Conversación entre nuevos narradores peruanosLeonardo Aguirre, Carlos Gallardo, Marco García Falcón, Alexis Iparraguirre, Ezio Neyra, Johann Page, Max Palacios y Gabriel Ruiz-Ortega |
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Miguel Ildefonso |
El sábado 17 de diciembre a las 4 de la tarde, en un departamento ubicado en el quinto piso de un edificio en Miraflores, frente al mar, se realizó esta conversa entre algunos de los nuevos narradores peruanos que están dando que hablar no sólo por la calidad de sus libros sino también por una apuesta novedosa que implica tanto lo literario (la construcción de la realidad desde el seno de formaciones discursivas nuevas) como, además, el surgimiento de editoriales. En esta conversa, en la que inevitablemente se tocó el tema de los escritores ABC (Andinos, Boom, Criollos), estuvieron: Leonardo Aguirre, Carlos Gallardo, Marco García Falcón, Alexis Iparraguirre, Ezio Neyra, Johann Page, Max Palacios y Gabriel Ruiz-Ortega. Esta es la trascripción de casi todo lo hablado.
Ezio Neyra: Hay una vigencia de editoriales nuevas y de algunas no tan nuevas como Estruendomudo que ya viene publicando varios libros. Luego Matalamanga, Solar, Sarita. Es un buen momento para la gente que escribe. Estuve hablando con Peter Elmore, y me dijo que cuando él tenía nuestra edad no era tan fácil publicar. Ahora hay más espacio para hacerlo y creo que eso es bueno. Con Álvaro Lasso estábamos hablando que nuestras editoriales van a convertirse, en el mediano plazo, en el espacio ideal para los escritores jóvenes, ésa va a ser la función. Luis Hernán Castañeda, por ejemplo, ahora ha publicado en Peisa.
Marco García Falcón: A mí me parece muy interesante que haya nuevas editoriales. Cuando yo publiqué sólo había las editoriales grandes y que no publicaban libros de cuento. Por ejemplo, Alfaguara aceptó mi libro, pero no lo publicó; en cambio, sí sacó la novela de Carlos Torres Rotondo, porque le parecía que era un formato con mayor mercado y además el tema juvenil ya tenía un público objetivo. Finalmente publiqué con la Católica y me trataron muy bien: me pagaron como a cualquier escritor. Pienso que las nuevas editoriales pueden ser un arma de doble filo, porque por un lado te dan la oportunidad de sacar un libro, pero por otro te tientan a publicar con premura. En este nuevo panorama siento que en los jóvenes hay esa premura por publicar, pudiendo dejar madurar la obra. Aunque sí hay otros que dejan mostrar una mayor madurez.
Carlos Gallardo: Yo he sido partícipe del surgimiento de Estruendomudo. No niego que las editoriales nuevas están aportando bastante para la aparición de nuevos escritores. Estas editoriales han tenido que bregar para insertarse en el medio. No pienso que sean cantera para las editoriales grandes, debiera haber otro proceso de estas editoriales para su formalización, para formarse como empresas, y ocupar el lugar que tiene una editorial grande. Ahora se está haciendo apetecible publicar en Estruendomudo.
Ezio: En lo que no estoy de acuerdo en este punto con Estruendo, y se lo he dicho a Álvaro, es que cobran a los autores por publicar. Esta idea de la editorial que se asocia al escritor para decirlo en términos más ligeros. Pero es que las editoriales en general hacen eso.
Marco: Claro, Campodónico también lo hace, alquila el nombre. Colmillo Blanco.
Ezio: El tema administrativo es jodido, Matalamanga estuvo a punto de morir, por eso lo recesamos, pues el trabajo administrativo era muy jodido. En Matalamanga queríamos ser una cantera y con la política de financiar los libros.
Max Palacios: Yo saludo y felicito la propuesta de las nuevas editoriales. Porque en los noventas tú tenías que caminar por las editoriales con tu manuscrito, y al final tú recibías un puertazo o te lo recibían y te decían no después o lo vamos a evaluar. Eso fue lo que le pasó a Rilo, a Galarza, a mí. Inclusive la Sarita Cartonera ahora es una buena alternativa. Pero lo que me preocupa es la cuestión literaria, hasta qué punto las nuevas propuestas pueden cuajar en eso de lo que podría llamarse en lo que, en algunos años, el canon literario. Eso pasó en los años noventas, cuando surgieron una serie de propuestas poéticas, grupo neón, Noble Caterva, Vanaguardia, donde aparecían poetas a granel. Lo que me preocupa ahora es que haya tantos narradores, por la mejor posibilidad de publicar, y que quede allí. Me interesa la calidad, las propuestas novedosas de las nuevas voces.
Alexis Iparraguirre: Habría que observar también, y respecto a lo que se dijo de lo que pasaba antes, cuando no había el fenómeno de los medios, una sociedad digitalizada. Ahora es posible que alguien pueda, con un software y tres personas, hacer una editorial. La tecnología lo favorece. La cuestión es que si esto es posible ahora, signifique también que surjan a la par de nuevos narradores, un nuevo público de lectores de estos narradores. Lo que pienso es que, a pesar de este nuevo surgimiento de editoriales, la aparición de más lectores no se está dando. O sea, los que seguimos leyendo somos los mismos de hace veinte o treinta años. Una meta editorial sería llegar a la gente que no lea. Seguimos leyendo los universitarios. No sé si esto sea sólo una impresión mía. Otra cosa también, y que veo como un peligro, es la manera en que se articulan las nuevas editoriales en el mercado editorial existente. Se articulan del modo tradicional, es decir, pidiendo espacios en medios, arrancándose mutuamente unos a otros, conversando con los que venden o no venden en las librerías para que tal libro aparezca en el mostrador. Convendría que las nuevas editoriales manejen una nueva política no vinculada con esas relaciones antiguas de clientelaje.
