Opiniones sobre las elecciones peruanas del 2001, segunda vuelta

 

Ciberayllu es, ante todo, análisis y literatura, pero es imposible sustraerse de lo que acontece ahora en el Perú, país de origen o sujeto de estudio de muchos de los autores que aparecen en nuestras páginas. Incluimos en esta página abierta algunas opiniones sobre el proceso peruano.

El editor, mayo 2001.

 

 

«Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, joven»

¿De una película de Cantinflas?

José B. Adolph, 25 de abril del 2001

 

En vista de que mi propuesta original (votar por el otorongo del zoo, por aquello de sus manchas inocentes) no fue acogida por las masas, he decidido —otra vez en mi vida— tomar una indecisión.

Creo que voy a votar vicioso. Si no fuera democráticamente obligatorio votar, simplemente no iría. Las razones de tal voto son obvias. Sé que mi voto engrosará al más votado pero, en mi caso, ¿qué importa? Tendré la poco frecuente satisfacción de estar con la equivocada mayoría y no, como me ha solido ocurrir, con la equivocada minoría.

Que Viracocha —que ahora, según ciertos investigadores, resulta que era un pituco blanquito miraflorino (Eliane Karp) como yo, que me salvo un poco por semita cholo del desierto de Judea— nos proteja porque últimamente como que nos ha dejado en manos del poco efectivo Dios judeocristianoislámico.

César Ángeles, 27 de abril del 2001

Elecciones, populismo y electores en Perú, 2001

Desde hace años descreo de los procesos electorales (más aún cuando, como entre nosotros, son alucinantemente obligatorios, por ley). Parece que no estoy solo en ello. El porcentaje de ausentismo en las últimas justas electorales peruanas ha aumentado. No hay espacio ahora y aquí para analizar el porqué. Sólo para constatar esta tendencia. Es un fenómeno que, mutatis mutandis, me recuerda a lo que ocurre en los EEUU, país que se arroga ser el «paladín de la democracia»: el porcentaje de abstenciones allí es tradicionalmente muy elevado. Las razones para ello serán diferentes a las del Perú, pero vale también sentar aquí el hecho.


 

Leo Zelada, 27 de abril del 2001 

éstas son las las únicas elecciones en la historia republicana en las que los ciudadanos estamos condenados inexorablemente a pasar de alan garcía a toledo, o sea de guatemala a guatapeor

Domingo Martínez Castilla, 2 de mayo del 2001

Asombrosos números electorales: Toledo 34.7 bajando; García 23.6 bajando; Blanco viciado 32.1 subiendo.  (Ojo, datos sólo de Lima-Callao.) Creo que un resultado siguiendo esta tendencia sería muy bueno (dadas las terribles circunstancias, obviamente), y mejor si Toledo no llega siquiera a un tercio, para que así sienta que no tiene ningún mandato popular.  Por supuesto, es imposible hacer campaña para mantener estas tendencias, porque uno nunca sabe qué harán en los últimos momentos los habilidosos y sendos asesores de García y de Toledo, y tampoco está muy claro el panorama en provincias.

Como no parece haber ninguna salida alternativa (incluso si se anulara esta segunda vuelta, parece que la Constitución ordena otra segunda vuelta entre los mismos terribles candidatos), es preferible que salga (no digo que gane) Toledo y no García, pues hasta donde sabemos aquél no ha ordenado matar gente desarmada ni justificado asesinatos o violaciones de derechos humanos (hay, no obstante, malos indicios por el manejo de los derechos de la niña, si es que es su hija). Si sale (no digo si gana) García, significaría, sin que quepan muchas dudas que digamos, la gravísima impunidad de todos los asesinos y violadores de los derechos humanos, que son autores de delitos que no prescriben, así como vista gorda para todos los robos habidos en los últimos quince años.

Moviendo una varita mágica, o machacándolo todo el tiempo (no debe haber saciedad en esto), habría que traspasar el voto en blanco del desencanto a la bronca y de ahí a la necesidad de fiscalizar al gobierno cada minuto de los próximo cinco años.  Creo que podríamos reconstruir los entes políticos para que de acá a cinco años haya un gobierno legítimo no sólo desde el punto de vista electoral, sino desde el moral.

Para empezar: declaraciones juradas públicas y publicadas de cada miembro de los ejecutivos que vendrán. Y más cosas por el estilo.  Más vale un gobierno lento pero bien fiscalizado que uno efectivo con cheque en blanco (suena bien: «efectivo con cheque»), que fue un poco lo que el país le dio a Fujimori al aceptar sin mayor problema el golpe de 1992.

Y hay que seguir aplaudiendo los esfuerzos del gobierno provisional, que ha logrado poner entre rejas a muchos de los tramposos e inmorales jerarcas del gobierno anterior.  Ojalá que lo hagan ahora con aún mayor energía, dados los pobres credenciales de los candidatos.

Saludos aún esperanzados, no en el resultado, sino en lo que la gente limpia pueda hacer durante los próximos cinco años, o con suerte menos, si se llaman antes a elecciones.

 
No, no votaré por Alan García

Walter Lingán, 22 de mayo del 2001

Alan García sólo necesitó cinco años (1985-1990) para dejar al Perú en la más completa ruina. Después, se pasó diez años cantando, bailando, contorsionándose entre Colombia y Francia, mientras el pueblo peruano tuvo que soportar lo indecible hasta lograr derrocar a la dictadura de los siameses fugitivos: Fujimori-Montesinos. Para el colmo de las cosas, una vez allanado el terreno, el expresidente García llega al Perú sin la más mínima muestra de vergüenza. Al contrario, apareció en la puerta del avión con ancha e irónica sonrisa, creyendo que todos los peruanos habíamos olvidado su pasado vergonzoso. Es verdad, pidió perdón, pero no se puso en manos de la justicia. Con su conocido carisma y suconsumada retórica dice que ha cambiado, madurado y que no volverá a cometer los mismos errores del pasado. ¿Acaso él gobernó solo? El APRA cogobernó y gobernó durante toda su existencia.

[...]

Por todas estas cosas no votaré por el APRA y Alan García.
Mi voto es por el cambio, por un Perú nuevo, por la democracia, por el progreso, por el castigo a todos los corruptos y violadores de los derechos humanos, por la paz y la justicia social. Mi voto será por Alejandro Toledo, por Perú Posible, no es que sean el candidato y el partido ideales, pero en ellos asoma un poco de esperanza. Espero no equivocarme. Ojalá el pueblo peruano que ha optado por esta alternativa, tampoco se equivoque. De lo contrario saldremos otra vez a las calles y traeremos abajo a quienes no saben cumplir con los intereses y esparanzas populares.

 

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