Koji
Harada acaba de aprender algunas palabras en castellano. Fornido, sonriente,
vestido, casi disfrazado más como una especie de combatiente que
como reportero gráfico, encoge los hombros cuando se le pregunta
sobre el disgusto del Primer Ministro japonés por haber entrado
en la Embajada, hace pocos dias.
Puerta abierta.. noticia masculla Koji y retorna con entusiasmo al sushi que consigue en el cercano Instituto Cultural Peruano-Japonés. Harada fue efectivamente aquel fotógrafo que los subversivos del MRTA consintieron que ingresara a la residencia donde mantienen a sus rehenes. La policía había dejado pasar a 15 profesionales advirtiendo que sólo era para tomar vistas desde enfrente y no advirtieron que Harada, de la poderosa Cadena Kyodo News, llevaba oculto un gran cartel que desplegó apenas salió del control policial. Con decisión avanzó hasta la puerta misma de la mansión del embajador y sus colegas observaron que se le hacían señas para que pasara. La tentación era irresistible. El grupo se lanzó detrás de Harada levantando las manos, gritando que eran periodistas y finalmente todos entraron y brindaron al MRTA una magnífica cobertura a nivel mundial. Las reacciones japonesas fueron más rápidas que las peruanas pues el presidente Fujimori es más cauto que todos juntos y aguardó a que el mismísimo premier Ryutaro Hashimoto expresara su disgusto. Inmediatamente le siguió una ola de disgustos, malestares, sorpresas, etc. que dieron la vuelta al mundo. No tardaron las voces críticas a los periodistas mismos: Eso no es periodismo, eso es caja de resonancia sermoneó El Comercio, el cauteloso decano de la prensa criolla. Pero otros comentaristas, periodistas ellos, agregaron: Puede ser, pero era una noticia que no se podía perder y los periodistas hicieron lo que todo buen profesional sabe que debe hacer.... Esta discusión ha llegado al ámbito académico y un grupo de profesores de la Universidad de San Marcos planean una reunión para discutir las cuestiones de ética profesional que subyacen en el episodio. Para unos, los periodistas debieron retroceder y negarse a ingresar en nombre de la necesidad de no actuar como voceros involuntarios de un grupo subversivo. Pero la verdad es que las escuelas de periodismo de casi todo el mundo inculcan a sus estudiantes el modelo americano que insiste en que el periodismo es mero intermediario entre el suceso y el lector/oyente/televidente. ¿Y la ética? La ética, para esta escuela, consiste en decir la verdad o acercarse lo más objetiva y honradamente posible a la verdad. La otra visión, la del compromiso, pide a los hombres de prensa la reflexión constante acerca de sus actitudes pues sus conductas externas, aún antes de escribir o emitir noticias, ya pueden configurar una toma de posición. Quienes no han expresado disgusto, malestar, hasta ahora son los presidentes de las cadenas NHK, Kyodo, CNN, Reuter, BBC, etc., que lanzaron sus versiones y visiones al mundo entero en un verdadero festín noticioso del que sólo participaron quince privilegiados de los trescientos que acechan día y noche en la esquina de la residencia. Al final, la mejor definiciòn de todo esto la sigue dando Harada: Puerta abierta.. noticia. |
© Juan Gargurevich, 1997
970111