Ezio: ¿Y cuáles serían esas nuevas formas?
Alexis: No sé. A mí se me ocurre el libre mercado, la libre competencia. Si yo tengo que trabajar en ésta a través de este método de dependencia, clientelaje, relación casi feudal, entonces estoy ejerciendo el sistema tal como existe, entonces cuando yo sea un viejo escritor, luego de haber sido antes un nuevo editor, no habrá cambiado nada la situación que favorece ciertas líneas y perjudica a otras. Si existieran cuestiones tan elementales como respetar el orden de llegada del libro, entonces las cosas serían más justas.
Carlos: Hay también un inmenso mercado editorial informal que no se ve, con el que no se compite de manera adecuada. Ofrecer mejores precios, una alternativa viable para este cliente.
Max: Bueno, pero esto de la piratería no nos afecta a nosotros ahora. Nosotros habremos vendido unos 500 a mil ejemplares. Lo que sí creo, y que dijo Alexis y que es muy importante, es cómo la literatura sigue ese tratamiento feudal, a pesar de que estamos en el 2005, cómo sigue ese clientelaje, esa argolla.
Gabriel Ruiz-Ortega: En mi caso yo he tenido mucha suerte. Me publicó una nueva editorial extranjera, cuyo fin era publicar a gente de allá. Y como dijo Marco, a mí también me pagaron. El fin de Q Ediciones es vender, y tengo un trato con ellos por dos novelas más. El interés de Q es publicar también a autores peruanos y, hasta donde sé, va a publicar a un autor que en su momento iba a salir con Estruendomudo. El trato de Q conmigo ha sido bueno.
Ezio: Pienso que esto del clientelaje no sólo sucede aquí, sucede en otros países con grandes mercados. Pero en cuanto a la crítica no, es más profesionalizada en otros países. Pero aquí sí se sigue manejando la crítica de esa manera, lo cual es una cagada. Cuando te hacen una entrevista en una página cultural termina pareciendo un favor, o cuando te hacen una reseña. Además periodistas que no han leído tu libro, lo cual es un desastre.
Alexis: Hace poco estuve leyendo un libro de Italo Calvino, El ermitaño en París, que no trata de París sino de su permanencia en Estados Unidos. Durante muchos meses estuvo viajando por ese país, y justamente él era uno de los editores de una editorial italiana, y él va a colocar libros a Estados Unidos, y lo que le llama la atención es que cómo funcionan los gringos, hay sitio para todos. Como hay lugares donde funciona el clientelaje, hay otros donde no. Y así en todos lados, hay veinte mil medios de comercialización que venden desde libros de tapas duras hasta best sellers de aeropuerto, hay tanto espacio que no es problema colocar los libros. Lo que he visto aquí con mi primer libro es que es una guerra de guerrillas el asunto de ubicar el libro «en una» librería.
Johann Page: Yo publiqué en Estruendo también. Y estuve cerca en el proceso de editar. El problema editorial es un síntoma de problemas más amplios. Así como en la política, esas taras del amiguismo, del chantaje, soborno, corrupción, también ocurre en las editoriales. Quizás nos hemos acostumbrado a ello. Pero, a pesar de esos problemas, me parece que hay una evolución positiva en el sentido de un reconocimiento que antes no había. Ahora hay más bulla en cuanto a los escritores nuevos, más espacio de expresión. Tanto así que hablar de un panorama literario actual es prácticamente inconcebible sin estas nuevas editoriales, sin estas nuevas propuestas, lo cual, pienso, es un inicio. Eso es rescatable. En cuanto a la comercialización, siguen presentes las cosas tan sencillas como pegar un afiche, eso sí pienso que es dejadez de las propias editoriales. Promoción es difícil que la haya, me refiero a cosas tan simples como afiches, notas de prensa, hay que esperar a ver si te hacen el favor de colocar una notita por ahí. Y eso tiene que ver, Ezio, con lo que tú dijiste, el no querer generar una gran empresa de la editorial. Pienso que es un error, es como quedarse en el lado romántico. La parte administrativa es tediosa, pero es necesaria.
Ezio: Pero, perdóname que te corte, hablar de todo eso en un plano teórico es fácil.
Johann: Ah, sí, y ni siquiera se puede apelar a la cantidad de libros que se vende.
Ezio: A mí me encantaría publicar más, tener más títulos publicados, y así generar más sueldo.
Alexis: Salvo uno o dos de los libros editados independientes han sido a pérdida.
Marco: Justamente yo veo que en realidad estamos hablando de un mercado que es reducidísimo, casi una nimiedad. Yo me pongo a pensar en el caso del último libro de Irigoyen, no ha vendido creo más de cincuenta ejemplares, y el libro es fantástico, es uno de los mejores poetas. Habitó entre nosotros, de Watanabe, creo que no ha vendido más de cien ejemplares. Claro que estamos hablando específicamente de las ventas en librerías.
Alexis: En La casa verde, de los veinte que llevaron de Irigoyen cinco vendidos, sin embargo en el número de gente que vota por él en El Comercio, la lista de El Comercio... [Risas]
Max: Eso es otra cosa. Eso no tiene nada que ver con la realidad.
