![[Ciberayllu]](ciberayllu_small-2.gif){kind=small}  Arguediana 
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(Sabes bien, América Latina, lo que es no tener poder y a veces ni siquiera libertad. Pero ahí está la utopía, esa que hizo escribir a un estudiante francés en 1968: «Seamos realistas: pidamos lo imposible»; esa que, buscándola, nos une y nos hace querernos a quienes la buscamos; la que se opone a las mordazas y la parálisis; la que, cuando flaqueamos, nos dice que no estamos solos y que debemos seguir buscando; la que, con la sola posibilidad de su existencia, nos permite no bajar nunca la cabeza. Nunca. Hay que hacerle el amor a la utopía. Hay que hacer amor de la utopía.) Ciberayllu, que siempre abrirá sus puertas a quienes —a pesar de lo duro que suele golpear la vida— andan aún en amores con ideas de mundos más justos, continúa añadiendo autores latinoamericanos a sus páginas. En enero del año 2000, nuestra publicación-archivo incluye las colaboraciones iniciales (siempre esperamos sean anuncio de una relación fecunda) de Lourdes Rensoli Laliga, escritora y filósofa cubana que comparte tres poemas cuyos tópicos y ritmos envolvieron a este editor desde su primera lectura, y del escritor boliviano Jesús Urzagasti, que con buen humor y mejor pluma reflexiona sobre el presente y el futuro del libro y sobre el oficio editorial. En el lado de la narración, José B. Adolph vuelve a nuestras páginas con «Impunidad», una historia de un cazador de nazis que encuentra algo inesperado en su búsqueda de Mengele en la selva del Perú; el boricua Antonio Bou nos ofrece «Amor eterno», que es un cuento acerca de la obsesión enamorada de Trinidad por un personaje de nuestros tiempos; y Alfredo Quintanilla, de su recientemente publicado libro de cuentos, nos narra cómo un radical de izquierda, gracias a su osada sinceridad, termina de gran amigo del dictador peruano Odría. María Isabel Guerra, periodista que se especializa en artistas, contribuye con una entrevista el pintor peruano Leoncio Villanueva, reconocido pintor peruano de la generación del 70. Una noticia de interés para lectores y colaboradores es la reciente inclusión de Ciberayllu en el registro internacional de publicaciones periódicas (ISSN: 1527-9774). En todas las páginas de Ciberayllu, aparece ahora al pie este número, así como la dirección (URL) de la página que se está leyendo, que debe incluirse cuando se utilizan los trabajos en listas de referencias bibliográficas. Buena lectura, amigos nuestros. Hasta dentro de un mes. Domingo Martínez Castilla © 2000, Ciberayllu, Domingo Martínez. Todos los derechos reservados. |
olítica: a veces uno piensa que es el albañal de la humanidad, pues es necesaria, así como imposible no ensuciarse en ella.
En el Perú —desde donde escribo esta nota— se respiran aires cargados de indeseables certidumbres. A sólo setenta días de las elecciones generales, la maquinaria gubernamental está puesta en marcha para hacer posible una nueva re-elección del
grupo en el poder, y a estas alturas es clamorosa la ausencia de una
alternativa viable. Uno de los «logros» de este gobierno
ha sido desarticular los mecanismos de alternancia en el poder, de
modo que la oposición parece haberse convertido en solamente
eso: oposición sin propuestas que despierten la imaginación
de los electores y su deseo de mejorar lo que hoy se ve, y es más
que probable que en las mentes de una gran cantidad de peruanos esté
resonando el aforismo que dice que más vale malo conocido que
bueno por conocer. Después de tantos años en el poder,
es imposible evitar la corrupción: la preservación del
poder mismo se convierte en un objetivo que sólo se puede
lograr acumulando más poder en quienes ya lo detentan. Y se
llena uno de profunda tristeza y temor pues la historia muestra casi
inequívocamente que empecinamientos como éste se
resuelven con sangre y muchas lágrimas. Hace un mes —y
perdónenme que me cite— me refería a la
concentración económica en estos términos: «unos
pocos lo quieren todo, porque es la única forma de asegurar lo
mucho que ya tienen»; esta misma frase se puede aplicar muy
bien al poder político, y es sin duda el caso del Perú
del año 2000. El dos con sus tres ceros, tan perfecto el
numerito, crece ahora cargando al ave malagorera de la continuidad
impuesta con trampas y mentiras.