Pobre Diablo y otros cuentos

«Todo está en las historietas»

Introducción a Pobre Diablo y otros cuentos

[Ciberayllu]

juan Acevedo

 

Ya no debería escribir nada. Todo está en las historietas. Además, todos se saltan la introducción.

Para algunos viciosos que quieran saber más de estas historietas, doy algunos datos sobre ellas y los mezclo con párrafos entresacados de mis diarios del tiempo en que las hice.Creo que también ayudarían los periódicos de esa época, ver en qué estaba el país cuando lo gobernaban Morales Bermúdez, Belaúnde, García y —en sus inicios— Fujimori. Y en qué estaban los lectores y lectoras.

 

3/2/84

Sé al menos que a Marilú, por ejemplo, debía haberla besado alguna vez. Y luego tener el coraje de comprender que no podía ser, y bien, gracias, cada uno a lo suyo. Pero me equivoqué en el orden: comprendí que no podía ser y cuando quise besarla, ya era muy tarde.

POBRE DIABLO

Se me ocurrió en 1977 y comenzó a publicarse un año después, en Monos y Monadas. Pobre Diablo quería ser un héroe desde la vida rutinaria, muchas veces mediocre, del hombre «común y corriente». Al tomar conciencia de su desposeimiento frente al poder adverso, surgía Pobre Diablo convertido en un gran super ego: Marx, Superman, Jesús... La propuesta era simpática, pero con el tiempo fue quedando atrás. Surgieron los Pobre Diablo de denuncia, los existenciales, los amorosos, etc. Tenía la ilusión de trabajar sin esquemas, como me dictase el sentimiento en que me agarraba la quincena (tal era su frecuencia de aparición).

Pobre Diablo me gustó como nombre para esta historieta. Quería hacerla desde lo gratuito, aquello que parece casi un desperdicio a los ojos de las personas sensatas. Me sentaba frente a mi página en blanco, cualquier día, con toda la tranquilidad del mundo o apremiado por el plazo de entrega, pasada la medianoche. La «unidad de estilo» no me importaba tanto, cuanto la franqueza de expresar lo que estaba viviendo: un hecho público o algo muy personal, lo que ocupara la pantalla de mi cabeza.

Muchos me preguntaban qué quiero con Pobre Diablo. Estas son mis historietas en confianza. Confío en ti, que me lees, y no te escondo nada: divago, celebro, reniego, me pongo idiota, genial, santo, intolerante. Si tú no me quieres, a mí qué me importa; pero, ¿...y si me quieres?

 

18/8/85

¿Es esto estar loco? Dar de gritos garganta recorriendo solitario la casa. Despeinarse y sentir que los pelos de punta son el mejor peinado el más atractivo y verdadero el que te pinta de cuerpo entero y a ver si no te aman es porque no valen la pena. Revolver la casa que no quede ni un solo rincón ordenado desplazarse entre el desorden sintiendo una comodidad sin límites.

¿Es esto estar loco o es simple expresión como dibujar en un papel sólo que en vez de hacer rayas en ese papel trabajas con tus pelos con tu cuerpo con tu casa? Quizás se acerca a la locura quizás lo sea pero el caso es que pasa y uno vuelve al orden mínimo al orden máximo y aspira a cambiar las cosas a hacer un mundo mejor. Y de repente el cuento del mundo mejor me harta me revienta tengo sed de desorden exceso de nostalgia y grito que me quieras y me acompañes cuando viajo de un hemisferio cerebral al otro de ida y de vuelta.