Alexis: Una editorial grande me dijo, te publico una novela, pero bajo determinadas condiciones y características, y el ritmo que tienes que proyectar es que vaya en este año, en este otro. La respuesta obvia sería págame todos los viajes al mundo, págame las juergas, las bibliotecas, voy a trabajar como un cretino durante cinco años, y te saco una novela cada año. La carrera de un escritor cuando la plantean las editoriales es un absurdo. Uno escribe al ritmo de lo que se le ocurre, se le imagina o de las cosas que le pasan. Y ese escritor profesional que escribe por cumplir con el contrato...
Carlos: Algunos que sí lo hacen es porque si no apareces constantemente te excluyen de una parte del mercado.
Ezio: Sin duda que los narradores a comparación de los poetas tenemos más posibilidades de vender. Es un hecho. Pero yo no creo que se pueda vivir de narrador. Salvo excepciones, por ejemplo, entre los españoles nomás Pérez Reverte, Marías; porque ahora hablando con Iwasaki y Benavides, que están viviendo en España, traducidos a otros idiomas, ninguno de ellos puede vivir de la literatura. Todos tienen trabajos paralelos al hecho de escribir.
Alexis: Falta del factor suerte, pues. Una de las recetas de aquí del amigo Aguirre en sus cuentos es el factor suerte. Todas las recetas de ganar concursos es el factor suerte. [Risas]
Max: En realidad todo narrador aspira a vivir de sus libros, así como en los sesenta. Pero creo que dentro del acto creativo uno se somete a sus propias reglas, ¿cómo consideras lo que tú escribes? ¿Como arte o como artefacto? ¿Como creación o como producto? O sea, debes partir de esas dos categorías. Si tú consideras que tu libro es un artefacto o un producto, te sometes a las leyes del mercado; pero yo creo que al momento de crear uno escribe porque le gusta escribir. Si de ahí viene el dinero, la publicidad, todo el reconocimiento es otra cosa.
Marco: Yo pienso que finalmente uno escribe lo que le interesa, no penando en vender. Yo nunca he pensado en vender, a lo más me gustaría que me lean. Yo recuerdo que El viaje interior de Thays lo habían pirateado. Yo pregunté en Quilca por qué. Me dijeron que lo habían mandado de lectura obligatoria en la Escuela de Policía. Y esa era la razón, es el libro que más se ha vendido de Iván, porque los estudiantes de policía venían y pedían el libro. Vender es muy relativo. Por ejemplo mi libro, siendo de una editorial universitaria, se vendió bastante, porque también lo pusieron de lectura obligatoria en dos o tres colegios de clase A, y esos chicos sólo iban a comprar a Crisol, jamás iban a otra librería; allí llegó a estar segundo en ventas. Hay mitos que dicen que hay autores que mandan a comprar sus libros, o mandan a su familia a comprarlos. Finalmente de qué se trata, de querer vender por vender, de figurar, o de que realmente nos lean.
Alexis: Discrepo amablemente con lo que dijo Max, respecto de lo de arte o artefacto, porque en realidad para mí son lo mismo, pero habrá que hacer distinciones demasiado complicadas que no es el tema finalmente.
Gabriel: Yo creo que últimamente el ambiente marketero está demasiado emputecido; por ejemplo, un libro que más me gustó en su momento fue Casa de Islandia, tuvo una avalancha de elogios, pero otro libro que pasó desapercibido y que yo considero mejor que Casa, es el libro de acá el hombre (Carlos Gallardo), y que pasó desapercibido. Yo no he leído ninguna reseña de su libro, excepto la de Leonardo [risas] en su momento, pero... [Siguen risas]
Leonardo Aguirre: Pero no hablemos de eso.
Marco: Yo me pregunté también ¿es posible que un libro así pase desapercibido?
Gabriel: Gracias a la maquinaria marketera que proviene de España, nos topamos con textos que son basura, y de vez en cuando se cuelan buenos libros. Lo que sucede es que la gente se pelea por casi nada.
Max: Discutir sobre el mercado peruano es intrascendente, cuando un amigo me preguntó ¿y qué opinas de la discusión entre andinos y criollos? Yo le dije lo que dijo Borges: dos calvos discutiendo por un peine. Y no es casualidad que los dos polemistas sean los que iban a publicar libros a la semana en que terminó el debate.
Gabriel: No es por mala leche, yo aquí voy a hacer una crítica a Punche, la otra vez me preguntaba con un amigo narrador del por qué hacen este colectivo. No me gusta el nombre para empezar. No le veo la razón de ser de agruparse en pos de un público que no existe.
Ezio: Sí existe, sino no hubieras vendido tus libros. Hay un lugar para sectores que se está abriendo poco a poco. Punche surgió de un proyecto anterior de agruparse con otros, no prosperó; luego sí surgió la oportunidad de asociarnos pero con una estructura mejor acomodada. Básicamente, la idea es armarnos en bloque para tener más fuerza en nivel de distribución, en costos de impresión, en comprar material juntos, vamos a sacar un boletín de noticias, y además también generar nuevos lectores, empezar a ir a colegios, a universidades, a ferias; de hecho vamos a ir a la Feria de Buenos Aires, ya conseguimos financiamiento. Estuvimos en Guadalajara.
