Basadre como crítico literario: una lectura de Equivocaciones (1928) |
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Camilo Fernández Cozman |
Antes de realizar un análisis de las ideas de Basadre en Equivocaciones, quisiéramos resumir muy brevemente la opinión de críticos anteriores y coetáneos a Basadre. A principios de siglos tenemos la tesis de José de la Riva Agüero, Carácter de la literatura del Perú independiente (1905)2 que planteaba que la peruana era una literatura que constituía una provincia de la española. Se trata de la tesis hispanista que excluye a la literatura quechua del corpus de la literatura peruana.
De otro lado, Ventura García Calderón, integrante como Riva Agüero de la Generación del 900, realizó una revaloración de la obra de Ricardo Palma y enfatizó la naturaleza ficcional de las Tradiciones3.
Sin embargo, en los años veinte aparece la Generación del Centenario representada por Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre y José Carlos Mariátegui, entre otros. Sánchez tiene el enorme mérito de incorporar la producción oral quechua prehispánica al corpus de la literatura peruana y plantea su tesis mesticista: la literatura peruana es de esencia mestiza, en otras palabras, bebe de dos fuentes (la quechua y la occidental)4. Por su parte, Mariátegui5 concibe que la literatura es un proceso donde la escritura es más importante que la oralidad y en esa literatura observa el funcionamiento de tres períodos: el colonial, el cosmopolita y el nacional. Además, en la época había un crítico muy importante: Antenor Orrego, quien fue uno de los primeros en destacar los aciertos de la poesía de César Vallejo y defendió a éste de los ataques de Clemente Palma6.
Jorge Basadre, en Equivocaciones, realizó una crítica a la Generación del 900. Ésta, según Basadre, no fue furturista sino tradicionalista, «pero de ella (de la Generación que rodeó a Riva Agüero), contra todos los augurios favorables que sugiriera al iniciarse, nos quedan libros, artículos, versos, pero no acción»7.
Entre los ensayos que conforman Equivocaciones, hay dos que destacan nítidamente: «Elogio y elegía de José María Eguren» y «Viaje con escala por la obra de Valdelomar». Quisiéramos enfatizar la visión de Basadre en lo que respecta a la obra de Eguren y Valdelomar.
Este es uno de los más importantes ensayos de crítica literaria escritos por Basadre y mantiene una actualidad verdaderamente envidiable. Muchas de sus ideas han motivado posteriores reflexiones y, por ello, han sido muy fructíferas en lo que respecta al proceso de la crítica egureniana.
Vale la pena mencionar que Basadre es uno de los primeros que valora la poesía de Eguren que no fue comprendida por la Generación del 900. Evidentemente no es el único crítico que realiza dicha valoración, pues Mariátegui, Pedro Zulen, Abraham Valdelomar y Enrique Bustamante y Ballivián también ponderan el mensaje de Eguren. Hoy se considera, con poca discusión, que Eguren es el fundador de la poesía contemporánea en el Perú. No obstante, ni Riva Agüero ni Sánchez pudieron comprender plenamente los aciertos e innovaciones del poeta de Simbólicas. Tal vez ellos estaban demasiado atados a la estética decimonónica.
Por el contrario, Basadre muestra una agudeza poco común para la interpretación del universo egureniano. Comienza su análisis situando a Eguren desde el punto de vista histórico. Basadre afirma que antes de Eguren la literatura buscaba, en general, el gran público. Chocano quería ser el cantor de América; González Prada es un orador; Leonidas Yerovi «era, esencialmente, un poeta de periódico»8, y Luis Fernán Cisneros fue «absorbido por un periodismo epigramático»9. Aquí observamos que, según Basadre, un escritor debe ser analizado en relación con otros narradores y poetas coetáneos con el fin de trazar similitudes y diferencias. Se trata, en efecto, de una óptica histórica.
