Introducción a Nicomedes Santa Cruz: ecos de África en Perú* |
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Martha Ojeda |
Nicomedes Santa Cruz (1925-1992) tuvo un papel protagónico en el rescate y la reivindicación del legado africano en el Perú y es el poeta más importante de la literatura afroperuana. Éste es el primer libro que estudia la obra poética de Nicomedes Santa Cruz en su totalidad dentro del contexto socio-histórico y político de la cultura peruana en general y la afroperuana en particular.
Nicomedes Santa Cruz: ecos de África en Perú consta de cuatro capítulos que, pese a su unidad como un conjunto, pueden ser leídos independientemente, razón por la cual se hace necesaria cierta repetición. Se espera que el libro funcione como un texto introductorio para dar a conocer la obra del poeta afroperuano y despertar el interés de estudiosos de la literatura afrohispana. No pretende ser un estudio comprensivo ya que sería imposible abarcar la vastedad de su labor como poeta, periodista, musicólogo y representante cultural. Este trabajo se concentra en su obra poética sin adentrarse en su labor periodística ni musical.5
Para mejor abordar la obra poética de Nicomedes Santa Cruz, es conveniente utilizar como marco teórico los estudios culturales (teoría que se ocupa de las producciones literarias no tradicionales, como veremos más adelante) en lugar de, por ejemplo, un enfoque crítico que se atenga únicamente al texto prescindiendo del autor y del contexto (los dos ejemplos más importantes de este enfoque son el formalismo ruso y la «nueva crítica»). Sin embargo, la teoría de estudios culturales permite ahondar y considerar el trasfondo histórico y sociopolítico que las otras teorías ignoran u optan por dejar de lado. Agger comenta sobre la metodología de los estudios culturales:
[It] broadens interpretive focus to include extra-textual aspects of a work's context . . . It does so dialectically, eschewing both the objectivism of the New Criticism and other pristine methodologies of close reading, on the one hand, and economist reductionism, on the other.6
Entonces, la metodología de este enfoque tiene como objetivo emplear diversas formas de investigación, métodos y técnicas de múltiples disciplinas como entrevistas, encuestas, y explicaciones de texto sin prescindir del contexto histórico y sociopolítico. El enfoque de estudios culturales para la obra de Santa Cruz es uno de los más adecuados porque la manifestación de su poesía, en las últimas décadas del siglo veinte, tiene fuertes implicaciones sociopolíticas y culturales; de manera que concentrarse solamente en el aspecto textual resultaría en un estudio muy superficial de su obra. Su poesía surge de un largo proceso histórico de recuperación del legado africano que ha venido gestándose desde años atrás y no sólo se limita al Perú. En otras palabras, la labor poética de Santa Cruz representa la culminación en Latinoamérica de la reivindicación de la cultura afrohispánica, movimiento cuyas raíces se las puede buscar tanto en el «negrismo» caribeño como en el «Harlem Renaissance» estadounidense. Para poder aplicar el enfoque de estudios culturales a la obra de Nicomedes Santa Cruz, es imprescindible trazar algunas líneas, aunque fueran esquemáticas, sobre el trasfondo sociopolítico e histórico en el cual se forjó su obra.
La creación poética de Nicomedes Santa Cruz en el Perú abarca los años 50, 60, y 70, alcanzando su máximo apogeo durante los últimos dos decenios. Los años 60 y 70 se caracterizan por un proceso de revalorización de las culturas indígenas y africanas en el Perú, así como una inesperada transformación sociopolítica. El gobierno de Manuel Odría (1948-56)7 domina los años 50, y se caracteriza por el limitado acceso que permite a las clases trabajadoras a formar parte de la cultura oficial y participar plenamente en los procesos políticos de la sociedad.8 Durante estos años empiezan las olas migratorias del interior del país hacia Lima como consecuencia de la falta de apoyo gubernamental así como la baja en la producción agrícola causada por desastres naturales. Este fenómeno propulsa, en Lima, la formación de una clase trabajadora y urbana compuesta por peruanos provenientes de diversas partes del país; en especial, de la Sierra. Al transformarse la estructura social de la capital, las demandas de los ciudadanos por un mejor nivel de vida y trabajos se intensifican, creando así un ambiente de descontento en el país.