GUACHIMÁN

Comencé Guachimán en agosto de 1981. La actitud de Pobre Diablo continuó en Guachimán y en otras historietas que le siguieron. La palabra guachimán es una versión latinoamericana del inglés watchman (vigilante). En los años 80, Lima se llenó de guachimanes. Ya no se les veía sólo en las afueras de un club exclusivo, una fábrica o una gran mansión, sino cuidando la cuadra en cualquier barrio de clase media. Después, como los guachimanes no bastaban, aún en esos barrios se levantaron murallas y erizaron rejas con púas alrededor de cada casa. Había gran inseguridad. Sendero Luminoso apagaba a voluntad el fluido eléctrico de las ciudades y tiraba bombas en los bancos, estaciones policiales y supermercados. Las estaciones policiales no contrataban guachimanes (que, me imagino, los hubiesen querido), pero al menos levantaban rompemuelles en sus proximidades, para asegurarse del paso lento de los automóviles. Diariamente los periódicos anunciaban decenas de muertos, asaltos, masacres, bombardeos, torturas, secuestros. Paradójicamente el asentamiento de la democracia era vox populi. Sobre todo esto no trataba Guachimán. El apenas tomó el nombre que se da en nuestro medio a los policías particulares. El estilo gráfico que empleé, de puro pincel, tiene que ver con mi admiración por Will Eisner, el gran maestro norteamericano, creador de «Spirit».

 

4/9/85

Aunque no te guste, han anunciado por los altoparlantes que tu juego está completamente equivocado.
Justo cuando tú anunciabas que te jugabas al todo o nada.
Aunque no te guste, por los altoparlantes anuncian que nada.
Ya no puedes jugar.

Sí y no. Mi posición desventajosa es el resultado de grandes proyecciones. Voy a perder por estar lleno de ganar.

Casi como inevitable resulta la posición a la que he sido conducido de manera maestra por mi oponente. El sabe más que yo. Me va a ganar, me está ganando.
Sólo que mi oponente no existe. He estado jugando solo y parece que pierdo.
Eso es lo que anuncian los altoparlantes.

¿Y si se equivocan quienes hablan por los altoparlantes? ¿Y si yo, que voy a perder, en realidad voy a ganar?
Ellos trabajan con computadoras.
Han introducido toda la información en las computadoras y ellas han computado: PIERDE. Mil veces PIERDE.
¿Y si las computadoras no han sido programadas con esos datos que hacen a mi naturaleza? ¿Si algo sustantivo mío no ha sido introducido en ellas y aún siendo introducido ellas no estuviesen en condiciones de procesar?
¿Entonces quizás yo ganaría?
¿Ganaría aunque las computadoras dijesen que yo he perdido?
¿Algo siempre quedaría fuera de ellas?
Algo importante, mi manera de ganar.
El tiempo pasa y las computadoras persisten en que yo persisto en perder,
porque persisto en ganar,
y cuando ellas sostienen que estoy perdiendo, neciamente creo que estoy ganando,
aunque no se vean los resultados.
Como una cuestión de fe.
Las computadoras suman 100,000 veces: PIERDE.
Y yo voy a jugar.

EL HOMBRECITO Y SRA.

Esta historieta la dibujé a intervalos durante los años 81, 82 y 83. Fue publicada por Monos y Monadas y la revista Caretas. Los personajes, un par de esposos y su hija, viven relaciones que mucha gente conoce. Dibujaba rápidamente, tratando de que cada pincelada fuese la extensión de mi propio pulso, mi manera de seguir el ritmo del guión. Aún con esas, parece que no coincidí con el gusto de la mayoría. Como esto era muy censurable en un artista democrático, popular y científico, busqué nuevos caminos.

ORATEMÁN

1982, igualmente en Monos y Monadas. Durante un tiempo creí que Oratemán era mi historieta más agresiva. El dibujo lo hacía con pluma, sin ningún boceto ni guión previo. Veo que está inconclusa, no recuerdo porqué dejé de hacerla.

 

19/9/85

Podría ser, por ejemplo, una pasta de Kolynos. Podría ser un perro, un tiempo. Podría ser un vegetal. El hijo que hace sufrir a la familia.
Podría ser malo o bueno. Por ejemplo, afeitarme todos los días. Y cumplir contigo hasta hacer que me ames. Oh, sí, yo podría ser otro.
OTRO. Alguien con quien no acierten tus proyecciones. Alguien que si lo descuartizan no presente huellas digitales. Alguien en quien no piensen para sus listas los políticos.
Podría volver a nacer. Ser otro. Another man.