Este panorama lleva a Basadre a plantear una hipótesis sumamente sugestiva: Eguren es el que inicia la separación radical entre el público y el poeta. En otras palabras, el poeta comienza a escribir en difícil y esto disgusta a los grupos de poder. En este caso, observamos una preocupación de Basadre por la relación que existe entre el escritor y el público. De acuerdo con la teoría literaria actual, todo autor construye un lector modelo que descifre plenamente el sentido del texto y sepa cooperar en la actualización del sentido del discurso poético. Subyace a las reflexiones de Basadre la idea de que Eguren enfatizó el carácter innovador de su poesía y para ello tuvo que concebir un lector modelo algo más creativo y especializado.
A Basadre le interesa en particular la literatura comparada, por eso, compara a Eguren con Palma, González Prada y Chocano. El autor de Tradiciones peruanas, según Basadre,prefiere una literatura orientada hacia el pasado; González Prada se identifica con el futuro, y Chocano, con una literatura continentalista. Por su parte, Eguren hace una «literatura estética». Basadre, al realizar esa caracterización de la poesía egureniana, le asigna a la literatura una autonomía en relación con el mundo real y admite la posibilidad de leer las obras literarias a través de una óptica que enfatice la pertinencia de los valores estéticos.
Eguren es un poeta de minorías, según Basadre, quien resalta la manera como muchos críticos no comprendieron la obra de Eguren. NI Riva Agüero ni Clemente Palma ni Ventura García Calderón pudieron entender la originalidad del poeta; por el contrario, Valdelomar, en la revista Colónida, le rinde un merecido homenaje.
Basadre considera que hay cuatro elementos distintivos en la poesía de Eguren: el lirismo de raigambre romántica, el paisajismo, el simbolismo y el creacionismo (puro imaginismo). El carácter romántico de la lírica egureniana se observa, según Basadre, en el papel que cumple la mujer en este universo poético. Es decir, la mujer es un espíritu evanescente o una muerta de marfil, hecho que vincula a Eguren con el romanticismo. Se trata, creemos, de un arquetipo de mujer no corporal sino espiritual. Esta idealización de índole romántica no hace que Eguren sea un simple imitador, sino un creador en el más estricto sentido de la palabra. Si quisiéramos ser rigurosos, habría que agregar la armonía del misterio y el pasado desconocido del personaje central, características típicas del romanticismo. En las obras románticas hay una predilección por el misterio y, además, en el teatro romántico, muchas veces, se desconoce el pasado del héroe.
El paisajismo aparece en la poesía de Eguren. A la manera de un pintor impresionista, Eguren hace descripciones de paisajes. Basadre, apoyándose en Enrique Carrillo, habla de «una transposición musical del paisaje»10. En esta concepción aparece la unión de dos conceptos: la armonía musical y el cromatismo descriptivo, vale decir, una especie de sinestesia donde la música y la pintura se abrazan entre sí.
Eguren, según Basadre, no es un simple introductor de los aportes del Simbolismo francés, sino un poeta innovador. La diferencia radica en que la lírica de Eguren pone de relieve «una total superposición de imágenes y de escenarios fantásticos»11, particularidad que no se manifiesta en los poetas simbolistas franceses. Eguren no es un poeta confesional sino hermético. Basadre dice que «[t]rae a la literatura peruana el esoterismo»12.
Cuando Basadre habla del creacionismo de Eguren no se refiere a la influencia de la corriente de Vicente Huidobro en esta poesía, sino al empleo de imágenes que no tienen un directo correlato con el mundo real. Eguren deja de lado la anécdota (el poema, en otros términos, no cuenta una historia) y tiene un sentido de matiz que se manifiesta en las imágenes.