Fernando Belaúnde Terry, en su primer gobierno (1962-68) trata de apaciguar las demandas del pueblo y mitigar las exigencias políticas del partido aprista (Alianza Popular Revolucionaria Americana), organización que exige mayor participación de todos los sectores de la sociedad en el gobierno de turno. Sin embargo el gobierno de Belaúnde Terry favorece los intereses de la oligarquía y de las empresas transnacionales, sometiendo a la clase trabajadora a un estado de opresión. Estos años dan inicio a una campaña antiimperialista que tiene como portavoz el periódico El Comercio en donde, a través de múltiples artículos, se reclama la nacionalización de algunas industrias y, ante todo, la promoción de los intereses nacionales. El control económico del país estaba en manos de un número limitado de familias que invertían sus rentas en el extranjero, dejando la economía nacional en un estado precario. Estos factores económicos, sociales y políticos causan el golpe de estado de Velasco Alvarado en 1968.
La próxima fase política de los años 1968-75 está representada por el gobierno militar «populista» de Velasco Alvarado quien, por primera vez en muchos años, dio prioridad a los intereses nacionales y creó un espacio sociocultural para las clases marginadas, permitiéndoles la participación activa en la transformación del país. La reforma agraria, uno de los cambios capitales de este gobierno, permitió poner las tierras en manos de campesinos siguiendo el lema: «La tierra es de quien la trabaja». Eliminó la concentración del capital de manos de contados capitalistas para crear un grupo económico más diverso. Según Rudman, Velasco Alvarado ignoraba la situación vigente de la organización agrícola. Afirma que el sistema del feudalismo ya estaba en sus últimas etapas y que la reforma agraria no logró transformar la situación de los campesinos.9 Otra crítica dirigida a su gobierno fue que no tenía un plan concreto para reformar la infraestructura del país. Sin embargo, en el plano social durante este gobierno, se logra la incorporación y formación de sindicatos como la CGTP,10 la nacionalización de empresas anteriormente controladas por las compañías estadounidenses y la apertura de relaciones comerciales con Cuba y las naciones soviéticas y asiáticas. En general, el gobierno de Velasco Alvarado tuvo el apoyo unánime de las clases populares y algunos países europeos. Estados Unidos denunció su política de nacionalización pero optó por permanecer al margen de estos cambios y el Perú logró mantener una relación distanciada pero amistosa con el «Hermano del Norte».
En el plano cultural, el gobierno de Velasco Alvarado incorporó el quechua como segunda lengua oficial y creó un presupuesto considerable para el avance y el rescate de la cultura indígena. Por lo general, se le recuerda al gobierno de Velasco Alvarado como el régimen que promovió la apreciación de la cultura indígena y frecuentemente se olvida que durante aquellos años también se creó un espacio para la expresión de la cultura afroperuana. En esas décadas se formó el Conjunto Nacional de Folklore, financiado por el gobierno, a través del Instituto Nacional de Cultura, dirigido por Martha Hildebrandt, quien tuvo como jefa de grupo a Victoria Santa Cruz, hermana de Nicomedes Santa Cruz. Es significativo que el ballet folklórico afroperuano «Perú Negro» también empezaba sus actividades durante estos años bajo la dirección de Ronaldo Campos. El gobierno militar populista creó un ambiente propicio para la investigación y el estudio de las culturas hasta entonces marginadas y desdeñadas en el Perú. En esas décadas se publicaron numerosos artículos sobre diferentes aspectos de la cultura afroperuana y su aporte a la cultura nacional. Algunos autores como Fernando Romero ya habían incursionado en este campo por los años 30; pero el ambiente político del gobierno de Velasco Alvarado permitió una mayor atención al tema afroperuano.11
La presencia del africano en el Perú data de la época de la conquista ya que algunos de ellos formaron parte de las tropas invasoras del nuevo imperio. Burkholder y Johnson señalan la importancia económica del negro: «so important was black manpower and skill that Pizarro secured permission to import fifty slaves to Peru as part of his preconquest agreement with the Crown». Debe señalarse que muchos de los esclavos transportados a América ya habían vivido muchos años en España y se habían asimilado a la cultura dominante. Con respecto al proceso de asimilación, Burkholder y Jonson apuntan que muchos de los negros que llegaron inicialmente «spoke Spanish, were baptized as Christians, and generally operated within the culture and technology of Europe».12 La población indígena fue diezmada por el trabajo forzado en las minas y las enfermedades traídas por los conquistadores.