Marco: Creo que todos estamos de acuerdo en que hay los comentaristas, los reseñistas concretamente, y los críticos literarios académicos. Los que nos comentan son los primeros, y ahí campean el amiguismo, la argolla, los celos o la venganza, y, como ya se dijo, eso sucede en muchas partes. La agravante es que aquí hay muchos lectores incompetentes que se atreven a publicar una nota sin saber muy bien de lo que hablan. No hay ningún crítico académico que se haya dedicado a analizar este fenómeno que hemos comentado anteriormente; solo se ocupan de las vacas sagradas como Vargas Llosa, Arguedas...
Alexis: O se dedican solo a los textos monumento que les ofrece el mercado académico. Por ejemplo, en Estados Unidos, en crítica, lo hegemónico parecer ser el estudio de lo colonial o barroco de indias. Jamás un profesor principal de un departamento universitario va a criticar un libro de un joven con la seriedad con la que haría de esos textos que garantizan su prestigio internacional.
Marco: La crítica siempre da luces para entender las cosas, para saber hacia dónde estamos yendo.
Alexis: Y sobre todo la ausencia del crítico académico que escribe en periódico que sepa llegar a lectores de periódicos, que es común en el medio anglosajón pero no es para nada propio de nuestro país. Nuestra academia se ha distanciado mucho de su función. Quienes se encargan de los espacios de la reseña no tiene la capacidad para movilizarse, para discutir, de hacer que la gente que usualmente no se dedica a la literatura se percate de cosas que serían útiles que se percataran en el momento de leer un libro.
Marco: Y tienen una cortedad de visión. Por ejemplo, en el caso de Carlos y Luis Hernán, algo que se debió decir fue la precocidad, no por paternalistas, sino porque es importante señalar que en narrativa se madura con la edad, con el oficio que te da el tiempo, no es como en poesía que a los veinte ya puedes tener una obra totalmente madura. A mí me sorprendió la madurez de ellos, para la edad que tenían. Yo me puse a pensar: ¿a los veinte yo hubiera escrito algo parecido? Ese mismo ejercicio se hubieran hecho los reseñistas.
Leonardo: Aprovecharé para intentar responder las preguntas anteriores. Primero, mi experiencia con Matalamanga fue bastante buena; no me cobró -empezando por ahí-, el libro se distribuyó bien, y las ventas han marchado de acuerdo a nuestras expectativas. Con respecto al asunto de las editoriales jóvenes y la aparición de una serie de escritores de valía... sí, debo decir que hace varios años yo no leía a narradores peruanos jóvenes con propuestas tan singulares. Esa coincidencia de óperas primas descollantes en los últimos dos años es un fenómeno que se extrañaba desde hace por lo menos 15 años. Saludo la presencia de escritores bastante más preocupados por su propia herramienta, es decir: el lenguaje. Con respecto al asunto de los reseñistas, en mi caso particular fue casi una casualidad, una cuestión eventual. Ya sé que me van a recordar el asunto de la ética. Es decir, sé que me van a acusar de no tenerla. El caso es que, simplemente, se presentó la posibilidad de hacer comentarios de libros y quizás fui bastante chocante y honesto. Y de eso se me puede acusar: de honestidad. Y de usar un estilo cachoso, sin duda. Eso no fue muy ético, lo reconozco: burlarme del trabajo de mis colegas sin considerar qué tan susceptibles me podían resultar. Pero lo que sí quiero dejar en claro es que por lo menos no me manejé según las reglas del amiguismo. Escogí los libros que yo quería reseñar o libros que nadie iba a reseñar nunca. Incluso critiqué a mis amigos (quizá ya no lo sean). Por otro lado, sí, ciertamente hay un distanciamiento entre el crítico profesional y el reseñista de los medios. Y por lo general el primero no se mete en los medios, y habla mal de los medios, cuando lo cierto es que, sencillamente, no se atreve a meterse. Y si se mete, no lo sabe hacer, porque se trata de otro lenguaje, otro público, qué se yo. Pero, bueno, para mí, esa fue una etapa que ya pasó, felizmente. Lo que ahora me interesa es sólo escribir y no criticar lo que escriben otros.
Johann: Te has rehabilitado. [Risas]
Leonardo: Sí, estoy en proceso de reciclaje. [Risas]
Max: La crítica peruana hasta los años sesenta, era una crítica orientadora y canonizante. Ellos tendían a canonizar a ciertos autores, en algunos cosas eran injustos, por ejemplo, el caso de Reynoso. La crítica que Oviedo y Ortega hicieron sobre la obra de este autor fue injusta. Pero ahora la crítica, la periodística, o mejor dicho la reseña, se ha convertido verdaderamente en algo calamitoso. Y lo más triste es que lo que lee el gran público lector es esta crítica, y eso es lo que orienta. Debería haber una unión entre lo académico y lo periodístico, que el académico acceda a los medios, no benevolente, sino con objetividad. Pero la mayoría de escritores están divorciados de la crítica, y no creo que ninguno de los aquí presentes escriba para ella. Escribir para los críticos es como darle a oler flores a una persona que está con gripe. Falta una crítica más alturada, más seria.
Alexis: Luis Hernán me comentaba que lo que más había llamado la atención de una crítica a su libro fue que se destacase una frase altisonante de un personaje de un cuento, que era un profesor de latín, algo así como «una tenue lux rosínea». Para llamar a un libro bueno sólo a partir de la construcción de ese lenguaje, habría que remontarse a la estilística de los años sesenta; o sea, ¿solamente el libro es bueno por eso? En esa ocasión también especulamos que, si en vez de ser los referentes Shakespeare, Kafka, hubieran sido los cómicos ambulantes, el vendedor de periódicos, y los juegos metatextuales hubiera sido la gente del común y no los grandes escritores, de repente la crítica no hubiera levantado el dedo de manera entusiasta.
