El romance chalaco de Pedro RivarolaY tres poemas del vate popular |
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Santiago Risso |
Don Pedro Rivarola Urdanivia, el Caballero de la Décima, que aterrizó en el buen puerto del Callao una noche de abril de 1999, ha elevado su espíritu al infinito. Fue el sábado 19 de febrero del 2005, a poquísimo más de un mes de haber cumplido 70 años. Pedro Rivarola fue el conductor fundador de Poesía en el Puerto, un programa semanal en el Anfiteatro Manuel Raygada de la Plaza Casanave del Callao. Ahora, Poesía en el Puerto lleva el nombre de «Pedro Rivarola».
Poeta de reciedumbre, deja su obra dispersa, inédita, y en folletos de tirajes astronómicos pero de ediciones franciscanas. Nació en Lima el 18 de enero de 1935, fue coordinador del Departamento de Producción de Radio Nacional del Perú, en 1983 ganó un premio Circe, recorrió casi todos los colegios de Lima y Callao, siempre con sus adivinanzas, con sus jitanjáforas, con su picardía de niño travieso, con su sonrisa dulce y sus ojos aguilados proyectados por su nariz cuasi aguileña. Entre sus publicaciones, muchas al alimón, algunas bilingües, tenemos: Virutas de cedro (1976), Postales from Miami (1990), Sucedió en Belén (1992), Retos retadores (2000), Pescadores y mentirosos (con Félix Llaque, 2000), Pemares y drotines - Trabalenguas (2000), Camino a Chosica (2000), Domingo en sol (2001), Correo de Locumba y Madera y fuego (ambos con ElgaReátegui, 2002), ¡Te desafío! ¿Respondes? (2002), Chicoca de La Cantuta (con Guillermo Niquén Ortiz, 2002), En acción (con Dolores Solórzano y Tobías López, 2004), Dos mañanas dos abismos (con Charo Paloma, 2005). Pedro Rivarola, embebido con las olas del Primer Puerto, también retrató la historia del Callao en su Romancero Chalaco, fue coautor de la antología Poesía en el Puerto (editada por el Concejo Provincial), de varios CDs como Poesía en el Puerto, Abrazados, Los Caballeros de la Décima... y con estos Caballeros: Germán SúnicoBazán y Diego Vicuña formó un trío de polendas y jarana.
Es hora de seguir leyendo algunos poemas de Pedro Rivarola... y dejar que el tiempo pase, es la mejor manera de vencer en la eternidad de la palabra con sabor a fraternidad. Nos vemos Pedro.
En Guadalupe agoniza
lejos del mar y del vino
se muere el pintor Morales
sin pinceles, sin amigos.
Acaba su negra historia
llega al final del camino
sin paisajes luminosos
sin flores y sin cariño.
—Morales, te vas a Europa.
—¿A Europa, yo? ¿Sin un cinco?
—Te conseguiré una beca
el Presidente es mi primo.
Pardo a París lo mandó
a París, luz y latido
donde estudió con maestros
de notables apellidos.
Usó el óleo, la acuarela
el pastel y el carboncillo
hizo cientos de bocetos
dibujó veinte castillos
pintó en Roma bodegones
retrató en Milán bambinos
en Nápoles a madonnas
pintó en Bruselas molinos.
Dos años vivió en Europa
¡Qué dos años! ¡Dos suspiros!
De vuelta a nuestro Perú
de vuelta al Callao querido
otra vez cerca a los muelles
otra vez con los amigos.
¿Y la novia que dejó?
Ella tiene ya marido.
¿Las promesas que juró?
¿Qué promesas? ¡Tiene un hijo!
Morales se da a la pena
Morales se entrega al vino
en cantinas de Zepita
llora su triste destino
entre dibujo y cerveza
entre poemas y gritos
en chinganas y billares
retrata por un sencillo
en América y Castilla
su sed es arte y gemido
en la esquina del Cañón
borrachito se ha dormido.
Acaba su negra historia
llega al final del camino
se murió el pintor Morales
lejos del mar y del vino.
¡Pelotón! Es voz de mando
Plazuela de la Salud
¡Apunten! Ruge el teniente
era un teniente del sur
¡Fuego! Rugen seis fusiles
y cae el humano bull
cae el peruano Juan Granda
derriban su juventud
seis basa, plomo verdugo
y surge sangriento alud
se acerca a Granda el teniente
y el tiro de gracia... ¡Pum!
Eran tiempos de la guerra
con el vecino del sur
la capital ocupada
Lima tenía su cruz
saqueos, multas y cupos.
¡Por algo vencimos, pú!
20 de julio, las once
Plazuela de La Salud
pasean Muñoz y Pérez
dos artilleros del sur
los rodea el vecindario
recio, limeño simún
Pérez queda malherido
Muñoz va a ver a Jesús.
De inmediato los chilenos
toman presos al tun-tún
inocentes o culpables
¡Adentro peruano, pú!
No caen los responsables
no cayeron al baúl
les dan dos días de plazo
a que salgan a la luz
si no lo hacen, por sorteo
Alguien muere. ¡No hay tus tús!
Salazar, Palacios, Granda
los aguarda un ataúd
no besarán a sus novias
no verán el cielo azul
ya no tomaran cerveza
ya no comerán atún
no saldrá de sus entrañas
el grito ¡Viva el Perú!
No aparecen los culpables
la Muerte juega su albur
ni Salazar, ni Palacios
a Granda le dice ¡Tú!
La muerte señala a Granda
Juan Granda de mi Perú
Sencilla cruz lo recuerda
Plazuela de La Salud.
Contigo quedan mis huellas
el gozo de las llegadas
el recuerdo de cascadas
la magia de nuestras selvas.
El tintinear de botellas
el recitar de ovillejos
el palmear en los festejos
y mi diario bendecir.
Si mañana he de partir
tú jamás estarás lejos.
© 2005, Santiago Risso
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