Conversación entre nuevos narradores peruanos - IIEzio Neyra, Alexis Iparraguirre, Marco García Falcón, Carlos Gallardo, Edwin Chávez, Luis Hernán Castañeda y Leonardo Aguirre |
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Miguel Ildefonso |
El sábado 11 de marzo del 2006, a las 4 de la tarde, en un departamento ubicado en el tercer piso de un edificio en San isidro, distrito limeño, se realizó esta segunda conversación que giró en torno a temas sugeridos por consenso. Los que ya habían participado en la primera reunión (publicada en Ciberayllu en diciembre del 2005): Leonardo Aguirre, Carlos Gallardo, Marco García Falcón, Alexis Iparraguirre y Ezio Neyra. Y los nuevos narradores que se incorporaron: Luis Hernán Castañeda y Edwin Chávez. Esta es la trascripción de casi todo lo hablado.
Edwin Chávez: Armé mi blog como una manera de expresarme libremente. Era sencillo. Quise hacer desde un principio un diario literario, ya que por esos momentos estudiaba en la universidad y escribía mi libro de cuentos. Después Carlos Gallardo también armó su blog, Luis Hernán Castañeda, Leonardo Aguirre, casi todos los que estamos aquí. El problema del blog es que llega a un momento en que te satura, pues estás pendiente de lo que se publica y de lo que quieres publicar. Decidí cerrar mi blog, como también lo hicieron Luis Hernán, Carlos, el mismo Leonardo. Ahora, sin embargo, estoy pensando en reabrirlo, aunque sería esta vez un blog sobre lecturas.
Leonardo Aguirre: En primer lugar, cerré mi blog porque me quitaba mucho tiempo. No se trata sólo de invertir tiempo en escribir un post con cierta frecuencia, sino también hay que estar pendiente de los comentarios, estar pendiente de los otros blogs, evaluar qué comentarios permitir y cuáles no, etc. etc. En segundo lugar, cerré mi blog porque mis diques resultaron insuficientes para contener la marejada de difamaciones. No lo digo por los comentarios que me aludían, que, la verdad, no hacían más que divertirme. Lo digo por los otros agredidos, los otros escritores y críticos, que no tenían el mismo espíritu deportivo ni la misma correa que yo. Pensando en ellos es que también cerré mi blog. Como dicen los evangélicos: por amor a los débiles.
Carlos Gallardo : Yo veo en los blogs una herramienta importante para el futuro. Pienso que incluso la tecnología va a modificar el modo en que consumimos la literatura. Mi experiencia con los blogs ha sido buena, pese a lo que puede estar sucediendo con el mío. He encontrado voces discordantes, gente dispuesta a entrar en un debate de ideas. Éste puede ser un medio para encontrar personas que piensan como yo o que no lo hacen. Respecto a los comentarios: es algo que no se puede evitar. No sigo los mismos criterios de Leonardo. Pienso que los blogs deben ser una tribuna abierta para todos. Pese a que las opiniones de algunos sean equivocadas u ofensivas, tienen derecho a existir.
Alexis Iparraguirre: Yo me enteré de la existencia de los blogs en un artículo de
Ezio Neyra : Mi blog no lo mantengo muy seguido. Lo creé una noche en que no tenía nada que hacer y empecé publicando algunos textos que ya tenía listos. Yo soy más lector de blogs que blogger. Me parece interesante lo que dice Alexis sobre el espacio público o íntimo. Pero en las tribunas públicas también existen normas. En aras de identificar a los comentaristas, sí creo que deberían evitarse los mensajes anónimos. Quizás esto pueda enriquecer más el debate que se genere.