Max: Otra cosa que yo quería acotar es que la gente piensa que el gran crítico literario es Marco Aurelio Denegri. [Risas] Cuando todos sabemos que este señor hace una crítica estilística estancada en los años sesenta. Pero la gente cree que es el gran crítico. Es más, cuando yo me encuentro con amigos me dicen por qué no le dejas tu libro a Denegri, y lo único que respondo es que este señor es un pobre ignorante con respecto a la literatura, como crítico literario es un gran sexólogo.
Alexis: La otra vez estaba hablando del poemario de Hinostroza, que usa la palabra cáncer, decía ¡por favor, esta palabra no es poética! [Risas]
Leonardo: También le oí decir, y más de una vez, que los fluidos corporales no son poetizables. [Risas]
Leonardo: O, por ejemplo, los fluidos por fuera no son poetizables, cosa que dice a cada rato. [Risas]
Gabriel: Pero hay que decirlo de una vez, Denegri es un huevón. A Lazarte le sacó la mierda aplicando criterios gramaticales. Si este pata Denegri hubiese tenido en su poder Trilce, si es que Vallejo fuera un poeta en ciernes hoy, igual. Hace poco leí una reseña de Hotel Europa, por Luis Aguirre, yo creo que este pata no lo leyó. No me cuadra del todo la crítica machetera.
Marco: Ahí podemos discrepar. Yo podría decir que es una cuestión de competencia, y justamente los más competentes son los que han tenido formación literaria. Que yo recuerde, Faverón me parecía muy bueno; Ágreda es un lector honesto, no se casa con nadie; Lucho Aguirre, si no se deja vencer por la fantasía de lo novedoso o vital, dice cosas bastante sensatas, con cierto estilo además.
Gabriel: A mí me gustaría que agarre con la misma fuerza a las vacas sagradas.
Leonardo: Pero la reseña que le hizo a Ampuero no fue complaciente para nada.
Johann: Existen los vicios del adjetivo o del tono.
Gabriel: Me gustaría que la crítica señale las influencias. Y si se da que se pase la guadaña. Yo he tenido la suerte de leerlos a todos ustedes, ver la influencia argentina, en el caso de Ezio.
Carlos: La gran recurrencia ha sido, en el caso de Page y el mío, el estribillo de Borges y Cortázar.
Gabriel: Pero quién está antes y después de Borges. Marcel Schwob por un lado, y hoy el gran responsable de esta onda metaliteraria que hay acá es Vila-Matas y no se dice nada.
Max: Es que esos reseñistas no lo han leído.
Alexis: Lo que ha ocurrido también es que, por ejemplo, en los setenta se ponía a Borges como lectura obligatoria en los estudios general letras, y que por ello, generación tras generación, se cimentó este canon universitario. Por lo menos en la Católica fue así.
Gabriel: Lo que veo es que ahora hay escritores con más formación literaria que en los noventas.
Max: Lo que ocurrió en los noventas era que había una literatura más vitalista, como Bayly. O sea, yo voy a escribir sobre mi vida y punto.
Alexis: Lo interesante es que la gente aceptaba Al final de la calle.
Gabriel: Óscar Malca es un pata que ha leído mucho. Lo que ocurrió con el realismo sucio radicaba en la facilidad con la que se podía escribir luego de leer a Bukowski. Y no es así. Detrás de Bukowski hay toda una formación.
Marco: Y una verdadera experiencia vital.
Carlos: A mí me causa miedo cuando se utiliza el término metaliterario, porque también es otra recurrencia de la crítica al señalar nuestros libros. Los reseñistas se están centrando en las particularidades que se pueden asociar con lo conocido, más que rastrear.
Alexis: Es difícil que un crítico use un tópico que no se haya usado desde hace veinte años hasta el cansancio, como, por ejemplo, hablar de la figura del padre en La Fiesta del Chivo de Vargas Llosa. Lo que está pasando ahora es que hay una generación de escritores asociada con la academia, un vínculo directo con los que reflexionan sobre el lenguaje y la estética. Es una generación letrada. La que tanto odian los académicos norteamericanos cuando dicen los letrados son colonizadores del verdadero espíritu salvaje del hombre del tercer mundo, que son los transmisores del capitalismo, del imperialismo y mil cosas más.
Max: Pero ahí tienes que hacer una salvedad. Porque precisamente esa gente que viene de allá, ¿de dónde viene? Mira, yo tuve una correspondencia con un amigo becado en una universidad norteamericana, y yo cuando le escribo con ese lenguaje del Chat donde se usa la k en vez de que. Y me dice oye me llega que me escribas con k, que pareces punk, me llegan los punk, que los punk son unos cochinos. Yo le digo, disculpa pero yo prefiero conversar y tomarme una chela con un punk antes que conversar contigo que estás viviendo en un país súper consumista, donde un genocida te está financiando la beca. (Risas)
Alexis: No es tan directo. [Siguen risas]
Alexis: Hay una generación letrada probablemente, pero también hay que recordar el camino que trazaron las otras generaciones letradas, recordar que se enquistaron en los medios, con una lógica de amigos. Eso fue lo que hicieron y muchos se quedaron allí. A propósito de lo que tanto se ha hablado, mafias o no mafias. La mafia es una metáfora para referirse a cierto tipo de relaciones. Estas relaciones serían del siguiente tipo. Llega un día el director, el ejecutivo, el redactor general y expresa quién le gusta y quién no le gusta. Algún día dirá no publiquen a este y al otro. Pero para la siguiente vez el redactor secundario ya sabe que ni siquiera tiene que poner en consideración del jefe tal o cual escritor. Se va cosiendo una cadena obsecuente, de gente que por agradar está dispuesta a no difundir. Pero la cuestión es que en realidad hay tan pocos medios en el país que hacer esto es condenar a mucha gente al ostracismo.