Mientras tanto la demanda por los minerales y el azúcar crecía en los mercados europeos y con el auge de las plantaciones de caña en las colonias hispanas se hizo urgente la importación de esclavos africanos. Las rutas de transporte de esclavos fueron múltiples como consecuencia de los cambios de dominio de la trata esclavista que pasó de manos de portugueses a holandeses, franceses y, finalmente, ingleses. Según Castillo Mathieu, la mayoría de los negros llegaron por rutas legales como las Islas Canarias y el puerto del Río de la Plata, Argentina. Bowser y Romero indican que los negros peruanos fueron traídos de las regiones del Congo y Angola; sin embargo, había muchos que llegaron de otras partes del África y, como fueron traídos ilegalmente, no existen documentos oficiales que señalen sus orígenes exactos.13 La mayoría de los esclavos traídos al Perú permanecieron en la zona costeña, supuestamente, debido a las adversas condiciones climáticas en la serranía.14 Como resultado, muchos de los esclavos trabajaban en servicios domésticos y algunos en las haciendas agropecuarias de la costa. Bowser señala que, en el siglo XVII, la población de raíces africanas en la ciudad de Lima abarcaba más del 50 por ciento de la población total (The African Slave, pág. 341). Actualmente, el afroperuano es una pequeña minoría y se ha aglomerado en ciertas ciudades costeñas: Chincha, Chimbote, Ica, El Callao.15 Los censos de los años 70 tienden a reducir el número real de pobladores de raíces africanas porque algunos de éstos no admiten su africanidad. Además, los censos de los últimos años excluyen la categoría racial para reflejar los discursos oficiales de «peruanidad». El Brasil es un buen ejemplo de esta táctica que en años recientes ha eliminado la clasificación racial y cultural en aras de una supuesta integración.16 Este proceso contribuye a que las minorías étnicas pierdan su importancia dentro de la cultura dominante.
Nicomedes Santa Cruz y Fernando Romero, entre otros, son estudiosos peruanos que han trazado los orígenes del negro peruano y han dado a conocer sus aportes a la cultura peruana. Es importante notar que la cultura afroperuana ha contribuido enormemente a todos los aspectos culturales del país. Se pueden encontrar rastros de dicha cultura en el habla, la música, la religión y el arte culinario. Existen limitados estudios que resalten las obras y vidas de los afroperuanos que se destacaron en la sociedad peruana en diferentes épocas. Por ejemplo, José Manuel Valdés (1767-1844) tuvo una distinguida carrera médica y literaria. En el siglo XX, aparte de Agustín Vallegos que se distinguió por encabezar la unión de trabajadores en las plantaciones de azúcar, Nicomedes Santa Cruz es considerado el afroperuano más prominente.17
Es imprescindible subrayar la falta de estudios sobre el aporte de la cultura africana en el Perú, en parte, como resultado de la discriminación y el desdén por lo africano. Bowser comenta que «it is not surprising that the post-abolition attitude of national intellectuals toward Afro-Peruvians has been largely hostile» (The African Slave, pág. 223). En 1928, por ejemplo, José Carlos Mariátegui escribió sobre la formación de una cultura y un espíritu nacionales, anulando la contribución del afroperuano, tachándole de exótico y primitivo:
El aporte del negro, venido como esclavo, casi como mercadería, aparece más nulo y negativo aún. El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura, sino más bien de estorbarla con el crudo y viviente influjo de su barbarie.18
Este comentario revela el desdén por la cultura africana en el Perú y perpetúa las opiniones racistas y estereotipadas.19 Mariátegui pretende ser el defensor de la reivindicación del indio peruano; sin embargo cae en la misma falta de aquellos que desdeñan lo indígena. Es de notar que el desdén hacia la población afroperuana también se manifiesta en los escritos de otros pensadores tales como César Antonio Ugarte y Francisco García Calderón, quienes comparten la opinión de que el negro es bárbaro:
Alejandro O. Deustua portrayed the Afro-Peruvian as shiftless, lazy and vice-ridden, an opinion shared by César Antonio Ugarte. Most acerbic of all these thinkers was Francisco García Calderón, who wrote that «in South America, civilization depends upon the . . . triumph of the white man over the mulatto, the Negro and the Indian».
