|
ueno, tenía que pasar alguna vez: nuestra publicación le está haciendo honor al lema que, un poco en tono de joda, adorna nuestra carátula: la periodicidad ha estado dudosísima en las últimas semanas; y, por otro lado, los propósitos son inconfesables, así que ahí dejamos el asunto. La culpa la tiene una cierta sensación de intrascendencia, ineludible ante un hueco y quizás dos en el corazón (¡cuánta falta haces, hermana!), y los cambios trascendentales en la patria peruana, que suceden combinando epopeya y farsa, dolor y carcajada, limpieza y entrega (de los jóvenes) frente a cantidades enormes de mentira y porquería (de muchos actores, pero principalmente del gobierno), y uno acá, en este sótano, mirándolo todo sin afectar nada, esperando la próxima entrega en el libro de la historia de América Latina. Cuando sucede, la historia propia vista desde una silla lejana no es para nada espectáculo y se convierte en obsesión cargada de impotencia. En cierto modo, a pesar de la incertidumbre respecto al desenlace de la tragicomedia peruana, los vientos que soplan son propicios, lo que no es mucho decir pues es temprano aún porque el país no hubiera podido resistir más engaño y corrupción. Hay sin embargo muchos indicios buenos. El más reciente es el regreso del por tanto tiempo olvidado y despreciado respeto colectivo y público por actos principistas, patente en la forma en la que los más (incluyendo algunos políticos gobiernistas) han reaccionado frente a la rebelión quijotesca si auténtica, tiro por la culata si fraguada de un comandante de nombres andinos y heroicos. Y nadie sabe lo que nos traerán los días siguientes. Todo esto coincide, en estos días en que recordamos a quienes nos hacen falta, con el cuarto aniversario de Ciberayllu que como muchas cosas valiosas en la vida llena de placer y de angustia a este editor. (Y, debo confesarlo, a veces de vergüenza por ser tan mal corresponsal de quienes quieren ser parte de este proyecto.) ¿Que cómo le va a Ciberayllu? Muy bien, gracias. La lectoría sigue aumentando a un ritmo algo mayor que el de la propia red, a pesar de que la competencia (siempre bienvenida) es más persistente. Y ahora sí hay bastante material que irá apareciendo en las próximas semanas. Desde el último mensaje editorial, hace dos meses, ocho nuevos trabajos han aparecido en Ciberayllu. En narración, un cuento de Jorge Pereyra, con un desenlace difícil de adivinar, seguido de otro de Walter Lingán (quien escribe desde Alemania: bienvenido), acerca de los esfuerzos culinarios de un grupo de peruanos en la germánica ciudad de Colonia; y hace unos días un cuento más de Antonio Bou quien, siempre explorando los caminos del lenguaje y de las imágenes, nos envió una historia difícil de resumir: digamos que tiene rusos blancos, estudios cervantinos y final a oscuras. En cuanto a poesía, Jorge Frisancho comparte con nuestros lectores un «Mínimo recuento de sucesos privados», colección de seis poemas íntimos y una coda que ponen (¿será la edad?) la carne de gallina, pero no de susto, sino de cercanía y de ausencia, re(tro)spectivamente. ¿Coyuntura? En momentos como estos, es ineludible, y en Ciberayllu el teclado, esta vez especialmente mordaz lo que ya es decir mucho de Víctor Hurtado, dedica tres notas a los dos sujetos que, con suerte, están haciendo mutis de la historia del Perú. Nunca nadie escribió tan bien de ese par de individuos. En cuanto a trabajos de más largo aliento, un ensayo del poeta César Ángeles (bienvenido, también desde Alemania) sobre la cada vez más importante novela La violencia del tiempo, de Miguel Gutiérrez, y otro de aplicación urgente del historiador Nelson Manrique (de mucha demanda por la prensa en estos días), que discute liberalismos, desigualdades, autoritarismos, así como incertidumbres que acosan al Perú en el año 2000. Y una nota de prensa sobre Visión, raza y modernidad: una economía visual del mundo andino en imágenes, valioso y hermoso libro de Deborah Poole. Y en noviembre del 2000, iniciando nuestro quinto año de vida, nos espera harto material. Saludos, y hasta diciembre. Domingo Martínez Castilla © 2000, Ciberayllu, Domingo Martínez. Todos los derechos reservados. |
001101