Carlos: Lo que a mí no me preocupa es la existencia de la mafia en este momento, porque además es muy complicado tratar de revelar este problema. Lo que me preocupa es que se reproduzca. Pero estos mecanismos, que tú criticabas, Alexis, se heredan. Si en algo podría cambiar esta generación la forma en que se manejan los medios es dejar de lado la camarilla, la argolla. Pero cada uno tiene su opinión.
Alexis: Se me ocurre algo. Yo creo que se podría hacer una encuesta y decir quiénes son buenos escritores en los últimos quince años y proponernos a los medios, decir estos deben ser los que aparezcan en los medios porque son buenos y en nombre de la pluralidad se les debe difundir. Creo que hacer la encuesta sería fácil, no tengo ni que preguntarles, es simple llegar a un consenso de quiénes son; lo difícil, casi imposible, sería que, en efecto, medios tan enmarañados con ciertos intereses la consideren siquiera. Esa lista se «traspapelaría».
Gabriel: Uno de los mejores libros de cuento que he leído en este año no se ha reseñado nunca, Siete Encuentros de Alessia Di Paolo, que ganó el concurso de cuento de Dedo Crítico. Es un buen libro, y, ojo, yo no la conozco. Y son muchos los buenos libros que han sido ninguneados.
Max: El compromiso es con la página en blanco y punto, y creo que esta generación está asimilando esta idea. No hay un compromiso fuera del escribir. Y si se propone terminar con esta camarilla es adoptar esa actitud de no comprometerse con esas camarillas.
Johann: Cuando empezó este lío de criollos y andinos, y toda la secuela, a mí nunca me quedó claro cómo afrontar este asunto. Me sentía dentro del problema por unas amistades nuevas, personajes con los que me estaba vinculando; de pronto, escuchaba una idea, un prejuicio acerca de buenos o malos escritores ya reconocidos, sino de actitudes. Mafia y amiguismo son distintos.
Marco: Mafia si es visto de afuera, amiguismo si es de adentro.
Johann: También existe algo que se llama paranoia, envidia, resentimiento. Ven que sus libros no son reseñados, no están en boca. Sí, hay personas más vinculadas a los medios. Más es la actitud de ver algo nuevo que se puede promover, que la de negar. A lo que voy es que la paranoia es una realidad y también es heredable. Hay que tomar una actitud honesta, sin pensar en el temor a pelearse.
Alexis: Independientemente de reducir las cosas a decir por lado estos son unos pitucos y por otro estos unos resentidos, lo que sucede es que hay un gran terreno de gente excluida, y eso no se puede cambiar, y es ceguera que gente en los medios no quiera ver a esta gente excluida. Y es una comparación que efectúa Faverón a partir de lo que revela la Comisión de la Verdad: en Lima, en el centro de Lima, Miraflores, había pequeño grupo de gente que vivía más o menos segura y que se sentía libre de Sendero, mientras que se producía una matanza en la sierra. Estábamos ciegos. Lo de la polémica es algo semejante. Los que tienen el poder o el control de difundir a escritores, deberían dejar de ser indolente, ciegos, deberían darse cuenta que en efecto hay un montón de gente excluida, y una actitud cívica que se le pide es la de incluirlos. No están obligados, ¿pero la solidaridad no es acaso una actitud que enaltece?
Leonardo: Tampoco voy a usar la palabra mafia ni paranoia. Sí creo que efectivamente hay cierta mecánica negativa en los medios culturales. La mecánica del reseñismo, para ser exactos. Me ha tocado el caso de hacer una reseña del libro x, y hacerla de manerahonesta, pero sucedió que el autor del libro x también publicaba en la editorial de mi editor. Mi reseña, pues, no podíaser demasiado punzante. Por esome suprimieron el último párrafo.
Ezio: ¿Cuál editor?
Leonardo: El editor del diario de aquel entonces. No sé si hay mafia, pero, de hecho, tampoco se trata de paranoia. Hay un círculo de amigos que buscan reventarse cohetes entreellos mismos, no sé si con las mejores intenciones del mundo. Ya se sabe, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. El caso es que así funciona: el toma y daca, la ley de la compensación. Podríamos ayudar a cambiaresa situación, y para eso también pueden funcionar las nuevas editoriales.
Johann: Lo que tú dices es que si alguien te pide una opinión uno la puede dar honestamente, pero ya de ahí que te desvirtúen, bueno, tendría que demandar, agarrar a golpes, no sé... [Risas]
Leonardo: Yo puedo ser honesto en la cafetería de Letras, pero no tanto en un periódico: a eso voy. Ysi uno quiere ser muyhonesto, a veces ni siquiera tepublican la reseña. Pero, eso sí, cuando comentaba libros para Agenciaperú, me dejaron ser honesto, me dieron absoluta libertad. De repente hicieron mal...