Alexis: Pero también está el derecho a la intimidad y la identidad en los términos que uno desee para ésta. Por ejemplo, existen partícipes que quieren mantener su identidad oculta por motivos de su exclusivo interés y no injurian ni amenazan a nadie. ¿Conminarlos a rebelar su identidad no es un acto imperioso e innecesario? Y ni hablar de la serie de situaciones con respecto a los derechos civiles, muy peculiares, que han aparecido con el Internet y están ocupando la atención de los juristas. Por ejemplo, en grupos sociales usualmente mal vistos, secularmente oprimidos, digamos los homosexuales, o en la resistencia frente a dictaduras y gobiernos de ocupación, como en
Marco García Falcón: Yo no tengo blog porque creo que cada uno tiene una energía para escribir y yo la gasto en gran parte en los trabajos alimenticios. Ahora, entiendo que muchos blogs fueron sacados por sus autores como un complemento a su labor de críticos o escritores. Sin embargo, salvo contadas excepciones, creo que no están cumpliendo esa función. Veo ciertas tinieblas, ciertas zonas oscuras de la personalidad que afloran en algunos bloggers y comentaristas y que la verdad no me hubiera gustado conocer. Hay más miseria que esplendor.
Ezio: Sigo estando a favor de la identificación, si está el derecho a guardar la identidad, también está el de evitar los daños a la honra de los demás.
Marco: Bajo el anonimato los blogs se convierten en una especie de barras bravas.
Ezio: Un punto a favor del anonimato es, claro, que te permites decir más cosas que de otra manera no serían dichas. Respecto a la importancia de los blogs, creo que es un lugar donde uno se entera lo que no sale en otros medios y donde, mal que bien, se puede debatir.
Alexis: Para redondear una idea de lo que dice Marco, sobre el esplendor y la miseria de los bloggers, también es cierto que nos quedamos con las imágenes de las personas que opinan en los blogs, la petrificamos en su rol de bloggers. Un amigo mío, Wilfredo Lévano, me comentaba hace poco si nosotros pensábamos que las personas detrás de los bloggers eran como aparecían en sus espacios, ¡Dios mío!, me dijo ¡A escondernos! ¡Estamos rodeados de inmorales! ¡Dónde la decencia! Y es que en los debates literarios blogueros se arman bandos en los que rápidamente se desciende al ad hominem. Sin embargo, eso pasa en cualquier debate bloguero de mucha duración y sucedió en el mítico blog fundador «Maten a esa reina». Yo creo que, para no incurrir en ese error, hay que distinguir el papel de blogger entre los otros roles sociales que cumple una persona que, por casualidad, también es blogger. Ello es mucho más interesante e imaginativo que la práctica bloguera muy común de desenmascarar a los anónimos e insultarlos llamándolos inmorales, que ya ha sido satirizada hasta la náusea por, precisamente, paradójica. A ver: ¿alguien es inmoral por una participación en un blog? Yo no lo creo. Independientemente de lo que alguien hubiese escrito en un debate en Internet, fulano puede ser (y de hecho nada impide que sea) un papi cariñosísimo, un peluquero eficaz, un juez honrado, etc., etc., y, sin embargo, por solamente la imagen que proyecta en un medio virtual, mengano le niega la contingencia, asume el absoluto de la identidad de la persona para la identidad blogger y espeta la palabreja inmoral en una cuestión que, para colmo, no es un crimen, sino sólo una opinión, que puede resolverse por otras vías (elevadas: argumentos; bajas: el insulto y los golpes). Lamentablemente, respecto de los seudónimos y anónimos, una amiga de Comunicaciones me decía que en Internet es así, o hay confianza total o no la hay, y una vez que se cae en la desconfianza ya no hay recuperación de confianza porque aquí no se trata con rostros o voces que nos descubran un gesto o una explicación que valga la pena reconsiderar. En Internet uno es solo una voz en la oscuridad.
