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25 mayo 2005

Voz nuda de Anouk Guiné

Miguel Rodríguez Liñán

 

Estas notas algo ampulosas se refieren exclusivamente al corpus de Voz Nuda*, no a la segunda parte del poemario (Vertical del desencanto). Se me han ocurrido a medida que, lápiz en mano, transportado por la lectura pero muy atento a ésta, escudriñaba curioso este libro. Me impactan la forma y el contenido de los versos. Son estos incisivos, fragmentados por momentos, de corto aliento acezante. Siento un ámbito de cierta sofocación, de algo que necesita ser repetido. De territorios mil veces explorados y descubiertos, agobiados por la luz y su ausencia, iluminados en claroscuros —como fulgores y opacidades—. Estos versos finos determinan el tejido poético, donde se adivina un discreto afán de composición, de simetría. La desolada náyade solitaria de los últimos estertores del poema, seguramente, está relacionada con el mar ritual de amor de los inicios, y allí prosigue su búsqueda. Toda primera obra constituye un desafío. He leído con agrado el libro en francés y en castellano, buscando un elemento clave, para mi gusto, de la composición poética: la sonoridad-asonancia. La música por dentro aliterada. Si a este criterio me atengo, afirmo que el libro de Anouk Guiné es límpido. Ahora comento algunos aspectos que siento como vertebrales en el corpus, organoléptico por momentos, de Voz Nuda.

Mar a mar
Ritual
Fulgor de verdades
Fuegos de piel
Retinas estrellas
Entre los cuerpos

La piel como una verdad parchada
Con deslices de un amor subversivo
Que no supo callar (...)

Fuerza enjaulada
Donde mi sombra
Se arrastra en cenizas
De un viento ahogado
Que dejó su muerte
En tu vacío

Amor disoluble
Seda quemada
En excesos
De la voz ajena (...)

Nos desnudas...
Indecente disidencia
De seda en desacato
Te has destilado
Dístico
Díada díscola

Soy raíz de seda
Hierro y luz fetal
In-definida en ti
Moldéame sin pedir
Y te haré sin fin (...)

Me detengo en unos versos reducidos a su expresión mínima —una sola palabra, en: hambrientas (sal de salivas / hambrientas), pág. 22; en: ceñido / abreviado, pág. 30; o en verbos: desbórdame / afloraste, págs. 31, 36; o en adjetivos: intemporal / intransitable, pág. 40— y siento esta presencia del verso único como un gong, como un punto y aparte sonoro. Cuando son dos palabras, es un doble gong. Es que subyace el desgarramiento; y la fusión amorosa parece abocada a la soledad. El dos en uno, y el uno en cero. Sin embargo es posible dar cara a la separación (la ruptura, la ausencia, la muerte) dándole forma, por así decirlo, de vacío. De vacío redentor por supuesto, pues de él surge la palabra erótica plena, la voz desnuda.

Nos frutalizaremos
En aguas de frenesí
Tu piel mi alba
Mi umbral
Dime amar
Dime (...)

Noche luminosa
Donde los cuerpos
Se piensan
En la verdad ínfima
De nuestras huellas (...)

Escucha mi canto en ti depositado
Despertar de tu piel en desorden
De tu voz desgarrada
Tu sangre fatigada (...)

Arrastro
Desgarro
Disuelvo
Gritos
En nucas atrevidas
Deliciando
Sal viva
De salivas
Hambrientas (...)

Aquí, las formas más directas de la experiencia amorosa son expresadas con la delicadeza de la sugestión, entre pudorosos claroscuros de la memoria sensual, con Eros mezclado de silencio y ausencia y vacío.

Invéntame entera
A raíz

Sábana muda del grito plural
Nuda a grito letal

Un rayo color fe
Dibujado en ti

Suspiro inacabado
Que descansa

En tu borde
Mi alivio

Derramo en ti
Lo infinitamente
Rojo acrílico
De mi verbo

Repto
Trepo
Los instersticios
Del tabú
Líquido

Tabú ácido
Que arranco
Y  respiro (...)

Siento esto como dominado por una zona de sombras donde los cuerpos, enardecidos por el abrazo, fulminados, solicitan la participación de una luz helada. Algo que apaga y cauteriza. Veo una fisura húmeda por donde sale, de la entraña matricial, el verso también húmedo y brillante de sangre, como un recién nacido, puesto que la poesía nos exige parir. En este libro, siento algunos fragmentos del poema como desmembrados con tierna crueldad; con delicadeza. Algunas palabras quieren destruir lo que construyen, como esos versos donde domina la asfixia; ésta, origina una ruptura de sintáxis... en beneficio de la sonoridad:

(Mátame a pesar de
Me inicio en ti
En tu tiempo sin mi

Yo iris de tu paz
Tu consecuencia
Tu hipótesis)

Y versos arriba la poeta dice:

Lágrimas en revolución
De un sol que seca tu sangre
Dormida en mí

Abrir palabras
Sobre dolor

Sílabas verdes
De piel naciente (...)

La voz desnuda anda en busca constante de una apertura, ¿hacia qué? Hacia la claridad o a la oscuridad del laberinto, de lo inextricable, donde hay una presencia —el Otro— parecida a un minotauro que mata y al que es preciso matar. Monstruo o ángel, éste parece ajeno a los avatares del amor. O, quizás, la experiencia amorosa es una metáfora. Y el monstruo es el lenguaje. Éste intenta expresarse con la desesperación de querer decirlo todo, pero ahogado en su asfixia esencial (la mudez, la imposibilidad del lenguaje de Bataille).

