezones
entreabriendo
la bata/ la seda no
es más
suave que los pétalos de
las rosas
amarillas rojas y grosella con
que
estrenas tu concha
para mí
este esplendente amanecer
Verano liba
el jardín y el recuerdo
de las grandes celebraciones en la
terraza
Dale luz a los muslos de mi amada
inclínala sobre el paño verde
y prohíbele juntar las piernas para siempre
Que los sótanos se abran de par en par
sea bebida toda la reserva de licor
hagamos posible la dulce ceremonia del suicidio
en vida
el enemigo hallará nuestros cadáveres
ebrios desnudos gozando de la
gamuza de tus pies con el cristal bohemia
roto sobre nuestros sexos calientes
Porcelana,
baños, yerba de los
prados, grifa, dedicarse al polvo
lenguaje de
la música en el
silencio de los pasillos, sólo los
abrazos y
las caricias alucinadas
derramándose
en copones lubricados
D e c a d e n c i a
esta es tu
canción
los
libros encuadernados y
los salones de lectura
serán quemados o saqueados por el enemigo
y no sé que haya nadie erguido
a la altura de mi falo puro contra la indignidad
Reynaldo el buen salvaje viajó a
defender la patria ¿cuál Dios o
Diablo? en la ciudad de las acequias
muchacho querido entre las moras y el ciruelo
chico de brazos delgados arrullado
por la sombra del paraíso. ¿A qué
fuiste a morir por las güevas
con tus ojos verde agua
llorando contra la soledad de mi masturbación
pensando en ti, Reynaldo de Vivanco
valiente príncipe de la gran cloaca de Lima
mi amada será el recuerdo por esta noche
Envejezco. El enemigo ocupa nuestras calles
preña con odiosa semilla a las mejores hembras
ante la deserción de nuestros jefes
ante sus gestos de aristócratas bambeados
cerdos vendidos
Yo me niego
/ opto por el culo de mi amada
limpiamente
me encierro me entrego a mis delirios
sólo mi cuerpo bendito mi cuerpo maldito
opto por mi suave individualidad/ narciso
Soy el loco de Lima el que más ama
a sí mismo y al cuerpo de mi amada
Ella la sin nombre la hija del poema y la poesía
la encerrada la sirvienta la esclava
la pasión más cierta de los grupos feministas
Con ella no veré más la luz de los ficus
ni el hedor de las calles llegará
hasta el refugio de tu concha feliz
tendidos día y noche cachando bellamente
como flores de un jardín helado en el verano
sol canción mar
ANARQUÍA de M. G. P. silencio delicioso
de tu cuerpo cuando las das sensitiva
prostituida lindura calzón de seda
en la oscuridad de El Tiburón
nuestro sótano de putas y cabrones
cabros y manzanas california licor
macerado y muerte
D e c a d e n c i a
esta es tu canción
(en Homenaje para iniciados, 1984)
Triunfo
Nunca pensé llegar a esta palabra nunca me dijo nada
tan sólo apagar y prender la luz ya era una señal,
extraña como la madre delicada y quieta en su noche perfecta:
nadie debía penetrar los recintos sacros del poema,
uno tiene que cumplir sin decir nada y dejar sonar
tu ritmo en la camioneta del deseo (que odias)
y lo buscas para liberarte de tus fantasmas exquisitos,
algo has de lograr pero no lo que tu alma te exige.
para ver el sol te oscureces uszas otro dialecto
sales hasta donde te aguarda esa abierta puerta,
que es lo mismo que soñar con estos versos
hundidos en tu bella soledad perdida iluminada
por tu neón chibolo bajo el tintineo de la incertidumbre,
pero así continuabas amando con los símbolos
de tu ríspida tristeza color rosa de amargura urbana
caminando con tu puta belleza desolada.
El triunfo llegará así ni tú ni yo lo comprobemos
no te prostituyas más de lo recomendado
acuérdate del pájaro solitario y su dulce condición
no desesperes en hallar un bar abierto en la midnight
siempre es una forma distinta en la reja de tu sensualidad
o es la llamada del padre «alta como un penacho de plumas»
destruyendo tu lucha interna / tu blanca vestimenta
obligándote a una lúcida apariencia sin rencor
Levantarse es volver a sentirte como canto
lluvia que me baña con tu lindura todo fin
menos el amor que se parece a la victoria pero
no es aún el designio equidistante sino tu bella
aparición en blanco comunión sin reservas
con la frecuencia modulada de tu divina agonía
nada estalla sólo vibra la noche de tu útero
oculta como madre que se quita sin despedirse.