Luis Hernán Castañeda: A mí me parece que la gente utiliza máscaras en los blogs por distintos propósitos. Algunos, por ejemplo, este famoso Mercurio que comentó varias veces en Puente Aéreo hace un par de semanas, tenía por lo menos la intención de argumentar, armar un debate, a pesar de que su iniciativa no llegó a buen puerto. En cambio hay anónimos que solo insultan. Yo, por ejemplo, he sido afectado por eso. Estoy de acuerdo con Ezio en exigir la identificación, y, de hecho, en los blogs hay un mecanismo de censura (el botoncito de «flag» en la parte superior de la pantalla, que hace poco no conocía) contra esos contenidos homofóbicos, racistas, etc. Los blogs no pueden ser la tierra de nadie. Sino se degenera todo.
Alexis: A mi me parece que el asunto va por el lado de definir si debemos o podemos obligar a otros a seguir normas que nosotros, libremente, hemos elegido seguir. Me parece que no por la naturaleza dúctil de los blogs. Por otro lado, yo creo que los que han injuriado en los debates literarios de Internet con insultos xenófobos o con invocaciones al genocidio, no lo han hecho por xenófobos ni por apologistas del genocidio. Si alguien lo cree, no sabe leer. Lo han hecho por fregar la paciencia, que es distinto. Estoy de acuerdo con Luis Hernán en que debe haber normas para respetarse, pero dependen del tipo de espacios que estemos normando, y vuelvo al principio, si un blog es una casa o una tribuna pública, o algo distinto.
Luis Hernán: Yo quería responder a una cosa que dijo Alexis, de que se debe respetar el anonimato. Traigo a colación otra vez a este blogger Mercurio. Él presentó una argumentación sustentada, sostenida durante varios días, que logró crear una discusión. Pero al pedírsele que revelara su identidad, dijo que hay una maquinaria de oscuros poderes que se lo impedía. ¿A qué poderes se refería? El símil que hace Alexis, comparando a los mongoles con los bloggers anónimos, y a la maquinaria de represión estatal china con un supuesto poder no especificado que rige en la blogósfera, se parece mucho al argumento central de Mercurio.
Carlos: Se juzga mal a algunos blogs por los comments. Por ejemplo el blog de Leonardo me podría parecer irónico, sarcástico, cachaciento por momentos, pero no era muy ofensivo para que se le destruyera. La voz del blog es la que da el blogger. Por ejemplo en mi blog he tenido que lamentar ciertos textos antisemitas contra Gustavo Faveron, y repetir que ésta no es la postura del blog, pero sí la postura de otras personas. Yo no puedo imponer mi moralidad ni mis ideas a los demás, por eso no puedo mandarlos a callar. Si una persona hace esto en mi casa sí lo puedo botar, pero si en la vía pública veo a un tipo levantando el brazo y gritando HeilHitler, me puedo reír de él, puedo considerarlo ridículo, aberrante, pero no puedo callarlo.
Leonardo: Creo que el público objetivo de nuestros blogs es lo suficientemente inteligente como para separar la paja del trigo. Hay que saber rescatar los comentarios valiosos del fango de los insultos. Y no hay que rasgarse las vestiduras por unos cuantos desadaptados. La presencia de los comentarios venenosos, por lo menos a mí, no me impiden disfrutar de los comentarios que sí aportan a la discusión.
Carlos: Los premios en el Perú no te garantizan nada, carecemos de un gran premio nacional. A no ser de una editorial grande, que el Perú no ofrece. Los premios que se dan no tiene mucha difusión, de los que más se hablan son del Premio Planeta, Alfaguara. Ganar un premio queda dentro del fuero interno.
Leonardo: Tampoco le garantiza nada al propio ganador, en términos estéticos, digo. Porque en términos monetarios, seguro que sí. Es decir, el ganador sabe cómo funcionan las cosas, sabe cuál es el sistema de premiación, y sabe que, por lo general, no gana el mejor. Ya se sabe: en primera instancia te descalifican un cuento por un mal título, una sosa primera línea o incluso un seudónimo huachafo. Lo sé porque me lo han confesado los responsables del primer filtro en varios concursos. Luego, al margen del sistema poco objetivo, el autor sabe que la mayoría de jurados se deja seducir por las mismas cosas. O sea que se puede escribir un cuento según los gustos del jurado. Yo lo hice muchas veces y, algunas, acerté. Es decir, el ganador de un concurso tiene que ser muy inocente para creer que su premio es la confirmación de su talento.