Johann: Creo que me malentendieron, yo no he dicho que solo hay paranoia, yo dije que hay porque lo he escuchado por prejuicio, que se expande. El problema del uso personal de las reseñas para ataques, venganzas, etc. o de la exclusión total, es real. No lo niego. Creo que es algo ingenuo pensar que se podría cambiar esta situación. Pero parte de cada uno escribir sin pensar en esas trabas, conciliar su propia escritura con su conciencia, honestamente. Y olvidarse por fin de esas supuestas «mafias». Cada uno a lo suyo.
Leonardo: Por ejemplo, a mí me hicieron una entrevista en un medio, y me tomaron incluso lasfotos y todo, pero nuncase publicó dicha entrevista porque tengo problemas personales con un redactor importante de ese medio. Y anécdotas así tengo un montón. Es algo real.
Carlos: Yo prefiero guardarme el secreto para el momento de la publicación. Aparte de que yo tengo la idea de que el escritor es el peor crítico de su obra. Mi perspectiva es que yo soy optimista en lo que puede hacer «la generación». Las editoriales nuevas y los escritores con propuestas interesantes dan a entender que aparecerán muchas cosas más de ellos. Todo lo de alrededor, medios, etc., es accesorio.
Max: En mi caso siempre he pensado que todos mis proyectos literarios giran en torno a lo que es la página en blanco. Yo acabo de publicar un libro, La culpa la tiene Nabokov, estoy escribiendo una novela que espero publicar, me parece que el mercado peruano está demasiado viciado. Espero que tenga aceptación en otros lugares. Lo que siempre he pensado y reclamo en todo escritor es la honestidad y la consecuencia, el compromiso con la escritura, con lo que es la tradición literaria, con una literatura que marque un paso adelante con respecto de lo que se ha hecho. Y en ese sentido escritores como Saramago, Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes, ya han producido lo mejor que han hecho. Creo que la literatura va por la propuesta de Bolaño, Piglia, Vila-Matas, Fernando Vallejo.
Marco. Yo demoré en publicar, porque quería sacar algo unitario, y ahora lo que veo con mucha satisfacción es que todos los libros de cuentos que están apareciendo van por ese lado. Yo quería publicar no solamente un libro orgánico, sino, y lo digo sin pretensión, ir formándome como un autor, alguien que tiene algo que decir y lo dice de determinada manera, con una mirada propia. Las críticas fueron muy positivas en ese sentido. Por ejemplo, Abelardo Oquendo dijo que uno abría mi libro y notaba que había allí un escritor, una sensibilidad, una mirada personal; eso me gustó. Para mí fue un avance. Mi búsqueda va por el lado del realismo, pero no el de Vargas Llosa, sino uno más cargado de simbolismo; me interesa la metáfora no sólo como marca de escritura o de estilo sino como una manera de ver las cosas. La novela que estoy terminando, «En este cielo, en este mundo», sigue esa línea.
Ezio: Yo también estoy escribiendo otro libro. El libro que acabo de publicar es consecuencia de haberme trabado en otro, por eso éste en proyecto es un libro bastante más grande, con una temática diferente. No sé cuál es mi propuesta, estoy escribiendo nada más, por eso tampoco me gusta hablar de la crítica, porque me parece que se pierden energías. No siento que se puede hacer gran cosa para cambiarla. Eso no quiere decir que sea buena. Me gustan muchos autores. En este libro que he publicado hay sobre todo tres autores, Beckett, algunas cosas de Auster y Mutis. Esas no son mis lecturas solamente. Cortázar también, pero es alguien que iba a estar sí o sí, porque es una de mis lecturas más recurrentes.
Alexis: Yo debo confesar que he compartido con Marco los mismos años universitarios, y la lectura de Italo Calvino, y sentimos la misma fascinación por él. Con mi primer libro quise construir una vuelta de tuerca a lo que yo llamo el romance adolescente, que es esa historia que defino en términos de decir cuán bien o mal viven los adolescentes, que estaba muy de moda en los noventas, pero darle una vuelta de tuerca desde una clave, que me parece acertada, señalar que las preguntas que se hacen en esta etapa, quién soy, a quién amo son malas preguntas para las que no existen respuestas, y a partir de eso construir una especia de Apocalipsis de personas que se hacen estas preguntas. Este Apocalipsis se fue enriqueciendo con una imaginería de carácter bíblico, con referentes literarios, con la idea esta de llamarse Inventario de las Naves, en tanto es un inventario de estilos, porque cada cuento es un estilo distinto. Es la influencia de Italo Calvino también. La idea de que el libro a pesar de que cuenta historias independientes, va creando en el fondo un panorama general. Este proyecto orgánico se construyó bajo esas ideas, y al mismo tiempo bajo una ideología clara de carácter existencialista. Las soluciones son individuales, los caminos están cerrados, una ideología que un adolescente en los noventas compartía. Obviamente yo ya no soy un adolescente, me tomó muchos años escribir este libro como yo quería. Fueron diez años. Yo proyecto seguir escribiendo bajo esta fórmula de la experiencia y los libros. Hablar como he hablado, en Inventario de las Naves, de las cosas que realmente me molestan, porque si hay gente que parte para escribir de mundos que desea hacer o desea habitar, yo parto de lo que me molesta, lo que me crea indignación y sobre eso construyo el resto. Sobre lo que está pasando en la narrativa peruana yo comparto el optimismo de Gallardo; pero discrepo amablemente respecto de lo que se ha dicho y viene diciendo del boom latinoamericano. Pienso que los del boom van a seguir siendo fantasmas hasta que nosotros u otros podamos darle al público algo tan importante e impactante como ellos nos dieron. Hay una cosa, sin ánimos de ser petulante, en teoría de la ciencia que un paradigma reemplaza a la otra solamente cuando demuestra que es tanto o más efectivo que el anterior, o más bello o más eficaz. Creo que los paradigmas que han venido posteriormente no han demostrado eso. Señales que siguen siendo nuestros fantasmas mayores. Nuestros centros del canon tienen treinta años de antigüedad. Y lamentablemente los otros, los que han venido después no han tenido tanta eficacia retórica, y al decir esto, digo verosimilitud, capacidad argumentativa, mundos posibles, originalidad, obsesiones. Lamentablemente, en mi opinión, esa presencia fuerte existe. Reemplazarla es un reto de gente que se tiene que dedicar a tiempo completo a la literatura, como ellos lo hicieron. Si alguien está dispuesto a tener una vida flaubertiana, en torno de los libros, del arte de escribir, se logrará. Por el momento, quiten al boom detrás de nosotros y lo que queda es el vacío.
