Perspectivas hacia una definición de la narrativa andina peruana contemporánea * |
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Mark R. Cox |
«Indigenismo» es un término complejo, sujeto a múltiples definiciones e interpretaciones. Según Eugenio Chang-Rodríguez, es un movimiento basado en el indígena que describe sus costumbres y aspiraciones, critica los abusos al indígena y exige acciones para acabar con estos abusos. Antonio Cornejo Polar sostiene que la narrativa indigenista es mucho más que simplemente una escuela o un movimiento literario. Dice que el indigenismo es una manifestación todavía vigente («La novela indigenista»). Es importante subrayar que la narrativa indigenista es un movimiento multifacético que tiene sus raíces en el trauma de la conquista, y que sobrevive, de una forma u otra, hasta el presente.
Es difícil acercarse a una definición adecuada de lo que es un indígena, especialmente en la época contemporánea. Como se sabe, la idea del indio surge con la conquista y el imperialismo para diferenciar a los conquistados de los conquistadores. Según Orin Starn, hoy en día las personas tradicionalmente señaladas como indios usan otros términos para identificarse. Además, no hay mundos herméticos: hay bastante interacción entre el mundo considerado «indígena» y el mundo considerado «occidental». Cita el caso de un hombre que trabaja como campesino parte del año, como obrero en Lima desde mayo a octubre, y que es protestante. Otro ejemplo se encuentra en la novela El gran Señor (1994) de Enrique Rosas Paravicino, donde un personaje lamenta la participación creciente de mestizos en el festival religioso Qoyllurit’i. Para distinguirlos, se basa en la ropa que usan. Es obvio que el concepto de indio es más social que racial.
Otro aspecto del dilema de definir qué es el indígena es que es una construcción basada en la perspectiva y la ideología de la persona o las personas que lo definen. Efraín Kristal demuestra que la narrativa indigenista es una parte integral de los debates políticos y antropológicos sobre el indígena. Dice que la crítica se equivoca si valora la narrativa indigenista según la precisión de la descripción del mundo indígena. Plantea que lo que sucede es que los críticos escogen a escritores que describen su propia concepción del indígena. Luego hay un sinfín de interpretaciones rivales que compiten para tener la representación más correcta del mundo indígena. En vez de disputar la autenticidad de la descripción en una o más obras, Kristal propone estudiar la relación de la narrativa indigenista con los debates políticos y antropológicos sobre el indígena. Es decir, la definición del indígena cambia constantemente según las ideologías del momento.
Aunque cualquier periodización es arbitraria, generalmente se divide el indigenismo narrativo en dos o tres etapas. La narrativa del siglo XIX normalmente se llama indianismo, indigenismo romántico, o, simplemente, indigenismo. Lo que surge al comienzo del siglo XX normalmente se llama indigenismo, o indigenismo ortodoxo. El neoindigenismo peruano, según Tomás Escajadillo, comienza en los años cincuenta y sigue hasta el presente. Las características principales son: 1) el uso del realismo mágico o de lo real maravilloso, 2) la intensificación del lirismo, 3) el uso de técnicas narrativas más nuevas e innovadoras, y 4) la ampliación del área representada en la narrativa de acuerdo con el desarrollo de la problemática indígena.
Es importante en este punto detenernos y pensar en el contexto del surgimiento del término neoindigenismo. En esa época hay cambios en las estructuras del poder. Entre 1940 y 1980 más de un millón de personas migran a Lima (Starn), una fuerte indicación de la decadencia del sector terrateniente. En el campo de la narrativa, Cornejo Polar habla de dos corrientes que comienzan en los años cincuenta: una neoindigenista y la otra neorrealista (Cotler). Al mismo tiempo que hay un conflicto por el poder dentro de las clases dominantes, hay una lucha por una posición dominante dentro del campo de la producción cultural. En los años sesenta hay individuos, grupos e instituciones identificados con el «Boom» de la literatura latinoamericana que compiten con los asociados con la narrativa regional y la indigenista. Pierre Bourdieu propone que parte de esta lucha tiene que ver con el poder de definir lo que es un escritor. Así, la importancia y el significado de una obra pueden cambiar con las transformaciones del campo (313). Dentro de estos límites, mucha crítica de la narrativa indigenista desde los años sesenta puede ser entendida como parte de la lucha para ganar una posición dominante o como consecuencia de la pérdida de una posición dominante de la narrativa regional.