Alexis: Hace poco entré a la página web de Alfaguara para ver la entrevista de Santiago por el premio, es una especie de blog con comments donde se quejaban: «Cuándo Alfaguara va a dejar de hacer estos concursos, obligar a que se sigan gastando árboles inútilmente en tanto papel». Y señalaban que el premio era absolutamente arreglado. Había otros comments que decían lo contrario. Sin embargo —yo creo que el premio ha sido otorgado a una persona que lo merece—, todo premio pareciera, por más prestigioso que sea, una fuente de todo tipo de sospechas. Lo interesante es la exigencia de compromiso que genera tamaño premio. En esa entrevista de Alfaguara, Santiago estaba en estado de shock, respondía como podía, sin ninguna intención de enhebrar grandes rollos ideológicos o grandes reflexiones acerca de la literatura. Un tipo tan inteligente como Carlos Germán Belli, tengo entendido, cuando lo llamaron para felicitarlo por el premio Neruda se limitaba a decir «muy agradecido, muy agradecido». Sin embargo la entrevista de Santiago ya ha sido juzgada ideológicamente, se le ha señalado incorrección. La ha señalado con agudeza Gustavo Faverón en su blog (vuelven los blogs). Yo digo que a uno lo premian y la falibilidad no se perdona.
Marco: Yo voy a decir algo trillado: los premios son un estímulo. Pero la obra de un escritor debe seguir su curso independientemente de ellos. Hay muchos escritores que ganaron un concurso y se quedaron allí; hay varios ejemplos en el Copé o Las Mil Palabras. ¿Dónde están? ¿Siguen escribiendo? ¿Por qué no publican un libro? Por otro lado, yo sí lamento que, como dice Aguirre, existan personas que escriban para ganar concursos. Me parece una abyección increíble. Alguien que escribe para agradar a un jurado simplemente no tiene nada que decir. No vale la pena tomarlo en cuenta.
Alexis: Yo debo señalar mi admiración por Leonardo que tiene la habilidad de escribir para los jurados. Marco ha sido testigo de cómo he participado en dos o tres concursos, y jamás he podido contra mi pathos, lo siento, no puedo, me sale así pues. Muchos de los cuentos de mi libro son los que han pasado por Copé, por Adobe, y ni siquiera estaban finalistas. Y, sin embargo, el conjunto gana el premio PUCP.
Luis Hernán: Yo celebro el premio de Santiago, el de Alonso Cueto, y los de una serie de escritores peruanos que han ganado cosas últimamente. Tengo entendido que son como ocho los que han ganado premios. Creo que los escritores que ganan un premio deben prever que los van a entrevistar, y esa solución de decir «muy agradecido» me parece inteligente. Pero sí critico la respuesta de Santiago, yo no sé por qué, pero se le pasaron cosas que son inconsistentes. La metacrítica que hace Alexis a la crítica de Faverón a Santiago no me parece acertada, porque uno es responsable por lo que dice sea cuando sea.
Carlos: Es muy severo tratarlo de esa forma. Primero la circunstancia no era de un ensayo o artículo crítico, estamos juzgando un texto que no está pidiendo que se le juzgue de esa manera.
Ezio: Además, debemos pensar que quizá Santiago se acababa de despertar, con una pierna enyesada, y recibió una llamada que desde luego lo alteró. Supongo que esta alteración tuvo que haber influido en la manera cómo respondió las santísimas entrevistas.