ANOTHERMAN

Este es mi Pobre Diablo más largo. Se publicó en 1985 y 86, en la revista El Idiota. Es mi primer personaje enmascarado. Aunque no se le ven las facciones, por la rapada y los anteojos oscuros recuerda algo a Oratemán. Pero Anotherman es más silencioso, místico casi, y no está buscando al amor de su vida sino la justicia y por ella desciende al infierno y enfrenta al Demonio. Para variar, casi siempre la dibujé de frente, sin exquisiteces, más ganado por lo que va ocurriendo que por la forma cómo ocurre. Esta sensación se mantuvo aún 13 años después, cuando la retomé para terminarla (se había visto interrumpida cuando se clausuró la revista por motivos económicos; las últimas 12 páginas las hice en agosto de 1999, para cerrar este libro).

 

21/8/94

Serenidad de domingo a las 7 de la mañana
Pongo un punto en el papel
y en el acto
como si hubiese encendido la luz
sale volando una paloma en el jardín
¿Es una casualidad?
¿O la paloma escuchó el punto que nuestro oído no percibe? Esto puede ser importante, si hay o no relación entre mi punto y el vuelo de la paloma. También el otro día cerré los ojos y en ese instante se cayó solo el reloj de la mesa de noche. No había ningún viento, ninguna ventana abierta, ningún temblor. Supongo que estaría mal puesto y llegó el momento en que su resistencia cedió.
Lo olvidaré.
Me tomarán las cosas que debo hacer
y aún las que no debo.
Así vivo, sin discernir entre lo casual y lo causal. Camino a los 45 años y qué pocas cosas entiendo.

EL PATO LÓGICO

El patito nació a comienzos de 1982, en Monos y Monadas. Y allí quedó. Volví a dibujarlo a mediados del año siguiente, pero no fue aceptado en las publicaciones a que lo presenté. En 1987, aprovechando que estaba de editor en el suplemento ¡No!, de la revista , lo coloqué durante varias semanas.

Lo hice a pluma y con boceto previo, cuidando la limpieza del trazo, felizmente muy fácil. Al principio trabajé sin textos, lo cual exigía más al lenguaje de la imagen. Las historias son como el dibujo, en ellas me interesa la ternura, el amor, lo positivo. Sé que a muchos les parecí reblandecido, pero lo curioso es que estas páginas fueron hechas en los mismos días del agresivo Oratemán.

 

20/10/94

¿Qué me queda? Al hombrecito aquel que me tiró esta lanza que llevo incrustada en la garganta lo he seguido y lo he matado como a una cucaracha con mis patas o ha logrado escapar asustado o se ha reído metiéndose entre unas piedras a las que no llego. Es igual. Como sea, esta lanza me hace daño, me duele, me desangro y por mis gritos y locura no hay quien se atreva a ayudarme. ¿Cómo se sacará esta mierda? ¿Puedo morir por un disparate así? Puedo. ¿Puedo vivir, recuperarme y durar unos 20, 30 ó 40 años más? Puedo. Pero, ¿puedo dejar de ser un dinosaurio? Miro mi piel. La veo verde.

EL REY PIPÍ

Hago constar que a esta línea de historietas pertenece Su Majestad El Rey (Católico) Pipí. Se trata de apenas 6 páginas, publicadas en 3 entregas, en la revista El Idiota, en mayo de 1984. Despertó algunas adhesiones y una ola de rechazos (había gente que yo estimaba y que me quitó el saludo). Tal vez a estos últimos ahora les parecería una historieta cándida. No es en consideración a ellos, sino porque me da la gana, que no la he puesto en este libro. Casi por cábala. Para preservar mi libertad, de vez en cuando la contradigo (algo así dijo Duchamp).

