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Entre el amor y la Furia. Crónicas y testimonio
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¿Qué
separa el bucólico país de Jauja de un riguroso partido
troskista, sección peruana de la IV Internacional? Unos años,
muchas vivencias, una gran tensión moral.
Entre el amor y la furia. Crónicas y testimonio, el libro de Maruja Martínez que publica SUR Casa de Estudios del Socialismo, más que hechos, nos presenta vivencias. El retrato cálido y apasionado de los protagonistas nos remite a voluntades y sentimientos que fueron decisivos en la constitución de la llamada generación del 68 o de los setenta. A través de la explicitación de su memoria, desplegando las evocaciones que le provoca el reencuentro, la autora nos introduce en su itinerario personal: la casa jaujina y la hacienda («las vergüenzas»), el colegio de monjas y el internado, la antigua Facultad de Letras en la Plaza Francia, marchas y mítines, mimeógrafo y volanteos, la irrupción en la Cena del Cardenal, la militancia. Sobre todo la militancia. En tiempos en que la moda es abjurar o merodear el escepticismo, Maruja Martínez replica con una contundente «Yo sí fui», que bien podría completarse «... y sigo siéndolo». El trabajo clandestino, las tediosas reuniones, sucesivas y cada vez menos entendibles, también la cárcel, no dejan nunca de trasuntar la densidad de las relaciones humanas que se establecen en cada uno de esos momentos. Cada uno de los lectores podrá reconocerse —o desconocerse— en uno u otro de los episodios. No es necesario haberlos vivido directamente: bastará con abrirse al poder actualizador de la palabra, en una prosa pulcra que en más de una página limita con la poesía. Testimonio de soledad y amistades, de amor y furia, como bien dice el título, no tiene, sin embargo, un aire nostálgico. Si cada uno de los episodios apunta al futuro, el conjunto sigue apuntando al mañana. No pretende dar lecciones, ni comparar un presente sombrío con el radiante pasado. Quizás sea más bien parte del ejercicio catártico indispensable, no sólo en la buena obra de arte, sino en la buena vida, para poder seguir en comunicación con el presente. Para quienes vivieron directa o indirectamente la experiencia generacional que atraviesa el libro, se trata de una lectura indispensable. Para quienes vinieron después, una lectura recomendable que alimente la siempre renovada voluntad de autenticidad. Lima, junio de 1997. |
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