Alexis: En el peor de los casos, un creador no tiene la obligación de ser una lumbrera crítica, ni de su obra. Salvando las distancias, es bastante conocido, Shakespeare era un hombre que se dedicaba a tomar con sus amigos teatreros, y, según parece, no podía decir nada más inteligente que lo que decían sus personajes en sus obras de teatro. O sea, una de las conciencias artísticas más altas de todos los tiempos podía ser un hombre absolutamente trivial.
Marco: Creo que la imagen que maneja Faverón del escritor es la de Vargas Llosa. Pero hay otras; por ejemplo, la de García Márquez, quien difícilmente puede argumentar; mejor dicho, argumenta pero siempre a través de historias o anécdotas. No lo digo en términos de burla; quizá sea porque es un narrador nato. Pero digamos que no todos se adaptan al patrón de Vargas Llosa, que siempre está lleno de ideas y las expone magníficamente.
Leonardo: Pero no perdamos de vista dos cosas elementales. Primero, siempre que uno concursa lo hace pensando que va a ganar, entonces uno debe prepararse para lo que viene después: las entrevistas y todo eso; segundo, si has escrito una novela sobre un asunto tan hondo y delicado como la violencia política, es lógico suponer que ya has investigado lo suficiente sobre el asunto y que, en consecuencia, tienes mucho que decir después en una entrevista.
Alexis: Ahora, la novela podría ofrecer una versión de la historia de la violencia política totalmente equivocada para los parámetros de los críticos culturales, los politólogos, los sociólogos o para quienes diablos deban de decirnos de modo profesional y científico cómo fue la violencia política. No importa, en verdad, si es una buena novela.
Carlos: Los que pensamos en algún momento abordar el tema vamos a encontrarnos con un problema: si nuestra novela se ajustará o no a la visión de la CVR [Comisión de la Verdad y Reconciliación], porque si es así mejor leemos el informe final, claro, agarramos el testimonio del alcalde de Lucanamarca y lo novelamos o lo republicamos.
Luis Hernán: Hay que tener en cuenta que si uno se plantea una imagen de escritor, que difiere de la imagen de Vargas Llosa que es un opinador político y etc., no debes tratar de hacer cosas que no haces bien, o que has decidido mejor no hacer porque no forman parte de tu estilo. La opinión de Santiago me parece superficial. Se puede entender el contexto, pero también que lo que dijo quedará impreso y se puede comentar. Y es cierto que esa visión transmite prejuicios.
Ezio: Me parece interesante lo que dijo Carlos de que se espere que aquellos que van a escribir sobre la violencia se deban regir por las conclusiones de
Alexis: Yo soy más o menos de la misma generación que Santiago, y él, en Pudor describe una salida a una discoteca, la desaparecida Mamut en el viejo cine Colina, pero lo que describe Santiago no es lo que yo había experimentado cuando iba a esa discoteca, ni siquiera como espacio físico. El Mamut de mi memoria es más barroco. Yo le podría decir a Santiago que la visión del espacio es distinta en ambos, que a mí me gustaría que se pareciera más al «Moulin Rouge» de BazLuhrmann, pero lo que yo no podría decirle es «Oye, ajústate a la descripción consensual de lo que las ciencias sociales dicen que fue la discoteca».
Edwin: Yo también estoy de acuerdo en que cada uno tiene una visión, y eso es precisamente lo enriquecedor de la literatura. Sería vano escribir si sólo existiese una sola postura o una norma sobre cómo debes escribir. No solo hay estéticas diferentes sino propuestas diferentes. Por otro lado, creo que hay dos tipos de premios, unos donde se establecen como canon, como es el Nóbel o el Cervantes, y otros de promoción como son Alfaguara y Planeta. Con respecto a los premios pienso que no hay que creérselo mucho y seguramente el que se lo cree sale perdiendo. En este caso entra lo que comentaba Marco, aquellos que han quedado sólo en premios literarios. Creo que los grandes escritores son los que han luchado contra sí mismos, y han tratado de establecer su obra personal. Para éstos ha estado la obra sobre todo, el proyecto, no lo mediático.