Al final de su ensayo, Basadre compara a Eguren con otro poeta difícil: Vallejo. Para el crítico literario, Eguren es un poeta más aristocrático que Vallejo; aquél manifiesta un mundo de imaginería; en cambio, éste se encuentra en medio de la vida. A Eguren no le gusta que Vallejo emplee la palabra «cobrador» en un poema. Vallejo no entiende cómo Eguren se solaza describiendo la liga de la marquesa. Los poemas de Eguren, según Basadre, dan la sensación de algo absolutamente acabado; los de Vallejo nos transmiten la sensación de un fracaso, pero de un estupendo fracaso. Estas ideas de Basadre son francamente interesantes y constituyen un aporte esencial para el desarrollo de la literatura comparada en el Perú.
Basadre considera que Valdelomar funda el cuento criollo en el Perú con El Caballero Carmelo. Cuando habla de este tipo de relato, hace referencia al cuento costeño que retrata la vida del hogar provinciano. Las tradiciones de Palma no eran cuentos en sentido estricto y, además, estaban más centradas en Lima. López Albújar, por su parte, retrató el universo vivencial de la sierra. Por eso, Basadre piensa que a Valdelomar le tocó el papel de ser el introductor de la atmósfera costeña no circunscrita a Lima, sino que testimonia el funcionamiento de otros referentes.
Este punto de vista de Basadre es medular porque sitúa a Valdelomar como un escritor fundacional en el proceso de la literatura peruana y considera que él se acercó al mundo costeño a través de sus recuerdos de niño. En sentido riguroso, Basadre opina que con Valdelomar aparece el niño en la narrativa peruana. Es indudable que cuentos como «El vuelo de los cóndores» evidencian una profundización en la psicología del niño como personaje literario. Este trabajo en el nivel de la caracterización psicológica y en la construcción de atmósfera hace de Valdelomar un escritor excepcional.
Valdelomar, según Basadre, significa la madurez de la literatura periodística. Surgido de las canteras del periodismo, Valdelomar supo cultivar con habilidad los diferentes géneros literarios: la poesía, la crónica parlamentaria, la novela, el cuento, el teatro, el artículo periodístico. Pensamos que se trata de un escritor polifacético y muy profesional respecto al trabajo con el estilo porque concibió el acto de escribir como un oficio que debe ser perfeccionado con el correr de los años.
Basadre destaca la sorprendente unidad artística de la obra de Valdelomar. A pesar de que éste cultivó disímiles géneros, siempre se respira en estas obras una personalidad estilística que las sumerge en un mismo caudal de creatividad. Esta apreciación de Basadre es sugestiva porque revela una preocupación por la estructura y el trabajo con el lenguaje.
Basadre no sólo es un historiador de enorme valía, sino también uno de nuestros críticos literarios más agudos y sugestivos de los años veinte. Por lo tanto, merece un sitial de honor en la historia de la crítica literaria peruana debido a que supo acercarse, con pasión y rigor, a la obra de nuestros escritores sobre la base del empleo de un estilo notable porque Basadre es también un escritor. Para él, escribir bien no era un simple lujo verbal, sino una poderosa arma del conocimiento. En su obra, expresión y contenido se unimisman como las dos caras de una misma moneda.
1 La edición que utilizaremos será la siguiente: Basadre, Jorge. Equivocaciones. Ensayos sobre literatura penúltima. Lima, Librería Studium Ediciones, s/f.
2 Cf. José de la Riva Agüero. Carácter de la literatura del Perú independiente Lima, PUC, 1962.
3 Cf. Ventura García Calderón. Del romanticismo al modernismo. Prosistas y poetas peruanos. París, Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas – Librería PaulOllendorf, 1910, pp. 319-325.
4 Cf. Luis Alberto Sánchez. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. Lima, Ed. Juan Mejía Baca, 1981.
5 Cf. José Carlos Mariátegui. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima, Biblioteca Amauta, 1991.
6 Recuérdese los distintos artículos de Antenor Orrego donde éste hace una lectura sagaz y aguda de la poesía de Vallejo.
7 Basadre, Jorge. Op. cit., p. 81.
8 Ibídem. p. 22.
9 Ibídem.
10 Ibídem, p. 30.
11 Ibídem.
12 Ibídem, p. 32.
© 2003, Camilo Fernández Cozman
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