(Rout, The African Experience, pág. 222)
No obstante, en años recientes, algunos investigadores como Luis Millones, Edgar Montiel, José Luciano, y Fernando Romero han versado objetivamente sobre la situación del negro, presentando el ambiente de desventaja en el que han vivido y condenando las raíces de la animosidad y la actitud negativa hacia los afroperuanos. Es decir que relacionan el origen de los conceptos negativos a factores económicos y políticos de la época de la esclavitud.
El renacimiento de la cultura afroperuana se remonta a los años 50 y 60 cuando se empieza un proceso de concientización iniciado por el ballet folklórico afroperuano Perú Negro.20 Entre los artistas que rescataron el legado africano se encuentran Nicomedes Santa Cruz y su hermana Victoria (n. 1922). El poeta peruano reivindicó el legado cultural africano a través de las danzas, la periodística y sus poemas escritos para el pueblo y trasmitidos oralmente. Nicomedes Santa Cruz, después de explorar y dar a conocer el legado africano en diversas expresiones culturales, pasó a considerar y privilegiar la cultura popular híbrida. Destacó los elementos étnicos que conforman la cultura nacional y, sobre todo criolla, sin dar prioridad a ninguna en particular.
En los años 60, en la producción literaria en general, y en la poesía en particular, se produce un fenómeno sin precedentes. Se forma el grupo poético Hora Zero, integrado por poetas no limeños.21 Por vez primera, los escritores provenientes de otras partes del Perú logran expresar su voz a través de su creación artística, así describiendo las otras realidades peruanas. Estos poemas se caracterizan por tratar una temática de alienación; trasmiten el enajenamiento del alma provinciana en un ambiente inhospitalario. Los temas sociales son característicos de esta época. Dentro de esta manifestación cultural sin precedentes, Nicomedes Santa Cruz fue un fenómeno aislado ya que él no formó parte de ningún grupo poético. El hecho de no pertenecer a ningún grupo también atestigua el ambiente de discriminación en el que se encontraba el decimista.22 No obstante, su obra tuvo un impacto notable en diversas capas sociales. Sus poemas se propagaron por múltiples medios de comunicación como revistas, periódicos, trasmisiones radiales, programas televisivos, y recitales. Durante los años 60, la labor artística de Santa Cruz fue digna de algunas reseñas periodísticas en el Perú, mientras que en los años 70 y 80 su obra recibió mayor atención, particularmente en el extranjero.
* Ojeda, Martha: Nicomedes Santa Cruz: Ecos de Africa en Perú, Tamesis Books, Rochester, N.Y., 2003; 136 pp.
1 Otis Handy, «The Spanish American Décima and Nicomedes Santa Cruz» (Universidad de California Berkeley, 1979); Teresa Cajiao Salas y Henry Richards, Asedios a la poesía de Nicomedes Santa Cruz (Quito: Editora Andina, 1982).
2 Para mayor información, véanse: Estuardo Núñez, «La literatura peruana de la negritud», Hispanoamérica, 10/xxviii (1981), 19-28; Sebastián Salazar Bondy, «Nicomedes Santa Cruz ante su enigma», El Comercio [Lima], 24 de mayo de 1964; y Ciro Alegría, «El canto del pueblo», en Santa Cruz, Décimas (Lima: Librería Studium, 1966), págs. 9-13.
3 The Peru Reader: History, Culture and Politics, ed. Orin Starn, Carlos Iván Degregori y Robin Kirk (Durham, NC: Duke University Press, 1995); Ingrid Miller, Afro-Hispanic Literature: An Anthology of Hispanic Writers of African Ancestry, Colección Ébano y Canela (Miami, FL: Ediciones Universal, 1991).