Los apologistas del «Boom» criticaron las estructuras formales de la narrativa regional e indigenista como defectuosas. Antonio Cornejo Polar señala que una estrategia principal era caracterizar la narrativa regional e indigenista como primitiva o impura (Literatura...). Sostiene que en muchos casos «lo que se buscaba era frecuentemente no más que enfatizar la originalidad adánica de los nuevos narradores hispanoamericanos».
Tenemos entonces dos grupos que compiten por el poder y dos perspectivas del mundo, una más occidentalizada y otra con más influencia del mundo indígena. Cornejo Polar y Luis Fernando Vidal dicen que desde los años cincuenta hay dos corrientes generales en la narrativa peruana. La primera, representada por José María Arguedas, se enfoca en la desintegración del viejo orden social y la redefinición de los sectores dominados en la sierra. La segunda corriente, representada por Mario Vargas Llosa, trata de la construcción de un nuevo orden. Cornejo Polar habla de dos tipos de modernización, una, promovida por Vargas Llosa, es «la modernización internacionalizadora», mientras que la otra es la «afirmación de la condición andina del Perú».
El escritor Luis Nieto Degregori hace una distinción similar. Afirma que hay dos vertientes en la narrativa peruana: la criolla y la andina. La vertiente criolla tiene más presencia que la andina en el Perú y se la asocia con la modernidad y la calidad técnica. Participan menos en los concursos literarios porque tienen mejor acceso a las casas editoriales y la crítica periodística. En la vertiente andina hay una expresión más amplia de las culturas prehispánicas. Estos escritores tienden a participar más en los concursos literarios. Normalmente publican con una autoedición o con la casa editorial Lluvia Editores. La distribución es más informal y a veces llega a consistir en el obsequio de libros.
Otro obstáculo para muchos escritores de provincias es un enfoque excesivo de críticos y medios en Lima y en los escritores limeños. Por ejemplo, en dos antologías y un estudio sobre la Generación del Ochenta, entre dos tercios y ochenta por ciento de los escritores son de Lima.1 Es obvio que muchos escritores de provincias enfrentan más desafíos para su consagración.
Para hablar de otra etapa de la narrativa peruana, 1980 parece un buen punto de partida. En 1980 hay una vuelta a elecciones libres después de doce años de gobiernos militares; al mismo tiempo aparece la subversión armada de Sendero Luminoso. Los Andes han cambiado radicalmente debido a décadas de migraciones a centros urbanos, reformas agrarias, y la decadencia del sistema terrateniente. Debido a la guerra interna, las instituciones y la infraestructura andina se ven golpeadas, y se intensifica la migración a centros urbanos.
A la misma vez, en 1980 aparece el comienzo de una infraestructura que puede ayudar a promover a una nueva generación de escritores provincianos. Lluvia Editores fue fundada en 1978, y se ha hecho conocida como una casa editorial que publica obras de personas de provincias. Por otro lado como manifiesta Pierre Bourdieu, una función de los concursos literarios es la de conferir consagración institucional a productores contemporáneos. En los años ochenta y noventa, los dos concursos principales de narrativa han sido el concurso bienal Premio Copé de Cuento, patrocinado por Petroperú, y el concurso anual «El cuento de las mil palabras», patrocinado por la revista Caretas. El Copé comenzó en 1979, y «El cuento de las mil palabras» comenzó en 1982. Por esos años hay unos escritores que, individualmente o ayudándose, comienzan a publicar obras narrativas y revistas.
Un tema central en la narrativa andina actual es la violencia política. Las primeras obras narrativas que aparecen sobre dicho tema datan de 1986, y hasta la fecha por lo menos setenta y un escritores han publicado un cuento o una novela sobre el tema. He podido obtener la fecha de nacimiento de cincuenta y cinco de los setenta y un escritores. En 1980, el comienzo de la guerra de guerrillas, la edad promedio de estos escritores es treinta años, y la edad promedio al publicar la primera obra es 42 años. De éstos, 60 por ciento ha nacido entre 1946 y 1964, y este grupo ha publicado 72 por ciento de los cuentos y 54 por ciento de las novelas. La mayor concentración de escritores viene del centro y del sur del Perú, donde la guerra fue más intensa. La mayoría de los escritores nacieron entre 1946 y 1964, y componen principalmente la Generación de 1980.