 

28/8/99

He retrasado varios trabajos por los que me pagan. A cambio, terminé el libro Pobre Diablo. TODO. 12 páginas de Anotherman y 3 del Pato Lógico (vueltas a hacer, porque se perdieron las originales). He trabajado como 20 días intensos y con una fuerza que a mí mismo me admiraba. ¿De dónde sale eso? El caso es que te pone en una dirección y hacia ella vas con todas tus ganas. Me sentí jubiloso al dibujar esas páginas cada día, desde muy temprano, y me invadió una gran tristeza al entrar a la tinta de la última entrega. Después lo superé, al ver cómo iba quedando. Qué felicidad. Como si yo no lo hiciese, como si alguien me dictara todo. ¿De dónde sale eso? Poder hilvanar cosas tomadas de mis recuerdos, sueños, visiones, enfermedades, creencias, historietas, canciones, etc. Pasarlo a un apurado guión, sin pensar en nadie que me controle, sin límites en cuanto a extensión ni consideraciones al tipo de público receptor, y luego a la tinta en esas páginas de fotocopias que utilizo por el reverso, totalmente descartables, pobre y rico soporte… Y toda esa dicha, pasados un par de días, parece verse afectada por la sospecha de que esa historia tal vez interese a demasiado pocos, a casi nadie, que quizás resulten densos los diálogos y escasa la acción que entretiene y amarra al lector-espectador. No sé. Lo bailado nadie te lo quita, es cierto, pero ya me gustaría llegar al corazón de los lectores y lectoras.

Al hacer el recuento de las historietas de Pobre Diablo, vi que algunas, que en otro tiempo amé, ahora no quisiera publicarlas. Las siento propias de su tiempo, nacidas en circunstancias que puedo reconocer y saber que ahora estoy en otra cosa. Todo eso forma parte de mí, es cierto, pero ¿tengo que dárselo al lector? ¿Es un álbum de recuerdos acaso? ¿Es un panteón de aventuras muertas y conservadas con la idea de que tuviesen algún valor por un curioso coleccionista que antes de morir advierte la inutilidad de sus afanes? Hay páginas que le deben a los últimos 70, otras a los 80 y otras a los 90. Algunas, durante varios años, creí que se adelantaban a su tiempo. Posiblemente fue así. Se adelantaron unos 10 ó 15 años, pero nadie se dio cuenta, esos años pasaron, alcanzaron a las páginas y las dejaron atrás. No pasó nada. Pero, ¿es que no se publicaron? Pues, sí, en varias revistas, mas no como libro. Este era el rescate que quería darles. ¡Vaya ilusión! Otras páginas aún están vivas, siento que mantienen algo nuevo que decirle al lector. ¿Cuánto tiempo más? No sé. Mi manía de recopilar y ofrecer de esta manera mi obra también podrá parecer una pretensión propia de alguien formado en la segunda mitad del siglo XX. En sólo 3 meses más pasaremos al XXI. Ahora asombra cuánto cambian ciertas circunstancias de una década a la otra, y aún de un lustro a otro, afectando los valores en boga de la gente. En boga, digo, cuando de niño me enseñaron (y me lo creí) que los valores eran eternos. Quizás en el siglo XXI se asombre la gente al ver cómo cambian las cosas cada 3 años, 2, 1… cada semestre, cada semana… ¡Ah, tú te quedaste en abril! ¡Actualízate! ¡Ubícate! ¡Estás de más!

Ser del pasado.

Vivir el presente.

Adelantarse al futuro.

A veces presiento una perspectiva desde la que se supera mi mirada lineal.

 

30/8/99

He releído mis diarios, he visto cuánto cuentan en ellos mis sueños, una sorpresa. Estiro los brazos, estiro mi risa y grito: 30 de agosto de 1999, bajo la advocación de Santa Rosa de Lima, Patrona de las Américas y las Filipinas, doy por concluido este libro.


Francisco Campodónico F., Editor: [email protected]

© Juan Acevedo, 1999, [email protected]
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