El volumen de la amistadSobre Pago de letras, libro de Víctor Hurtado Oviedo |
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Domingo Martínez Castilla |
alí corriendo a recoger el sobre que llegó de Lima, porque sabía que ahí venía algo muy especial. Hace varias semanas había estado esperando tener el libro entre las manos, y por fin llegó el momento: Pago de letras. Escritos desde el olvido (El caballo rojo, Lima, 1998, 174 pp.), de nuestro querido y fidelísimo colaborador Víctor Hurtado Oviedo, salió de un sobre urgente, y me llenó de alegría.
Si bien Ciberayllu ha publicado unos veinte de los casi cuarenta escritos que aparecen en Pago de letras, el placer de tener el libro, de hojearlo, es millones de veces más grande que el de leer una pantalla de la computadora. ¡Viva el libro, carajo! ¡Y viva tu libro, Tito Hurtado!
No soy quien para ser objetivo respecto a este libro, pues no puedo evitar sentirlo como que es de la casa: supe de él desde que se empezó a gestar, gracias al interés de un gran amigo de Tito, Luis Valera, que tuvo la feliz idea seminal de este libro, y que lo sacó adelante con mucho cariño, con la extraordinaria capacidad y el generoso cuidado que lo hacen el mejor editor de libros en el Perú, y con su propio peculio. Quien no es de la casa de Ciberayllu, Antonio Cisneros quizá el mayor poeta peruano actual, y con más seguridad el más conocido ha prologado el libro de su amigo (Tito Hurtado es hombre de muchos amigos), con una nota titulada «Las memorias del amor y del humor»:
«Sólo un ser bondadoso (con el prójimo) y canalla (con él mismo) puede haberme pedido estas palabras de introducción. No sé, en realidad, por qué curioso afán Víctor Hurtado permite que mi prosa termine naufragando como una mosca en leche, entre las impecables y enjundiosas crónicas que componen su libro...
[...]
«Pago de letras, que lleva precisamente como subtítulo Escritos desde el olvido, es el rescate amoroso de la vida vivida por un lector de polendas, de un melómano y, aunque Hurtado pretenda negarlo en un arrebato de falsa modestia, de un magnífico escritor.
[...]
«No hay en el libro el menor asomo de lamento por algún bien perdido (que jamás hizo suyo). En todo caso, el humor, que brota a borbotones, lo redime de la mala conciencia o el cinismo. Un botón de muestra: Yo también me he aburguesado, pero, como soy pobre, no se nota.»
En la solapa, Tito autobiógrafo minimalista resume:
«Nací en Lima en enero de 1951. Soy historiador frustrado y posperiodista. Durante 27 años trabajé en tantos medios de prensa escrita, agencias noticiosas y programas de televisión, que la lista completa será el segundo volumen de este libro.
«En los ratos libres que me deja la lectura, trabajo. Ahora laboro como corrector de imprenta, oficio inagotable gracias a la escuela primaria y a la televisión. No creo que llegue a ser longevo (a mi edad ya lo hubiera sido), pero sí estoy seguro de que sobreviviré a mis obras. Lo contrario no me serviría de nada la verdad sea dicha.
«Espero que este libro me justifique ante la Historia cuando arribe el día improbable en que la Historia se ocupe de los anónimos. Yo escribí muchos.»
Y en su propia introducción, que jodido como siempre ha titulado «Para terminar», dice de este libro:
«[...] por atavismo, aquí van unos pocos textos políticos. En algunos casos, los he resumido para borrarles referencias a momentos y nombres que ni yo mismo entiendo ahora tan precavida es la memoria.[...]
«También viven aquí temas diversos: libros música, literatura... Pueblan las notas más recientes: son solo unas cuantas, escritas a lo largo de varios años (soy hombre de pocas sílabas). Las estimo porque tienen algo que ver con las palabras, no con los políticos profesionales. A causa de los temas de aquellos escritos, este pequeño libro se llama Pago de letras, o sea, «sitio de literatura». Me gustaría creer que lo que ha sobrevivido se debe a la forma en la cual estos textos fueron escritos. El desocupado lector (hijo del ajuste estructural) dirá.»
Pago de letras está organizado en cuatro secciones, con sendas viñetas de José Tola otro amigo de Tito: «Esa cosa pública» se compone de seis notas sobre la política, en su sentido más mezquino los políticos y más sublime la utopía; «Oficio de la palabra» es un paseo, en seis artículos, por los escritores y por el lenguaje; «Estante quieto» incluye 21 escritos de longitud variada pero tamaño uniformemente grande sobre libros; y «¡Música, maestro!» es la coda en siete movimientos donde el autor rinde homenaje al bolero y a seis músicos que se mueven entre el son y el danzón.
Quiero creer que la última media docena de nuevos escritos de Víctor Hurtado aparecidos en Ciberayllu desde que este libro se mandó a la imprenta son los ladridos que señalan que habrá otro Pago de letras, otro volumen de la amistad. A la prosa hispanoamericana le hacen falta plumas, o teclados, como los de Víctor Hurtado Oviedo. Letras como las suyas las pagamos gustosos.
Un comentario sobre este libro aparecido en la prensa peruana:
Pago de letras es distribuido por la Editorial Horizonte, de Lima ([email protected]).
© Domingo Martínez Castilla, 1998, [email protected]
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