Luis Hernán: Sobre el tema de la referencialidad, a mí me parece que no hay ninguna obligación de que exista una correspondencia entre el mundo representado por una novela X y un referente ensalzado por un discurso prestigioso, como las ciencias sociales, o un texto como el informe de
Alexis: Podría haber una novela con un ideario absolutamente negativo en términos del progreso social y moral, pero podría ser el caso que fuese de un escritor muy ingenioso, que hace una novela infinitamente divertida, variada, apasionante. El punto es que podría haber una novela muy políticamente incorrecta e inmensamente genial. En el asunto de Pudor, yo estoy de acuerdo en un punto con Luis Hernán: o es un testimonio de parte de una clase media autocomplaciente, o es una parodia de ese testimonio. Me parece que Santiago no encontró el punto dónde situarse y por eso es que hay situaciones que nos parecen absolutamente inverosímiles dentro de ese libro. Pero eso aquí no es tan importante como definir si nuestra crítica a Pudor se va a basar en 1) que le falló el ojo para situar a su narrador o 2) de que su narrador cayó en incorrección política. Yo prefiero creer que es fallida porque no situó bien su ojo. Lo otro es emprender el camino hacia el juicio político de un individuo por un libro, y eso es un abuso. Habrá que recordar que la incorrección política ha dado grandes obras literarias. De hecho, El Mercader de Venecia es furiosamente antisemita.
Carlos: Vamos a juzgar una novela por su inteligencia o por su capacidad de crear momentos memorables. Hace tiempo se viene colando el rumor de que Miguel Gutiérrez está escribiendo una novela sobre este tema. Y yo no creo que Gutiérrez dé la versión que nosotros encontramos en
Alexis: Pensar que se debe condenar a la obra por su corrección implicaría renunciar a la idea de que el lector tenga la inteligencia para evaluar por sí mismo lo que contiene una obra. Yo creo que una obra literaria es un gran laboratorio de experiencias molares en el sentido en que lo entiende WayneBoothe o Harold Bloom. O sea, un espejo en que el lector se confronta y dice: estas cosas me gustan, estas cosas no me gustan, me gustaría ser como Hamlet, soy como Yago, soy como el protagonista de Rojo y Negro, soy HariSeldom, me gustaría ser como Zavalita o no me gustaría ser como Zavalita.
Leonardo: Probablemente en junio publique mi segundo libro de cuentos. El título, por ahora, es La musa travestida. Claro, quizá el título cambie después, y eso también depende de una discusión con los editores. En mi modesta opinión, aunque la opinión del propio autor es siempre la menos atendible, este libro será mejor que el primero. De hecho, lo escribí antes que el primero. Habrá un cuento que ya se publicó en La mujer de mi vida». Y también estará el cuento que se publicó en el blog Quipu, claro que ya corregido de acuerdo a las sugerencias que leí en los comments correspondientes. Por otro lado, muy pronto comenzaré a trabajar en una novela. Y para variar, el tema también será la guerra interna entre el estado y el terrorismo. Pero, como no podía ser de otro modo, mi óptica será completamente cachosa. ¿Alguien ha visto MASH de RobertAltman? Bueno, por ahí va la cosa.
Carlos: Estoy en plan de corrección. No puedo adelantar nada, la corrección está recién en los dos primeros capítulos. Sacaré una novela titulada Espuma, es un homenaje a los últimos años del colegio, al descubrimiento de la vocación, y también como una especie de testimonio de lo que me tocó vivir en esos años, el empobrecimiento de mi familia, de gente cercana a mí, cambiaron un montón de cosas. Es un rescate de un pasado cercano. Sigo pensando que no soy la persona indicada para hablar sobre lo que tengo publicado. Y las veces que me han pedido explicación acerca de mis cuentos he sido pésimo crítico.