Johann: Mi primer libro fue una búsqueda personal, un conjunto de relatos que pude integrar a medida que avanzaba en la producción. Me demoré más o menos cuatro años en escribirlos, a veces espaciados, me fui de viaje, inclusive, a la sierra, a lo natural, fue una experiencia interesante, ahora veo que fue muy útil, aunque jamás la repetiría. De ahí partió el magma del libro. Sí hay una influencia en cuanto a lo del libro orgánico, buscaba interrelacionar no solamente las temáticas sino también las consecuencias en cuanto a la trama para libros posteriores. El libro que estoy escribiendo ahora quiere entablar contacto con mi libro anterior. Mi primer libro de cuentos no sólo fue una deuda con mis autores de cabecera, con mis influencias, sino también una cuestión de desapego. Me parece que es un libro todavía no logrado en la medida que a mí no me satisface plenamente, y me imagino que a la mayoría le debe suceder. No creo que sea nada extraño. Lo que proyecto ahora es una novela, es una cuestión más íntima. En cuanto al balance, yo también soy muy optimista sobre todo por la intención que veo ahora de intentar escribir de manera entregada, firme, comprometida con los mundos internos, y a través de ese análisis, lograr una voz personal, una voz auténtica. Ese entusiasmo es lo que me da ese optimismo. En principio, ha sido sobrevalorada esta nueva generación, pero es una cuestión ineludible, pero creo que todos acá somos conscientes de que esa novedad debe cuajar con honestidad, con trabajo sobre todo.
Leonardo: Yo tengo listo otro libro de cuentos, cuyo título provisional es La musa travestida, y pienso comenzar a escribir una novela el año que viene. En cuanto a influencias me interesa el mejor de los escritores light, como lo calificó Vargas Llosa, que es Manuel Puig. Incluso, aunque suene gracioso, también mencionaré a Ricardo Palma porque me interesa mucho la jerga limeña de fines del diecinueve y, sobre todo, porque también quiero novelar la propia ciudad. No estoy muy seguro de cómo hacerlo, pero me gustaría hacer una mezcla de tiempos en un solo escenario. Por decir algo: mezclar en un sola ciudad la Lima de los años 20, la de los 50 y la de los 80. Por otro lado, también me interesa la idea del lenguaje como espacio. De hecho, siempre busco hacer del lenguaje un protagonista. Y, claro, me interesa el humor. Y en este punto, quizás antes que referentes literarios podría hablar de películas. Por ejemplo, últimamente he visto las películas hechas por los Monty Python y me he quedado deslumbrado. En líneas generales, me interesan los referentes pop y los referentes mediáticos. Quizá por mi formación como comunicador, no lo sé. Con respecto a los nuevos narradores, diré lo mismo que se ha dicho hasta ahora: tengo muchas esperanzas en estos nuevos coleguitas, en mis contemporáneos; como ya dije, hace tiempo que no leía cosas realmente interesantes, más allá de que aún no sean propuestas acabadas; y está bien que no lo sean porque recién están comenzando. Pero de hecho hay un cambio patente, una evolución notable. Hace quince años que la literatura peruana andaba medio estancada y de pronto aparece un grupo formidable de jóvenes narradores. De hecho, veo el futuro de mis contemporáneos con mucha ilusión.
Gabriel: Yo lo que escribo está ligado a mis lecturas de niño y adolescente. No sé si para bien o para mal, siempre he vivido rodeado de libros, sobre todo porque mi padre y mi abuela han sido y son lectores de libros de best sellers. Estos libros me llevaron a escritores decimonónicos, por eso siempre voy a escribir privilegiando la historia, a mí me fastidian los libros agusanados de aburrimiento. Influencias en estos años son Arturo Pérez – Reverte, Stephen King, Manuel Vázquez Montalbán. Y como señala Alexis, hay que tener respeto con los escritores del boom. Creo que lo mejor que se está escribiendo en Latinoamérica, le guste o no a mucha gente, lo siguen haciendo Vargas Llosa y Fuentes. Ahora también recojo mucho del rock, tengo una deuda personal con The Who, el próximo saco un opúsculo titulado MOD. Admiro a los escritores proteicos. Mi proyecto personal abarca una novela por año.
© 2005, Miguel Ildefonso
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Para citar este documento:
Ildefonso, Miguel: «Conversación entre nuevos narradores peruanos. Leonardo Aguirre, Carlos Gallardo, Marco García Falcón, Alexis Iparraguirre, Ezio Neyra, Johann Page, Max Palacios y Gabriel Ruiz-Ortega», en Ciberayllu [en línea]
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