La verdad sobre las relaciones de César Vallejo y Luis Taboada

Investigación

[Ciberayllu]

José B. Adolph

 

Fascinado desde la adolescencia, como tantos, por la poesía de César Vallejo y particularmente por el poema «Gleba», intrigóme desde mi primera lectura el verso final de esa pieza vallejiana ejemplar: y, en fin, suelen decirse: Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses; / allá ellos, allá ellos, allá ellos!

Ese «ellos» del poema se refiere a los labriegos, término empleado aquí por el vate de Santiago de Chuco para nombrar a los campesinos («de la gleba») en la particular nomenclatura feudal europea asumida en tiempos de Vallejo y Felipe Pinglo1. Asumo con la modestia natural en un hombre de ciencia la significación de este temprano interés del autor de estas líneas (de 13 años en esa primera lectura) por identificar a Luis Taboada, interés que se corresponde con la curiosidad típica del futuro investigador.

En efecto: carece de toda importancia identificar tanto a las putas como a los ingleses a que se refiere el poeta, aunque mi ilustre colega el Dr. Felipe Villalobos Ángstrom, de la Universidad de Uppsala, ha dedicado una curiosa monografía al tema2. Lo que me parece fundamental, sobre todo para entender la matriz peyorizante del Vallejo maduro, es la ubicación del susodicho Taboada. Gracias a la financiación y al apoyo logístico brindado por la Universidad Ganadera de Wyoming, EE.UU.3, pude dedicar dos años de mi vida a revisar la documentación existente, hablar con viejos amigos sobrevivientes4 y distinguidos biógrafos del poeta. El fruto de este trabajo, destinado, si se me permite afirmarlo, a despejar las dudas que desde hace unas siete décadas han vuelto insomnes a generaciones de lectores peruanos y extranjeros, se aprecia a continuación.

Durante el periplo vallejiano por la ciudad de Lima —fugado, prácticamente, de Trujillo y antes de partir en su viaje definitivo a París y a la muerte—, el poeta solía frecuentar los fumaderos de opio del barrio chino, hoy reemplazados globalizadoramente por papas fritas. No cometo infidencia alguna puesto que el propio Vallejo lo confirma públicamente en un célebre poema5.

En una de esas noches de frío y garúa del invierno de la capital peruana, Vallejo y sus amigos bohemios avanzaban por la calle Capón, ligeramente ebrios y recitando a viva voz ciertas «poesías» subidas de tono que la seriedad de este trabajo me impide citar, cuando se cruzaron con otro grupo, comandado por un enemigo literario de Vallejo, el crítico del célebre semanario conservador «El Pensamiento Republicano». Este hombre no solamente había condenado a la poesía vallejiana como «absurda», «ortográficamente fallida» y «más cercana a la locura que a la belleza», sino también al hombre que la había escrito. Había, más de una vez, usado términos altamente inconvenientes para calificar al joven serrano como «campesino sin modales», «indio narigón» y «posible marica». A esto, Vallejo había respondido, en corro de amigos y más de una vez, con frases muy duras relacionadas con la madre de su enemigo6. Inclusive había escrito una divertida biografía falsa de esta persona, que los periódicos y revistas de la época se negaron a publicar y que, al parecer, fue posteriormente destruida, algunos afirman que por Georgette. «Pero eso no me consta», me dijo el profesor Murruchuca tras un acceso de tos. «Georgette ha sido muy calumniada».

Como ya se habrá deducido, el nombre de este sujeto era Luis Taboada Warren. El apellido materno del individuo nos revela el origen inglés de su señora progenitora. Las piezas del intríngulis van ensamblándose. La conjunción putas + Luis Taboada + los ingleses adquiere toda su trascendencia: en un solo verso magistral: nuestro máximo vate ha mencionado al desdichado, a su madre y a la nacionalidad de ésta, no limitándose, como suele suceder en la prosaica cotidianidad, a la infausta profesión de la señora Warren.

El autor de la presente investigación se considerará satisfecho si otras plumas, más dotadas, recogen esta primicia para profundizar en ella. Bien lo merece. Sobre todo si, como sospecho, detrás de Luis Taboada se movían otras, más siniestras fuerzas7.


Notas
  1. Véase mi trabajo El Concepto del Labriego en Felipe Pinglo, PEISA, Lima 1977.
  2. «Las Putas y los Ingleses en la Poemática Vallejiana», Prensas Universitarias, Estocolmo 1985.
  3. Mi especial gratitud a su rectora, la Dra. Elizabeth Cow Holstein.
  4. Específicamente el professor Cirilo Murruchuca, cuya avanzada edad, 109 años bien vividos en Trujillo, no le impidió guiarme en su silla de ruedas por su vasta biblioteca.
  5. «Esa noche no pudimos fumar...»
  6. Remembranzas de don Cirilo Murruchuca (inéditas).
  7. Valdría la pena, por ejemplo, hurgar un poco en la genealogía de los Taboada y los Warren, vinculados, según algunos, al rosacrucismo.

© José B. Adolph, [email protected]
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