Una blanda flor
Iniciándose en ti
Incisión ardiente
En la palabra muda (...)

La voz es también múltiple. Es una maraña de voces. Es un nudo. Es agua que fluye en correntadas turbulentas. Busca salir de estas hacia las aguas claras –el cristal, el despojamiento, la palabra desnuda y precisa. Hacia la noche luminosa donde los cuerpos se piensan en la verdad ínfima de sus huellas, como dice la poeta... o sea que el vértigo de los cuerpos es la noche. Y, ¿dónde está la verdad? ¿en la luz o en la tiniebla? Y, ¿por qué terrenos transitan los cuerpos que no dejan huellas sino trazas? El cénit del contacto entre dos soledades, es el acto amoroso, no la simple cópula. Esta separa. Sin amor la comunión es irreal. La voz que clama y canta aspira algo que trascienda la cópula, simple puente de una otredad hacia otra. Pero la incertidumbre, pero el olvido... la ilusión del sentimiento...

Sentires cercanos
Mano amiga mano
Derretida en tiempos
De olvido
De intento
De ti
Que no supiste (...)

En la poesía de aliento entrecortado de Voz Nuda, los cuerpos, esos lejanos irrevocables, sólo convergen en la plenitud del abrazo sensual... que también es separación, ya que los amantes aparecen como expatriados de la unidad, como disidentes de ésta. Para mejor degustar el goce carnal, la voz transforma los cuerpos en frutas. Y el verbo-verso amor aparece como una súplica. Luz, polvo, sangre, seda, acero y otros símbolos suben a la palestra. Aquí, claman el grito y el silencio, dirigiendo entre brumas su voz de doble faz al amado, el depositario del canto. En varias secuencias del poema cohabitan pues el grito y algo parecido a su antípoda, el suspiro, que es como un grito hacia adentro. La voz no es crédula sino creyente, fiel en el sentido religioso de la palabra, y algo reivindica con su canto.

Presencia de colores en el poema. Rojo vino, rojo sangre, rojo acrílico: intensidad y angustia con que sale la palabra poética. Esta no es soluble; no es acuarela sino acrílico, de pronto óleo, ambos tenazmente fijados a la página como los colores a la tela del pintor.

Cuerpos a la deriva parecen ser los que flotan en las aguas sobrias y dolidas de Voz nuda. Son retazos, aristas de cuerpos. Nucas, manos, retinas, bocas, pieles; y también: dolores, cristales, espasmos, ausencias... tal vez guiados por un faro cuyo haz aparece y desaparece en la niebla, dejando jirones de luz y noche. El organismo entero parece implicado en un quejido angustioso:

(En un grito / Te vi / Lloraban venas / De tus manos a mi raíz) cuya materia es el tiempo donde, tal vez, la incertidumbre ha de resolverse ( cómo?) en el otro: Aquel segundo / Nos recorre / Y nos desborda / segundo esparcido / en la meta de tu luz

Irrumpe más allá el color azul. Luego se repite como un leit motiv intermitente en otros pasajes del poema, ya que Voz Nuda es un solo poema, una composición. Deseo azul, venas mi azul, azul zahorí, azul complementario.

Hombre de mil desiertos
Tal inédito cielo
En el tumulto
De tu mirar
Azul zahorí

Te llevo en mí
Profecía
Tu verdad me entreabre
Me atraviesa
Pudor líquido
De azul complementario

El ritmo de todo el poema es como sombreado con rayas, entrecortado, a veces en suspenso, exento de puntuación, cuya barca navega de un islote verbal a otro, en busca de extrañas correspondencias, a través de una variada geografía: Coruña (agua dulce de mar / acristalada en la piel), Río de Janeiro (piel inicial / de cumarú y cumbarí), Londres (náyade sola / desolada). La voz que respira el poema se muestra rota, herida, desbordada, tumultuosa, suspirante, marcada, absorbida, surcada, inventada, como una barca entre peñascos y escollos donde va dejando jirones de piel. Hay silencio en el navegar. Hay vacío. Y, también, una forma de sosiego, de paz interna...

No es más que la vida
Llevándote desnuda
Por el silencio
De ojos solos

Fragmentos de mí
Al alba

... donde parece afirmarse en un remanso de feminidad, antes de continuar su travesía tumultuosa, que es su razón de ser y su negación. Porque de esto se trata, al final de cuentas. Atrás quedan espasmos y goce; bruscamente, la voz se confronta al olvido y la noche, esos correlatos de la muerte. Los cuerpos, conscientes de su inanidad, permanecen como flotando en las aguas del tiempo, ya desprovistos de todo, confrontados a su realidad última, prefigurando el silencio.

Vena de dulces tinieblas
Donde el ojo perdido
En el génesis del alba
Vistió de nostalgia
La clavícula del deseo (...)

En ti déjame vivir
De ojos sedientos
Hasta matarme de muerte soleada
Y abrir en nuestro vientre
La eternidad (...)

Agotó el espasmo del querer
En estéril sendero
Con vistas a esbozo de agonía

Fue un ser sin estar
Una nada con vida
Y leer en la piel
Un te amo olvido

Aix-en-Provence, 22 de abril del 2005


* Anouk Guiné: Voz Nuda. Voix nue .(Edición bilingüe) Editorial El tambor arlequín, Medellín, Colombia, 2004.


© 2005, Miguel Rodríguez Liñán
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Para citar este documento:
Rodríguez Liñán, Miguel: «Voz nuda de Anouk Guiné», en Ciberayllu [en línea]


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