2. Arguedas aparentemente indigenista, antimoderno y antimestizo
MVLl afirma rotundamente que Arguedas era un indigenista. Como tal habría estado comprometido mucho más con la realidad que con la literatura, con la conservación de la cultura tradicional, y además habría estado identificado con los prejuicios racistas antioccidentales, antilimeños, antiblancos y anticapitalistas del indigenismo más duro y radical encabezado por Luis E. Valcárcel:
- «... indigenismo literario, del que Arguedas sería uno de los exponentes más creativos» . (p. 17)
- Su libro Agua «inaugura una nueva época en la historia del indigenismo literario» (p. 56)
- «Una visión de la literatura en la que lo social prevalecía sobre lo artístico y en cierto modo lo determinaba y para la era poco menos que inconcebible que un escritor desligara su trabajo de una actitud, o al menos de cierta mímica revolucionaria. Esta idea de la literatura que Arguedas hizo suya hasta el sacrificio de su talento, excluía que ser un escritor significara primera, o únicamente, asumir una responsabilidad personal: la de una obra que si es artísticamente valiosa enriquece la lengua y la cultura del país donde ha nacido». (p. 17)
- «ilusiones indigenistas sobre la preservación de una cultura tradicional incontaminada en el altiplano puneño o las sierras cusqueñas». (p. 293)
- «Los prejuicios racistas, regionalistas y anticapitalistas contra el blanco, el mestizo, la costa y Lima respuesta en cierta forma a los prejuicios antiindios, antiserranos y antiprovincianos que habían dominado la vida peruana desde la colonia, son un aspecto central del indigenismo, y aparecerán en la obra de José María Arguedas, elaborados de manera sutil en la urdimbre literaria de sus ficciones y mezclados con ingredientes más personales». (p. 73)
- «En Yawar Fiesta, Arguedas opta, entre las distintas versiones del indigenismo que rivalizaban en el Perú en la década del treinta, por la más excluyente, la de Luis E. Valcárcel: la racial y cultural». (p. 145)
- «Tauro dio en el clavo al identificar en el indigenismo literario una de las expresiones de la proteica ideología nacionalista» (p. 122. Se refiere al historiador Alberto Tauro)
- Entre 1941 y 1958, el indigenismo se vuelve oficial pero no prende como en México. (p.165)
- La ruta cultura del Perú
, ensayo de Valcárcel, «versión actualizada matizada y enriquecida de su fogoso manifiesto indigenista de Tempestad en los Andes de 1927». (p. 168)
- El indigenismo «iba marchitándose» en los años 60. «Todas las sangres sería su último canto de cisne». (p. 244)
- Mariátegui era indigenista: «Entre los firmantes del manifiesto figuran, junto a los arqueólogos Julio C. Tello y Rebeca Carrión y a Dora Mayer de Zulen, dos jóvenes profesores de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, uno historiador Luis E. Valcárcel y el otro sociólogo José Uriel García, que junto con José Carlos Mariátegui, serán los teóricos más destacados del indigenismo». (p. 64).
- Vargas Llosa le dedica 28 líneas a los intelectuales de la derecha José de la Riva Agüero, Víctor Andrés Belaúnde, José Gálvez y Francisco García Calderón, y señala «su ceguera frente al problema de millones de indios», que «fueron explotados y maltratados de manera inicua» y que sólo eran objeto «de cristiana compasión» o de un «paternalismo asistencialista». (p. 56)
MVLl atribuye a Arguedas la misma aversión a los mestizos que en los textos duros de Luis E. Valcárcel en su libro Tempestad en los Andes y de otros indigenistas como José Angel Escalante:
- Hablando de la novela Todas las sangres: «Los malvados son blancos, generalmente, y los buenos, indios. La connotación racial es muy importante en la realidad ficticia. Pero el peor de los malvados será el que está a medio camino, como el mestizo Adalberto Cisneros, o el siniestro subprefecto Llerena, también un cholo». (p. 272)
- «Los peores ataques del libro [Tempestad en los Andes de Luis E. Valcárcel] tienen como blanco al mestizaje y al mestizo ‘híbrido’ que ‘no hereda las virtudes ancestrales sino los vicios y las taras’. ‘El mestizaje de culturas no produce sino deformidades’, según él.» (p. 69)
MVLl está convencido de la superioridad de lo racional moderno sobre lo tribal primitivo, cree en la racionalidad como el elemento distintivo de la modernidad. Afirma que una cultura mágico religiosa es primitiva y también tribal. Habla de la modernización como si fuera lo mismo que la modernidad y considera que la importancia atribuida al individuo es esencial para la modernidad:
- «Una cultura mágico religiosa puede ser de un notable refinamiento y de elaboradas asociaciones de hecho lo son la mayoría de ellas, pero será siempre primitiva si aceptamos la premisa de que el tránsito entre el mundo primitivo y tribal y el principio de la cultura moderna, es justamente, la aparición de la racionalidad, la actitud científica de subordinar el conocimiento a la experimentación y al cotejo de las ideas y las hipótesis con la realidad objetiva, actitud que según mostró el propio Karl Popper en The Open Society and Its Enemies, irá sustituyendo la cultura tribal por la sociedad abierta, el conocimiento mágico por el científico y disolviendo la realidad humana colectivista de la horda y la tribu en la comunidad de individuos libres y soberanos». (p.187)
- «Arguedas intuía, de manera certera, que el desarrollo era incompatible con el ideal arcaico. No hay mundo campesino, mágico, religioso, folklórico que sobreviva a la modernización. No importa de qué signo sea el desarrollo industrial, capitalista o socialista». (p.276)