4 César Toro Montalvo, Historia de la literatura peruana, 13 tomos (Lima: AFA Editores, 1991-1996); Pablo Maríñez, Nicomedes Santa Cruz: decimista, poeta y folklorista (San Luis Potosí: Instituto de Cultura de San Luis Potosí, 2000). Pero ya en 1973, Stanley Cyrus había incorporado un cuento de Santa Cruz en la colección El cuento negrista latinoamericano: antología (Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana). El estudio de César Toro es uno de los primeros en dedicar un volumen a la poesía afroperuana. Sin embargo, su único mérito es haber reconocido la existencia de esta literatura y recopilado las diversas manifestaciones culturales afroperuanas. Lamentablemente, el editor cita una serie de comentarios racistas que divulgaron algunos críticos y sociólogos sobre el africano y su supuesto barbarismo y salvajismo sin cuestionarlos, o peor aún perpetúa los mismos estereotipos.
5 La excelente tesis doctoral de Heidi Feldman, «Black Rhythms of Peru: Staging Cultural Memory through Music and Dance, 1956-2000» (Universidad de California, 2001), dedica el capítulo 3 a la obra musical de Nicomedes Santa Cruz.
6 Ben Agger, Cultural Studies as Critical Theory (Londres y Washington, DC: The Falmer Press, 1992), pág. 14.
7 Este gobierno apoya los intereses de las familias que favorecen a los capitalistas extranjeros. Andrew Rudman señala, en The Peruvian Revolution in Retrospect: Twenty Years Later: Rapporteur's Report (Washington, DC: The Woodrow Wilson Center for Scholars, 1989), pág. 6, que una de las ideologías del gobierno de Velasco Alvarado (presidente militar de los años 1968-1975) era luchar contra la oligarquía, definida como «those Peruvian families who supported international capitalists».
8 Su gobierno emuló en parte, la política de Perón en Argentina, creando el voto femenino, dándoles acceso a la educación y creando unidades escolares. Estos son logros claves y dignos de mérito pero su gobierno se queda muy lejos de crear espacios de participación para los grupos subalternos.
9 Rudman, The Peruvian Revolution, explica que el sistema feudal del cacicazgo ya no estaba en marcha cuando se puso en efecto la Reforma Agraria. Por lo tanto, esta reforma no trajo ningún cambio radical. Por otra parte, critica al gobierno de no haber tenido un mejor conocimiento de la situación del país. Se debe tener en cuenta que aunque las intenciones fueron buenas, los medios de implementación no fueron los más apropiados.
10 La CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) era una organización compuesta en parte por la nueva clase media urbana: profesores, abogados y oficinistas.
11 En una conversación con Alejandro Sánchez-Aizcorbe, novelista peruano y presidente del PEN Club en Lima, me comentó que el gobierno de Velasco dispuso de un capital considerable para el fomento de la cultura popular peruana.
12 Mark A. Burkholder y Lyman L. Johnson, Colonial Latin America, 2ª edición (Oxford: Oxford University Press, 1994). Según ellos, «hispanized blacks joined the Spanish conquistadores and settlers in imposing Europe's political domination and transmitting its culture» (pág. 117). La participación del negro en la conquista americana hizo que los indios los identificaran como «black white men».
13 Nicolás Castillo Mathieu, Esclavos negros en Cartagena y sus aportes léxicos (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1982), págs. 64-65; Frederick P. Bowser, The African Slave in Colonial Peru 1524-1560 (Stanford, CA: Stanford University Press, 1974), págs. 80-5; Raúl Romero, «Black Music and Identity in Peru: Reconstruction and Revival of Afro-Peruvian Musical Traditions», en Music and Black Ethnicity: The Caribbean and Musical Identity, ed. Gerard H. Béhague (Coral Gables, FL: North-South Center Press, The University of Miami, 1994), págs. 307-30.
14 No obstante, recientes estudios como Historia general del Perú, ed. José Antonio del Busto Duthurburu (Lima: Librería Studium, 1970), demuestran que, en realidad, la idea de que el negro no pudiera adaptarse a las serranías tuvo como base cuestiones económicas. «La razón de que la mano de obra esclava fuese empleada en reducida escala en las minas no es como se considera su aclimatación sino motivos económicos, pues el trabajo masivo de los negros esclavos no era rentable en relación con su costo en inversión, esto se refiere al trabajo en las minas de plata, no así en los lavaderos de oro» (pág. 311). Además, Jean-Pierre Tardieu, El negro en el Cusco (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998), nos enseña que, aunque pequeña, sí existió una comunidad afroperuana en el mundo andino.