Edwin: Justamente estoy en dos proyectos, uno es un libro de cuentos en que todas las voces son femeninas, y otro es una novela ambientada en Iquitos, donde trato de introducir elementos biográficos. Me interesa encontrar ese equilibrio de lo que fue una época la ciudad, un Iquitos que tuvo mucha proyección en la época del caucho, y que de un momento a otro se fue de picada. Proyectos alejados de lo metaliterario de
Alexis: Yo sigo escribiendo con el modelo de Italo Calvino. Voy a escribir un libro de cuentos a partir de una clave propia de Calvino, como cuando él se plantea escribir un cuento sobre cada uno de los sentidos, escribir un cuento sobre el olfato, otro sobre el gusto, a ver qué sale, qué retos impone el problema. Mi matriz productiva, en este caso, es lo que se llama los seques del Cusco, las líneas imaginarias que parten del centro del Cusco hacia todo el viejo Tawantinsuyo, pero a mí solo me interesan las nueve del Chinchaysuyo, que es el Perú de hoy día. Son nueve cuentos, uno por cada seque, que buscan expresar el significado atribuido a cada línea imaginaria. Estas líneas se vinculan, en la cosmovisión quechua, con tres ámbitos distintos: lo alto, lo medio y lo bajo; de algún modo, la panaca, el ayllu y el yanaconaje. Tal tripartición apunta a un retrato sociológico en los cuentos, pero no pretendo ningún tipo de realismo, costumbrista o miserabilista, sino, más bien, añadir modestamente un matiz a lo que de modo genérico se ha denominado así. Porque no quiero contar historias distribuidas en una vasta geografía, tanto urbana como rural, sino convocarlas todas, en un esfuerzo de concentración, en un centro comercial. Y quiero que estas historias sean conflictos de parejas, hombre y mujer –hanan y hurin-, que obliguen a quienes aman a elegir entre el consumo y el amor –hurin y hanan,-, con la paradoja implícita de que la elección por un camino contiene de modo natural a su opuesto –hanan y hurin, otra vez—. Si consigo eso, estimo que habré hecho algo.
Marco: Estoy trabajando una novela que sigue con la misma sensibilidad de mi libro de cuentos, pero en la que me planteo un reto que es trabajar un solo símbolo, que es el cielo. Hay una serie de viajes, una larga historia de amor y de amistad, suceden muchas cosas. Pero básicamente quiero que sea un tratado sobre el cielo, que es un elemento que no sólo es parte de la trama sino la trama misma, el punto al que todo va dirigido. Algo paradójico en una ciudad como la nuestra donde el cielo pasa inadvertido; a nadie le interesa porque pareciera que no nos dice nada.
Edwin: Yo de mi parte he crecido con la imagen de Vargas Llosa, del escritor que trabaja, y leer Cartas de un Novelista me influenció muchísimo. Como todos aquí, queremos seguir haciendo, sobre todo, una obra. Y sentimos, desde luego, que la literatura es algo importante en nuestras vidas, sino estaríamos frente una computadora perdiendo el tiempo. Después de publicar 1922 sentí que debía voltear la página. Sentí que debía volver a hacer lo que al principio hacía, como explorar más el lado técnico. Creo que siempre habrá confrontación entre mis libros.
Alexis: Tengo la idea de, a mediano plazo, pasarme el tiempo haciendo al menos tres novelas. Creo que debo hacer una novela de ciencia ficción porque he leído mucho al respecto; creo que haré una novela histórica, porque la novela que más me ha gustado en la vida es Guerra y paz, aunque ahora no me siento en capacidad de escribir 1,200 páginas, pero si algún día lo emprendiese me gustaría –con seguridad, por vanidad— que fuese de 1,200 páginas. Y una novela de juegos lógicos y respuestas ambiguas, a medio camino entre la épica y la fábula, una suerte de híbrido del Mago de Oz y Alicia en el País de las Maravillas. Obviamente, me gustaría escribir novelas del tipo de las que me ha gustado leer.
