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6 noviembre 2005

Mi obra habla más de los peruanos que de los judíos

Entrevista con Isaac Goldemberg

Eduardo Corrales

 

«Por el Dios de Abraham de ti me fío/ que no le ofrendarás a mi peruano/ lo que con creces le has dado a mi judío», invoca con cierto dejo angustioso el «soneto inexacto» compuesto por Isaac Goldemberg, narrador, poeta y dramaturgo oriundo de Chepén, en la costa norte del Perú, quien cumplirá el próximo 15 de noviembre sesenta años de mucha vida (al contado), dos tercios de la cual han pasado en Nueva York.

«Siendo realista, admito que quienes en el Perú no conocen mi obra se pregunten '¿qué me puede decir un judío sobre el Perú?', mas si pudieran abordarla percibirían que habla más de los peruanos que de los judíos», razona el autor de La vida a plazos de don Jacobo Lerner.

«También hay sin duda cierto prejuicio contra aquellos que llevamos muchos años fuera, pero es obvio que ni abandonamos al Perú ni él nos abandonó, aunque suene a milagro», acota el novelista, quien inauguró sus afanes de escritor en Lima, siguiéndolos en España e Israel (países donde residió); pero fue en la Gran Manzana donde empezó a publicar.

A Goldemberg no deja de sorprenderle la reacción de quienes —a su vez y paradójicamente— se muestran asombrados de que él hasta siga hablando como peruano. «¿Y cómo iba a hablar?», inquiere inquieto.

«Tal vez si hubiera vivido en México o Argentina hubiera tomado su acento, pero en un medio donde el idioma es otro ¿qué español iba a adoptar?  Seguro que la larga permanencia fuera va limando el acento, pero —aunque llame a sorpresa— yo sigo hablando y escribiendo como peruano», dice.

Fotografía de entrevistadoCierto es que toda la obra de Goldemberg se refiere al Perú y ha sido escrita en español. Sus novelas y libros de poesía han sido traducidos por terceros, aunque por supuesto a veces él ha colaborado con los traductores. «No escribo en inglés ni podría traducir solo: no creo dominar ese idioma como para eso. Tal vez algún día lo intente, pero lo dudo», anota.

Responsable de la monumental antología El Gran Libro de América Judía, Goldemberg no duda en expresar toda una declaración de conservadurismo (en el mejor de los sentidos) en materia de pureza idiomática. «No de lo castizo sino del idioma peruano», precisa.

«Sentiría cierta vergüenza si pusiera en inglés algo relacionado con el Perú», afirma, y seguidamente admite que es más dado a echar mano a alguna expresión quechua —lengua que no habla— si las circunstancias creativas lo requieren.

A Dios al Perú es el título de su work-in-progress. Es una novela y dará oportunidad a Isaac de estrenar agente literario, además de una mayúscula escenografía: la ciudad de Nueva York.

El escritor es consciente de que este hecho abre la brecha por donde se va a infiltrar el inglés y colar el spanglish. «Indudablemente.Es que hay personajes que tienen que hablar así», acepta.

«El título ya informa que no se trata de una despedida sino más bien de una especie de salutación», dice del libro cuyo argumento ilustra las andanzas de Ángel de la Cruz, un mestizo nacido en Santiago de Chuco, cuyo medio hermano vive años ha en Nueva York.

La trama gira en torno a los avatares del personaje por convertirse al judaísmo, pero además al protagonista lo domina casi obsesivamente el afán de demostrar el origen judío de César Vallejo. «Asegura tener la certeza de que la Biblioteca Pública de Nueva York alberga pruebas documentales irrefutables del hecho», comenta el autor.

«Yo nunca había escrito nada que tuviera que ver con los Estados Unidos y hacía tiempo quería escribir algo relacionado con Nueva York, pero no hallaba la manera de vincular la historia al Perú; entonces, de la vida real, me vino la idea», dice.

Así fue: un primo del escritor, por línea materna, vivía convencido de que su abuelo materno era judío. «Lo cierto es que al abuelo le decían el judío porque era tacaño», comenta Goldemberg en tono jocoso.

El primo llegó a interesarse de tal manera por el tema y terminó convirtiéndose al judaísmo, tras acudir ante las instancias pertinentes. «Ese es el único dato de la realidad en cuanto a la novela, pero me sirvió para desencadenar la ficción», dice Goldemberg.

El escritor trabaja también en la preparación de una antología personal de su obra. «El Congreso (del Perú) viene conmemorando la presencia de diversos grupos étnicos en el país y me pidieron armar una especie de collage con mi obra publicada para brindarle a los peruanos no judíos y judíos peruanos una idea de lo que significa ser judío en el Perú», comenta.

La muestra incluye fragmentos de novelas (incluidos tres capítulos de A Dios al Perú), poesía (algunos versos inéditos), entrevistas al autor y ensayos acerca del autor y su obra.

«El prólogo ha sido escrito por Rodrigo Quijano y la edición contiene 14 reproducciones de pinturas de Moico Yaker y Liza Schnaiderman, artistas peruanos judíos, que hablan del sincretismo de ambas culturas», apunta y añade que puede ser una buena oportunidad para que su trayectoria literaria se aprecie mejor en el Perú.

También fundador, director y diligente promotor del Instituto de Escritores Latinoamericanos ((LAWI, por sus siglas en inglés), Goldemberg cuenta asimismo que acaba de aceptar la dirección del Comité de Escritores Peruanos en el Extranjero del Pen Club: «Los poetas Tulio Mora y Jorge Pimentel están trabajando en la formación de los comités a nivel internacional; Alejandro Sánchez Aizcorbe es director de Lingüistica y Traducciones y fue él quien me preguntó si estaba interesado en ocupar la vacante: en principio evalué si dispondría de tiempo y al final dije que sí».

Entre las tareas que deberá asumir —informa— están las de difusión de la obra de autores peruanos en el extranjero; protección, hasta cierto punto, y asistencia a ciertos congresos. «Esto último es lo que me gusta menos», concluye el autor de Peruvian Blues.

Bronx, Nueva York, octubre del 2005

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© 2005, Eduardo Corrales
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Para citar este documento:
Corrales, Eduardo: «‘Mi obra habla más de los peruanos que de los judíos’. Entrevista con Isaac Goldemberg», en Ciberayllu [en línea]


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