Sin embargo, casi todos los escritores rechazan el calificativo de escritor neoindigenista. Aunque muchos escritores escriben sobre temas tradicionalmente considerados indigenistas o neoindigenistas, en general su obra abarca un mundo mucho más amplio. Incluso Tomás Escajadillo, el crítico más riguroso del neoindigenismo peruano, me comentó en una oportunidad que ahora tiene dudas sobre la vigencia del neoindigenismo. Sin embargo, no sabe exactamente qué nombre dar a este movimiento. Sostuvo que tiene problemas con el término narrativa andina porque es muy amplio. Aunque parece que nadie está contento con el término, es lo que normalmente se usa.
Veamos dos propuestas para acercarnos a una definición de la narrativa andina.
Jorge Flórez-Aybar nació en Puno en 1942 y es escritor y profesor universitario de literatura en Puno. Propone cinco períodos de la literatura de los Andes: los períodos prehispánico, hispanista, indigenista, neoindigenista, y andino. Dice que el período neoindigenista comienza a partir de los años treinta y sigue hasta los años ochenta. El período andino es a partir de los años ochenta. En esta época sigue el discurso mítico, hay innovaciones en las formas de narrar, la violencia política es un elemento importante, y hay más énfasis en áreas urbanas que en las rurales.
Juan Alberto Osorio nació en el Cusco en 1945 y es escritor y profesor universitario de literatura en Arequipa. Dice que la narrativa andina comenzó en los años cincuenta, coetánea con la apariencia de la narrativa moderna. (Así plantea la idea de la narrativa andina como moderna, al igual que la narrativa urbana). Hay dos vertientes en la narrativa andina, el neorrealismo y el neoindigenismo. Sostiene que está insatisfecho con los términos porque siempre hubo mucho contacto entre las zonas rurales y urbanas. La narrativa andina es una continuación y una superación de la narrativa indigenista y neoindigenista.
Las características de la narrativa andina, según Osorio, son las siguientes:
Para concluir, quisiera plantear unas ideas acerca de la narrativa andina contemporánea. Surge de la tradición indigenista y neoindigenista, pero es más amplia, reflejando los cambios en la sierra peruana en las últimas décadas. Ya para 1980 comienza a formarse una infraestructura que puede ayudar a promover a una nueva generación de escritores. Estos escritores han nacido mayormente después de la segunda guerra mundial hasta los comienzos de los años sesenta. La violencia política es un tema importante dentro de la narrativa andina, la cual está en una posición subordinada en relación con la narrativa criolla. Y, finalmente, la narrativa andina presenta otra perspectiva de la modernidad.
* Una versión inicial de este trabajo fue presentada como ponencia en el congreso de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese, 2001
1 En el camino (1986),de Guillermo Niño de Guzmán, es una antología de nuevos cuentistas peruanos, y 80% de los escritores (12 de 15) son de Lima. Manual de literatura peruana (1990) de César Toro Montalvo tiene una lista del cuento peruano de los años 80, y 75% de los escritores (18 de 24) son de Lima o el Callao. En Últimos y recientes narradores nacidos entre 1950-1965 (1997), de José Antonio Bravo, dos tercios (32 de 48) de los escritores son de Lima.
Bourdieu, Pierre. «The Field of Cultural Production, or: The Economic World Reversed». Poetics 12 (1983): 311-56.
Cornejo Polar, Antonio. «La novela indigenista: un género contradictorio». Texto crítico 14 (1978): 58-70.
. Literatura y sociedad en el Perú: La novela indigenista. Lima: Lasontay, 1980.
Cornejo Polar, Antonio, y Luis Fernando Vidal, Eds. Introducción. Nuevo cuento peruano. Lima: Mosca Azul, 1984.
Cotler, Julio. Perú: 1964-1994. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1995.
Chang-Rodríguez, Eugenio. «Variaciones sobre el indigenismo». Nueva Democracia 36, 1 (1956): 96-111.
Escajadillo, Tomás G. «La narrativa indigenista: un planteamiento y ocho incisiones». Diss. Lima: UNMSM, 1971.
Flórez-Aybar, Jorge. La novela puneña en el siglo XX. La Paz, Bolivia, 1998.
Kristal, Efraín. The Andes Viewed from the City: Literary and Political Discourse on the Indian in Peru: 1848-1930. New York: Peter Lang, 1988.
Nieto Degregori, Luis. «Me friegan los cóndores». Sieteculebras, 13 (junio/julio 1999): 24-27.
Osorio, Juan Alberto. «La narrativa andina». Sieteculebras 8 (1995): 9-10.
Starn, Orin. «Missing the Revolution: Anthropologists and the War in Peru». Cultural Anthropology 6:1 (1991): 63-91.
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