Leonardo: La verdad, no tengo un programa. Soy un poco más espontáneo. Escribo de acuerdo a lo que más me motive en ese momento. Hoy estoy interesado en tratar el tema de la violencia y esto quizá se debe a que, últimamente, estuve viendo muchas películas de guerra.
Marco: O sea que si te pones a ver muchas películas porno... (risas)
Leonardo: Seguro que también haré una novela al respecto... de hecho, me interesa vivamente el tema... (risas)
Alexis: Por lo menos ya hiciste un cuento sobre eso...
Leonardo: Es decir, hace un par de meses no tenía el mismo proyecto. Y, quién sabe, tal vez en otro par de meses me olvide del asunto de la violencia, no lo sé... Por otro lado, siempre me ha estado rondando la idea de hacer una gran novela sobre Lima, pero aún no sé cuándo me sentaré a escribirla. Pero, volviendo al cine, fuera de bromas, quizá esa sea una de mis fuentes... últimamente, el cine me provee de mayor material que la literatura... y es natural: al ritmo que voy, durante una semana puedo ver 8 o 10 películas, mientras que, durante ese mismo lapso, apenas llego a terminar un solo libro...
Marco: Después de este libro, quiero hacer un libro de cuentos sobre un arquitecto, siempre siguiendo la línea de Calvino de trabajar un libro unitario. La idea es abordar desde diferentes flancos a un arquitecto algo desquiciado o más bien de una extraña lucidez.
Carlos: Una de las primeras ilusiones cuando nos metemos en esto es la idea de vivir de nuestros libros, por fortuna o desgraciadamente tenemos una generación que ha podido hacerlo. Se crea la imagen de poder llegar a esa posibilidad cuando no es accesible a todos. Lo interesante es que, si tú amas verdaderamente la literatura, vas a escribir aun pensando que el reconocimiento no llegará nunca. Lo único que importa es escribir. Incluso la misma publicación, que te abra nuevos públicos, que otras personas compartan contigo esa experiencia de la escritura. Yo no suelo proponerme un esquema pero, si se me ocurre un montón de cosas, las suelo apuntar, muchas veces trato de armarme un esquema de trabajo. A veces hay que desintoxicarse de literatura también. Lo que quiero es seguir escribiendo. El miedo de quedarse seco es terrible, pero no hay que pensar en eso.
Ezio: Tengo un par de temas, que son la relación paterno filial, y también la relación de pareja. Esos abarcan muchas cosas detrás. Y si bien pueden ser narradas en forma explícita, en mi libro no siento que estén explicitadas estas cosas, pero sí fue para mí un motor. A mí también me interesa intentar trabajar varios registros, experimentar cuanto sea posible. De hecho el libro que estoy escribiendo ahora es totalmente diferente al primero que publiqué. En primer lugar por el número de páginas: calculo que serán alrededor de 300 páginas, pero también por el tratamiento. Será una novela realista, de aprendizaje, que ocurre en dos playas de Arequipa: Camaná y Mejía.
Alexis: Te van a decir reynoseano.
Ezio: También me interesa escribir una novela histórica, sobre Santa Rosa de Lima. En este libro que estoy trabajando hay personajes hastiados de la sociedad, de lo cotidiano, marcar tarjetas.
Luis Hernán: Ahorita estoy escribiendo un libro de cuentos y una novela. El de cuentos está más avanzado, pero ambos están en una etapa inicial. Entonces el rollo está todavía bastante nebuloso. También me interesa seguir una carrera académica, por algo estudié Literatura. En eso estoy.
© 2006, Miguel Ildefonso
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Para citar este documento:
Ildefonso, Miguel: «Conversación entre nuevos narradores peruanos II. Ezio Neyra, Alexis Iparraguirre, Marco García Falcón, Carlos Gallardo, Edwin Chávez, Luis Hernán Castañeda y Leonardo Aguirre», en Ciberayllu [en línea]
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