15 Con respecto al uso de la locución «afroperuano» hay varias posturas. Algunos prefieren decir «negro peruano» o, más recientemente, «afrodescendientes». Personalmente considero aún necesario el uso de «afroperuano», como rótulo inicial para subrayar lo cultural, opuesto a lo fenotípico, porque los peruanos no hemos logrado reivindicar el legado cultural africano ni existen espacios claves que lleven a la incorporación plena en los procesos políticos del país.
16 Thomas W. Merrick, «The Population of Latin America, 1930-1990», en The Cambridge History of Latin America, ed. Leslie Bethell, 11 tomos (Cambridge: Cambridge University Press, 1984), 6/i. 3-64, indica que «reporting of race is equally problematic in Latin American censuses . . . Since race is self-declared, the categories are very ambiguous. Brazilian Portuguese has a plethora of terms to describe the variety of racial mixes in its population, and there is a complex relationship between race and status in Brazilian society. Brazilian census authorities abandoned race as a census category in 1970, but reinstated it in 1980, when only 6 per cent responded as Black and 38 per cent as Parda» (pág. 29).
17 Según Leslie Rout, The African Experience in Spanish America, 1503 to the Present Day, Cambridge Latin American Studies 23 (Nueva York: Cambridge University Press, 1976), págs. 224-5, «Peruvian history reveals no renowned military or political figure of African or part-African origin. In the cultural realm, there is José Manuel Valdés, a person whose distinguished medical and literary careers spanned both the late colonial and the independence epochs, but no African of similar stature has emerged since Valdés' death in 1844.» Por otra parte, Richard Jackson, The Black Image in Latin American Literature (Albuquerque, NM: University of New Mexico Press, 1976), subraya que, aunque José Manuel Valdés menospreció su herencia africana, «[he] was aware of his color and made some allusion to it in his poetry» (págs. 94-5).
18 Véase su Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, América Nuestra (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1955), pág. 257.
19 Es de notar que J.C. Mariátegui, así como su predecesor Bartolomé de las Casas, no está libre de los discursos racistas del momento.
20 «Si otros ayudaron a resucitar la música afroperuana, «Perú Negro» puso este movimiento a sus pies. No obstante su fama por encender la locura por el baile afroperuano durante los politizados años 70, «Peru Negro» tiene también reputación por su autenticidad en la reconstrucción de canciones y bailes tradicionales»; Gregorio Martínez y Fietta Jarque, «Program and Biographical Notes», en el CD The Soul of Black Peru: Afro-Peruvian Classics, ed. David Byrne y Yale Evelev (Burbank, CA: Luaka Bop/Warner Bros, 1995).
21 Un grupo poético que se encuentra unido sobre todo por el elemento geográfico y no por una predominancia de técnicas ni credos. Para una descripción más detallada de este grupo poético véase Antonio Cornejo Polar y Mario Montalbetti, Literatura y sociedad en el Perú, Hueso Húmero Ediciones (Lima: Mosca Azul Editores, 1982), pág. 83. José Miguel Oviedo, Estos 13 (Lima: Mosca Azul Editores, 1973), pág. 181, transcribe el manifiesto del grupo.
22 Santa Cruz, en su entrevista con Maríñez, indica que existían rivalidades y celos de parte de algunos poetas del grupo Hora Zero por cuestiones de popularidad y número de poemarios publicados. Incluso algunos se hicieron «amigo» de él; Santa Cruz agrega: «de pronto un día descubro que todo no había sido más que una trampa, que era investigar cómo es que yo era popular, como si eso se pudiera oler o copiar»; Pablo A. Maríñez, «Entrevista con Nicomedes Santa Cruz, poeta afroamericano», Cuadernos Americanos, 7 (1993), 110-24 (120).
© 2003, Martha Ojeda
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Ojeda , Martha: «Introducción a Nicomedes Santa Cruz: ecos de África en Perú», en Ciberayllu [en
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