(en Symbol, 1991)
Liberación
Tu primera respuesta fue el llanto o unas voces
que a esa hora ya no tenían base, sólo Dios
decía su sabiduría fresca, su son diurno
superando la separación de las duras paredes
que en tu sensitiva alucinación era distinta
pero similar al pensamiento que te invoca día a día
o es la madrugada la flor renaciente de tu extrañeza,
no lo sabes, si lo supieras no escribirías poesía
Para avanzar sobre la noica de los brazos
impones tu sencilla rebeldía y despachas sin violencia
al salir haces un ruido incomputable revelas tu nada
o la prefiguración de las universales paradojas
A esta práctica llamarás provocación o nueva estrella
lo bello y lo triste una llamarada que nunca se extinguió
tus batallas por el lado de la luna, divertida
lucidez que ibas aprendiendo con sólo desear
Así temías el agua de tus ojos, el reino de la
dorada y putrefacta incertidumbre casi amoenus
divisada en el insomnio de la máscara impaciencia
no te salgas de tu sangre y verás sin mácula ni odio
los puntitos rosados en el hombro de tu alma son
historias dibujadas en el sol vibrátil de tu sombra
buscada entre los perros cuando escapan por calor
si asciende tu alcohol es entonces que el ángel continúa
Sabías que era un sinuoso y largo recorrido
aspiraste el dolor de todo un pueblo y
rezando en el imperio de la infancia divertida
como el viento remueve las prendas colgadas del alambre
nunca púas nunca heridas una voz que te dictaba entre sueños
y su risa te pudo dar lástima porque en su hueco
expresaba otro sentimiento que atraparás el día de la porciúncula
«ya me cachaste» dijo en la puerta de la Iglesia
Doctrina no te encuentro no me bacila tu falsa minifalda
No sé lo que me gusta de tu cara llena de monos
de efigies arrancadas a la cábula de tu pierna izquierda
colocada como un picasso sobre el ocaso de tu beso
Juega me decías no te canses por qué no te burlas
como yo de ti y de tu amor cojudo como burro en primavera
es que yo no soy vallejo yo soy santiváñez el que no
comprendió el feo saludo del lumpen cuando nadie lo detesta
(en Symbol, 1991)
Paz
La palabra se funde con el viento
y de pronto ya no quiere expresar nada
ha de ser el secreto que te revelara durante la boda
el influjo de tu alma sobre esta poesía
En la noche plástica el noctívago se prende
y busca calma pero no la paz de los panteones
menos el silencio de las celdas para alta peligrosidad
/es un ritmo por donde la vida continúa/
Las ventanas de Tamputokto suenan a clarín de berlín
y tú sientes el amor convertido en calle, en ti
que eres la sin rostro, la que sólo con la chukcha
mueve la bandera de sangre de su pueblo desolado
y es virgen like you Rose, mil veces
arrancada y todavía pura y todavía puta
para ennoblecer la dignidad de la noche
y dejar el semen cubrir la entera tierra
porque te sigo sólo hasta el calzón en los tobillos
y atraco en el sokotroko de tu vulva
«Tú estás enamorado» sentenció mi Lola
mientras yo te negaba afirmando tu experiencia sutil
Hacer el bien no cuesta nada escuchó
«yo no quería una cerveza» y tomó
Mejor Excelente / O Peor Divertido.
No has perdido Nada. Sólo lo blanco te curaba
Tenebrae si he pecas con Ella es
El miedo al suicida, el silencio de la calle,
la sangre que se derrama por ti, la luz
que sigue a la sombra te hace vivir.
Senté a la cerveza en el paladar
y la encontré amarga y la injurié,
ya son las once ya las doce campanadas
de las canículas penetrando el marzo:
Oi Konchetumá’ «¿Te lo has comido?»
(en Symbol, 1991)