- «El individuo es una anomalía histórica, resultado de un largo proceso que comienza con la civilización griega y aún no ha concluido» (p. 303, nota pp)
Hablando de la polémica de Arguedas con Cortázar, MVLl cita a Cabrera Infante. La literatura es moderna cuando no habla de indios:
«Sucedió que un escritor sudamericano, que llevaba años escribiendo novelas de indios y de ríos, se enteró que no podía pertenecer al boom jamás y resolvió esa dificultad suprema reproduciendo casi un cuento famoso de Stevenson. El escritor, desesperado ante la indiferencia del boom metafórico, creó un boom real y se disparó un tiro en la sien, matándose en el acto y casi fundando con su muerte el club del escritor suicida el antiboom, ese club del vivo.» (p. 37)
Vargas Llosa señala su acuerdo con Cortázar, frente a Arguedas:
«Cortázar se esmera en deslindar esa toma de posición política de una estética determinada y ataca el ‘telurismo’ y los ‘nacionalismos de escarapela y banderita’, es decir, toda la literatura concebida como exaltación patriotera de lo local y condicionada por una perspectiva etnológica o folklórica, en la que Cortázar con buen criterio veía las semillas ideológicas del peor nacionalismo, e incluso del racismo». (p. 35)
Arguedas no se reconoció nunca como indigenista
Para él, eran indigenistas los que escribían sólo sobre los indios11, los que se acercaban a ellos desde fuera y los trataban de modo paternalista. No hubo un indigenismo, sino muchos matices de un estado de ánimo que es, en mi opinión, el mejor modo de definir el indigenismo. No fue una doctrina política, ni menos un partido dispuesto a cambiar el país. Fue una actitud de solidaridad, de cierta defensa de los valores morales y artísticos de los pueblos indígenas, con diferencias y matices múltiples en la derecha de Víctor Andrés Belaúnde o en la izquierda del partido socialista con Hildebrando Castro Pozo12. Tempestad en Los Andes, (1928) fue el panfleto semiliterario y semipolítico de Luis E Valcárcel, el joven radical indigenista de los años veinte, ardiente y fogoso, que anunciaba la llegada de una revolución india que bajaría desde los Andes y que estaba sólo a la espera del Lenin que la dirigiera. Menos de veinte años después, la misma persona se convertía en Ministro de estado, creador y director del Museo de la Cultura Peruana y en fundador y primer presidente del Instituto Indigenista Peruano, base del Instituto Indigenista Interamericano, fundado en México en 1940. Fue el promotor mayor de la Antropología Aplicada propuesta por la Universidad de Cornell y su «milagro de Vicos» y los múltiples planes de integración de la población aborigen a la llamada «Sociedad Nacional» tanto dentro del Instituto Indigenista como en la OEA. Para cerrar la gran transformación en realidad, un giro de 180 grados el Dr. Valcárcel fue elegido Presidente del Instituto Cultural Peruano Norteamericano de Lima. La tempestad no llegó. Tarde, al final de su vida, creyó verla en la migración masiva que invadía Lima desde los años 50, pero no era esa su anunciada tempestad en 1928. Arguedas trabajó al lado del Dr. Valcárcel en tareas de investigación y de enseñanza, pero no lo acompañó en su aventura indigenista porque rechazaba la actitud profundamente paternalista y aparentemente apolítica de la llamada «antropología aplicada» y del indigenismo estatal. Hubiera sido interesante que MVLl se preguntara por qué cambiaron tanto los indigenistas. También hubiera sido importante que dedicara una atención mayor a la pregunta por qué Arguedas no se sintió nunca indigenista. No es suficiente creer que lo fuera y desdeñar sus razones para no sentirse indigenista. En la misma línea, MVLl afirma rotundamente que Mariátegui era un indigenista sin haber estudiado con seriedad sus textos, su vida y su práctica. Si lo hubiera hecho se habría visto obligado a revisar esa equivocada afirmación.13 Mariátegui escribió contestando a Luis Alberto Sánchez: «... No me llame Luis Alberto Sánchez ‘nacionalista’, ni ‘indigenista’ ni ‘pseudo indigenista’ pues para clasificarme no hacen faltan esos términos. Llámeme simplemente socialista» (Aquézolo, 1976: 76).
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NOTAS
- "La narrativa actual que se inicia como indigenista ha dejado de ser tal en cuanto abarca la descripción e interpretación del destino de la comunidad total del país, pero podría seguir siendo calificada de ‘indigenista’ en tanto que continúa reafirmando los valores humanos excelsos de la población nativa..."(Arguedas 1985: 20).
- He consagrado un capítulo al examen de los diversos indigenismos en mi libro Antropología, Historia y Política: de la utopía andina al socialismo mágico (En prensa, Lima 1997).
- Algunas de las tesis de Mariátegui sobre el socialismo y los indios en el Perú son las siguientes: El componente indígena es un cimiento de la peruanidad, el Perú necesita de Occidente y de mundo indígena, el socialismo no se confunde con el indigenismo porque no es filantropismo, los indígenas serán autores de sus propia liberación, El socialismo será occidental y peruano porque tiene esa doble procedencia, la esperanza indígena es absolutamente revolucionaria, Es necesario convertir en políticas las reivindicaciones culturales de los indios.
"Nuestro socialismo no sería pues peruano ni sería siquiera socialismo si no se solidarizase, primeramente, con las reivindicaciones indígenas". Intermezzo polémico, en Mundial, Lima 25 de febrero de 1925. Ver mi artículo «Siete tesis de Mariátegui sobre el problema étnico y el socialismo en el Perú», (Montoya 1990)
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